Luis León llega “muerto” y Voeckler se lleva los premios

Thomas Voeckler (Europcar), aquel ciclista local que el año pasado animó el Tour y a los franceses al acabar, gran sorpresa, cuarto de la clasificación general, no peleará por el podio en esta edición, pero ya tiene un gran premio: una etapa alpina, nada menos. En el cesto lleva también el jersey de líder de la montaña, aunque tendrá que defenderlo mañana en el puerto de la Madeleine y en los Pirineos. Se llevó, además, otra recompensa de gran valor simbólico, ser el primero en coronar el Grand Colombier, un puerto de categoría especial inédito hasta hoy en la Grande Boucle. En cambio Luis León, toda la etapa luchando, se llevó un gran chasco. "He tenido una buena oportunidad, pero iba muerto", declaró al terminar la jornada.

Voeckler era la imagen de la alegría. “¡Es magnífico, es magnífico!”, repetía en la entrevista para televisión que conceden los ganadores de etapa cuando ni siquiera han recuperado el resuello. Y con una sonrisa de oreja a oreja recordaba las dudas con las que había iniciado su participación en este Tour de Francia. Había llegado lastrado por problemas de rodilla y no se esperaba tantos premios. En la general, nada pasó porque nadie pareció con fuerzas para discutir a Wiggins y a Sky. Combate nulo, o combate cancelado, el primer día que los ciclistas pisaron los Alpes.

El Tour llegó a los Alpes, pasaron los ciclistas por el Grand Colombier, el primer puerto temido de esta edición, y no ocurrió nada. No pasó nada en la general porque el plan de Sky sigue funcionando. Wiggins es líder y tan controlada tiene la carrera el equipo británico que no necesita defender su liderato ni de los ataques del segundo clasificado, que es Evans y que de momento no da batalla, ni de Froome, que es tercero y obediente, y de quien se vería mal que atacara a Wiggins, su jefe de filas. Así que solo Nibali parecía tener algo por lo que pelear y solo él se animó a atacar con la vista puesta en París.

El Grand Colombier es una subida de 17,4 kilómetros a un desnivel medio del 7,1% y rampas del 10,8%, pero está a 43 kilómetros de la meta de hoy, por lo que su trascendencia debía ser menor. Eso fue lo que ocurrió. Algunos no atacaron porque quedaba demasiado hasta Bellegarde-sur-Valserine, otros porque no tenían fuerzas, otros porque Sky manejó la carrera con puño de hierro. Y quien atacó, Nibali (Liquigas), lo hizo en el descenso. Primero con la ayuda de Sagan, luego solo, y siempre a toda velocidad, jugándose el tipo en una carretera estrecha llena de curvas y con asfalto irregular. Pero no sacó nada.

De modo que al final Voeckler se la jugó con, entre otros, Luis León Sánchez (Rabobank) y ganó. Hace un año y un día se la había jugado con el ciclista murciano y había perdido. O no tanto. El 10 de julio de 2011, León cruzó el primero la meta de Saint-Flour seguido por Voeckler, pero este se llevó el jersey amarillo y el derecho a soñar con el podio en París hasta el final. Diez días llevó el maillot de líder.

Ahora Voeckler no lucha por la general (es 30º, a 22m 51s del líder), pero hoy se dio un gustazo para coronar una escapada que inició el murciano. Además del español y del francés, culminaron la fuga Michele Scarponi (Lampre), Dries Devenyns (Quick Step) y Jens Voigt (Radio Shack), un ciclista que tiene 40 años pero que se plantó en cabeza sin que nadie lo esperase, cuando los escapados enfilaban ya el final. Voigt sucumbió, como también Devenyns, que saltó a falta de tres kilómetros y estuvo a punto de aprovechar la ceremonia de confusión con la que sus compañeros de fuga respondieron a su ataque. Todos cayeron ante Voeckler. Era el día del francés, el momento de recoger todos sus premios.

Prólogo: Las variaciones Cancellara

Primera etapa: Los domingos generosos

Segunda etapa: Contra la melancolía, Cavendish

Tercera etapa: La construcción del personaje Sagan

Cuarta etapa: ¿Será Greipel el bosón de Higgs?

Quinta etapa: Y una montaña en San Quintín

Sexta etapa: Una guerra de guerrillas

Séptima etapa: El 'nuevo ciclismo' toma el poder

Octava etapa: Wiggins y sus 'enemigos'

Novena etapa: Wiggins, un Indurain muy locuaz