_
_
_
_

Una remontada calculada

Mourinho desea que el Bayern de Múnich, pese a su ventaja (2-1), se despliegue para contragolpear

Diego Torres
Mourinho, durante la rueda de prensa previa al partido
Mourinho, durante la rueda de prensa previa al partidoDOMINIQUE FAGET (AFP)

Pocos mensajes resultan más conmovedores que aquellos que entrañan una contradicción esencial. Lo intuye José Mourinho, entrenador y hábil comunicador, que ayer apeló al calor de la hinchada del Madrid al tiempo que exigió a sus jugadores que se comporten de forma fría y cerebral. Resulta que viene el Bayern con una ventaja (2-1) que es un dolor de cabeza para un técnico que prefiere enfrentarse a equipos que se abran para contragolpear. Pero el muniqués ya no necesita abrirse. Es el Madrid el que podría necesitar un cambio de planes para llegar a la final de la Champions.

En el Bernabéu se preparó un gran mosaico con el retrato de Juan Gómez, Juanito, ayer al mediodía. Mientras el club orquestaba la vieja parafernalia para invocar al espíritu desaforado del abanderado moral de las remontadas históricas, Mourinho emitió en Valdebebas un discurso tibio. El estratega del Madrid lo dijo en Múnich tras el 2-1: “No necesitamos una remontada loca”. Y ayer insistió: “Debemos jugar pensando con nuestra cabeza, equivocándonos o no, pero yendo a muerte con nuestras ideas de juego. Sabemos lo que queremos hacer. Y sabemos lo que el Bayern, en principio, querrá hacer. Sabemos que el Bayern sabe que, si no marca goles, estará fuera. Saben, creen, que, con el potencial que tienen, algún gol harán”.

Sabemos que ellos saben que si no marcan estarán fuera José Mourinho

Juanito era un quijote. Mourinho es cualquier cosa menos eso. Si es verdad lo que dice, quiere una remontada calculada. Insinúa que no es necesario ir a buscar el partido desde el inicio. Parece descartar cambios en su esquema, normalmente defensivo ante rivales grandes, e invita al Bayern a comportarse como si necesitase un gol. Como los grandes publicistas, Mourinho emitió un mensaje pretendidamente psicológico sobre su adversario. Intentó persuadirle de que tiene una necesidad que, en realidad, no tiene.

El Bayern se siente cómodo en las mismas situaciones que agradan a este Madrid. Jugando en largo para Robben y Ribéry, sus veloces extremos, y pescando en las segundas jugadas con Mario Gómez, Kroos, Müller o Schweinsteiger. No tiene por qué salir de su campo en bloque para generar peligro. No necesita adelantar líneas y dejar espacios a la espalda de su defensa para activar a sus goleadores. Esto preocupa a Mourinho y a los jugadores del Madrid.

Veo a mis jugadores equilibrados. En su punto. Ni demasiado hechos ni con sangre

En los corrillos del vestuario blanco, los futbolistas reconocen que el Madrid siempre ha encontrado dificultades cuando ha debido elaborar las jugadas frente a defensas cerradas. Cuando Di María y Cristiano no han descubierto espacios para poder correr, contra conjuntos sin aspiraciones, como el Racing, el Sporting, o el Levante, el Madrid se ha atascado. Los disparos desde media distancia de Cristiano, las jugadas a balón parado o algún centro a la olla le han sacado del atolladero en esas circunstancias. Este Bayern le puede presentar problemas semejantes o mucho peores, sobre todo si Neuer consigue mantener su portería imbatida durante la primera media hora del partido.

El plantel ve la necesidad de contar con Marcelo para la empresa. El lateral brasileño es el futbolista más desequilibrante en el uno contra uno. Un jugador imprescindible para abrir defensas cerradas en caja, como la que puede organizar el Bayern. El problema es que Marcelo no está anímicamente bien tras comprobar que Coentrão le ha ganado el puesto. A punto de ser expulsado en Múnich por dar una patada a Müller, presiente que no jugará la final en ningún caso. En estas condiciones, si quiere contar con él, Mourinho deberá desplegar todas sus dotes persuasivas.

A la espera de que el Bayern se despliegue en el ataque para permitir un contragolpe, el portugués pidió a sus jugadores que no se desesperen por marcar. “Veo a mi gente como tiene que estar”, celebró; “tranquila, como me gusta a mí. No me gustan sin emoción ni demasiado emocionados. Los veo muy equilibrados. Pienso que es como tienen que estar para un partido como este. En su punto. Ni demasiado hechos ni con sangre [sic]”.

Mourinho, que imaginó un filete a la plancha, se mostró ayer taciturno, frío, a pesar de haber ganado virtualmente la Liga el pasado sábado. Exactamente como no quiere al público. Exactamente al revés del espíritu de Juanito.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_