Empate sin manejo

Los partidos, el juego en sí, necesitan de cabezas pensantes, de futbolistas jerárquicos que se impongan en medio del caos. No los tuvieron ni el Espanyol ni la Real. La consecuencia fue que ninguno supo ganar el partido cuando lo tuvieron a favor.

Lo tuvo primero el equipo de Montanier, que a los 20 minutos ya ganaba 0-2. Dos aguijonazos de Vela, utilizado de nuevo como falso nueve por Montanier. Exige esa jugarreta táctica al que ocupa esa posición que tenga técnica y movilidad para definir y el mexicano tiene ambas virtudes. En el primer tanto viajó de derecha a izquierda acompañado por la sombra plácida de Didac, que le permitió armar el disparo desde la frontal. Tampoco Casilla estuvo muy acertado en su intervención. Tuvo un grave error técnico. Arruinó su estirada palomitera por colocar mal las manos. Dos minutos después, el propio Vela aprovechó la gran debilidad de Héctor Moreno, su pesadez para correr hacia atrás en los balones a la espalda. Vela marcó colocándole un globo a Casilla desde la frontal del área.

El plan de Montanier, esperar atrás y lanzar a Vela, se había cumplido a la perfección. Pero se cebó en esa propuesta. Dejó que su equipo siguiera metido atrás. No aprovechó la ventaja para manejar los tiempos del juego. Ganaba 0-2 y no daba la impresión de tener el partido amarrado. Ninguno de los mediocentros reclamó la pelota para frenar el partido y minar al Espanyol. Tampoco Xabi Prieto, al que se le puede reclamar que abandone la banda para ese tipo de asuntos. Borja Pardo, en los 15 minutos que jugó demostró más personalidad que cualquiera de sus veteranos compañeros.

Con 0-2 Pochettino, quitó a Baena y se la jugó con Romaric como único pivote, aunque con el 2-2 volvió a equilibrarse. Se encontró el Espanyol con el gol en propia meta de Demidov al borde del descanso y con el de Weiss nada más reanudarse el duelo. Tuvo ocasiones para ganar por insistencia e individualidades, pero también echó de menos a Verdú para darle manejo al juego, para saber cómo ganar.