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No hay manera

Los de Rivera, por delante buena parte del partido, no consiguen rematar a los daneses y pierden (24-23) en el último suspiro

Mogensen celebra la victoria ante España
Mogensen celebra la victoria ante EspañaFELIPE TRUEBA (EFE)

La competición dictará su ley, pero España está jugando de medalla. Lo hizo ayer en otra demostración de esfuerzo y tenacidad contra la selección de Dinamarca. Le falto un poco de suerte, le sobró el portero suplente de los daneses y, seguramente, sufrió un arbitraje cuando menos incomprensible, que permitió no pocas veces a los rivales defender a Aginagalde más allá de la raya y que levantó la mano avisando que iban a pitar pasividad cuando España, en el ultimo minuto de partido, tuvo la pelota para decidir el duelo. Al final, ganó Dinamarca, por la mínima y el balonmano, precioso, volvió a ser injusto con la España de Valero Rivera, que hizo todo y un poco más para merecerse un partido en el que hizo méritos sobrados para ganar y ni siquiera sumó un punto. No se le puede poner un pero a España, más allá del marcador. Dijo Valero que para todo aquel que disfrute de un partido de balonmano el resultado es injusto y seguramente tiene razón

De no ser por  el tremendo acierto de Cleverly, por sus mil manos, por sus 12 paradas, España hubiera alcanzado ayer una victoria histórica

Trabajó España el partido antes de empezar, para sorprender con una defensa atosigadora sobre Hansen, sin duda el mejor jugador del mundo. Consciente de que algo tenían que hacer para frenarlo, Valero tiró el órdago de entrada, para que no pudiera armar el bazuca por el centro, y le puso imaginación. Salió a buscarlo y antes de llagar a la mixta le encontró el central, normalmente Cañellas. Incontrolable, se sintió incomodo, pero no cesó de machacar a Hombrados hasta completar ocho goles en el partido. Este danés ni siquiera necesita jugar bien.

España cree en lo que hace y lo trabaja. Sacó adelante la primera parte con mucha actitud, mucha concentración y mucho trabajo táctico, así que le miró a la cara a Dinamarca, que hasta el último minuto del primer tiempo no supo lo que era una ventaja en el marcador, siempre a remolque, con el gancho puesto.

Valero Rivera, tras la derrota de su equipo ante Dinamarca.
Valero Rivera, tras la derrota de su equipo ante Dinamarca.FELIPE TRUEBA (EFE)

El partido lo empezó a ganar Wilbek cuando movió ficha en la portería, quitó al titular, el enorme Landin, y le dio presencia a Cleverly, que lo paró todo. Con el pie, con la rodilla, con la mano, con la cara, como fuera menester, ahí estaba él, insuperable, como si tuviera un imán parando a España en el camino a una victoria que se trabajó en cada defensa y en cada ataque hasta merecerla. De no ser por su tremendo acierto, por sus mil manos, por sus 12 paradas, España hubiera alcanzado ayer una victoria histórica. Pero no. Dinamarca, que vivió la segunda parte por debajo en el marcador, decidió a su favor el duelo, seguramente por experta y porque jugaba en casa, “en todos los sentidos” según matizó Valera en referencia a los colegiados.

La última vez que se vieron las caras daneses y españoles, con los mismos árbitros de por medio, decidió un penalti. Ayer puede que también: el que no le pitaron a Aguinagalde en el último ataque, condicionado por la amenaza de pasividad. La tremenda igualdad entre los dos equipos y especialmente el acierto de Landin, el portero titular, que volvió a la cancha en el tramo final del duelo, llevó el partido a decidirse en el último minuto. Atacó España y condicionado por la amenaza de pasividad, resolvió fatal. Defendió aún peor la siguiente jugada, en la que Knudsen decidió el duelo a tres segundos del final. Demasiado dolorosa la derrota para los españoles, en lo que resultó otro homenaje al balonmano en estos Juegos Olímpicos de Londres. Pero no hay tregua, ni lugar a lamentaciones. Espera Corea. Y mucho por ganar.

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