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Nadal espanta fantasmas

El español gana su octavo título seguido en el Principado, el primero desde el torneo de Roland Garros 2011, al batir a Djokovic, que le había vencido en sus últimos siete duelos

Juan José Mateo
Rafael Nadal celebra su victoria sobre el serbio Novak Djokovic, el número uno mundial, en Montecarlo.
Rafael Nadal celebra su victoria sobre el serbio Novak Djokovic, el número uno mundial, en Montecarlo.CLIVE BRUNSKILL (GETTY)

Dos fantasmas y sus grilletes compiten en Montecarlo mientras Rafael Nadal abruma por 6-3 y 6-1 al serbio Novak Djokovic para lograr su octavo título seguido en el Principado, su primer trofeo desde el de Roland Garros 2011 y su 20º masters 1.000, el récord.

 En la cabeza del tenista español debe de haber una danza macabra, el rock and roll de sus siete derrotas seguidas ante el serbio. Por el corazón de su contrario, el poderoso Nole, no puede dejar de sangrar la muerte de su abuelo. El duelo espera a que lo domine el que venza antes a sus miedos. La copa espera a un valiente, al que se atreva a coger al toro por los cuernos. Ese es Nadal, el titán de la arcilla, que encuentra un inesperado aliado en el saque, ruge liberado en la victoria —“¡vamos!”— y hace más que ganar un título: desde que huele la sangre, allá por el tercer juego, aprieta cada pelota para espantar con vistas al futuro al fantasma de las siete derrotas previas.

“Lo estás haciendo genial”, le dice entonces el mallorquín a su adversario, al que no ganaba desde 2010, antes de lanzarle un guiño: “Tras siete veces, gracias por [dejarme ganar] esta”. Luego, en la conferencia de prensa, añade: “Es muy importante romper esta mala racha y ganar un torneo importante de nuevo”.

El campeón encontró un arma inesperada: ganó el 85% de puntos con el primer saque

“No quiero quitar nada a la victoria de Rafa. Se la merece. Ha sido el mejor. Pero es un hecho que no me quedaba ninguna energía en el plano emocional”, le continúa Djokovic, que conoció la muerte de su abuelo el jueves y desde entonces fue capaz de ganar tres partidos, dos de ellos, además, tras perder la primera manga. “Para ganar a Rafa sobre tierra batida”, prosigue el número uno mundial, “necesito lanzar esa velocidad superior que no he encontrado. He cometido unos errores enormes. Emocionalmente, nunca había experimentado una situación así. Ha sido una semana muy difícil desde el punto de vista mental. Debo ordenar mi cabeza”.

Durante sus dos encuentros sobre tierra en 2011, las finales de Madrid y Roma, ambas ganadas por Nole, Nadal disparó solo un 6% de los peloteos por delante de la línea de fondo frente al 24% del serbio. Eso cambió radicalmente en Montecarlo, donde fue el manacorense quien dominó los intercambios. El número dos empujó de lado a lado al uno. Por sus 10 errores no forzados cosechó 26 de su contrario, una barbaridad. Todo, la posición más adelantada, los cambios de orientación y su dominio del juego, nació de un único golpe: el saque.

Fue el resultado de una derrota. “Novak tiene una virtud increíble en el resto. Cuanto más fuerte le sacas, más rápida te devuelve la pelota”, concluyó Toni Nadal, tío y entrenador del número dos al ver cómo su sobrino perdía la final del Abierto de Australia. El mallorquín aprendió ese día que Nole toma la iniciativa desde el resto si el saque no le exige. Actuó en consecuencia: desde entonces, gana un 6% más de juegos al saque que en 2011 y salva el 71% de las bolas de break por el 63% del curso previo. Ayer se disparó hasta el 85% de puntos ganados con el primer servicio. Todos sus saques tuvieron sentido. Alertado de que Djokovic es el mejor restador, abandonó su patrón tradicional, la búsqueda del porcentaje y la colocación, para apostar por la agresividad, buscando las líneas o el cuerpo.

“Mi servicio me ha dado puntos gratis y muchas oportunidades de empezar dominando con el drive, que es la oportunidad de jugar más agresivo”, valoró luego ante las cámaras de Teledeporte.

No me quedaba energía emocional”, dice el serbio tras la muerte de su abuelo

Nole sufrió esa circunstancia entre aspavientos, porque supuso un cambio radical de escenario. Soplaba el viento. Se levantaba la arena. Nadal pegaba duro. El serbio, que solo sumó el 40% de los puntos con su primer saque, no se cruzó con ninguno de los elementos en los que había basado su dominio. Se encontró también con un panorama impresionante.

Desde la grada observaba el sueco Bjorn Borg, el hombre de hielo. A poca distancia se sentaba el rumano Ilie Nastase, un artista. Sin embargo, ninguno de esos heráldicos espectadores se acerca a los éxitos del español en la pista de Montecarlo. Nole respetó demasiado la leyenda de Nadal, que con la de ayer ha ganado cuatro veces en el Principado sin ceder un set. Nole miró en su interior, midió el esfuerzo que demandaba la empresa, lo comparó con el hambre que en él habitaba y no le salió la resta. Finalmente, optó siempre por jugar una bola menos en vez de una bola más cuando estirar el debate y la tensión solo podía favorecerle ante un rival al que había dominado en las siete citas precedentes. Así, encajó un 6-0: de 4-3 a 6-3 y 4-0.

Fue un respiro para Nadal, que desde hoy compite en el Trofeo Godó, en Barcelona. Una victoria con presente y futuro: mata fantasmas y alimenta con esperanzas su magullado orgullo.

“Ganar el oro olímpico es una quimera”

MANEL SERRAS, Barcelona

En una multitudinaria conferencia de prensa en Barcelona, Rafael Nadal reconoció que su victoria ante Djokovic supuso una liberación y una inyección de moral. “Mental y tenísticamente fue importante”, dijo a su llegada al Open Banc Sabadell, Trofeo Godó, donde luchará por su séptima corona. “Llevaba una buena temporada, pero me faltaba ganar un torneo importante. Eso me da mucha confianza”. Nadal es el tenista que más Masters 1000 ha ganado: lleva 20, uno más que Federer.

“Sin embargo”, prosiguió Nadal, “fue más importante todavía ganar el torneo de Mónaco. Porque al final de mi carrera, lo que realmente va a contar serán los títulos. Más que las victorias sobre jugadores concretos”. Sobre la final que disputó contra Djokovic, explicó que algunas cosas habían cambiado en relación a sus partidos anteriores. “En Australia estuve a punto de ganarle y no lo logré. Pero en Montecarlo saqué mucho mejor y eso me permitió entrar a jugar y dominar los puntos con mi drive. Mi saque funcionó bien desde el principio. Sin embargo, es solo una victoria sobre Djokovic. Hay que tomarse las cosas con calma”.

Preguntado sobre la Copa Davis y los Juegos, Nadal comentó: “No suelo mirar tan lejos. Hablar de ganar el oro en los Juegos es una quimera, porque es un torneo que se juega al mejor de tres sets y en hierba. Un pequeño desliz y te vas fuera. Será muy difícil. Y en cuanto a la Copa Davis, no hago planes a cinco meses vista. En segunda ronda quise jugar, pero la rodilla me lo impidió”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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