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Gaseoso Valencia

El equipo de Emery, efervescente al principio y desbravado al final, desaprovecha la ventaja inicial y empata ante el Mallorca

Los aplausos de Mestalla al final de la primera parte se transformaron en una irritada pitada al final del partido. Su equipo volvió a evaporarse tras el descanso, como ya le sucediera tres días antes ante el PSV, con la diferencia de que el Mallorca pareció bastante más fuerte que el rival holandés. Al conjunto de Caparrós le bastó con adelantar las líneas y contemplar cómo temblaba la zaga local, derretida ante dos centros cruzados, uno desde cada lado, rematados primero por Nsue y después por Casadesús. El Mallorca se conformó con el empate y dedicó el último cuarto a perder todo el tiempo posible, sin que el árbitro se diera por aludido: solo prolongó tres minutos el partido. A pesar de que el Valencia ya jugaba con 10, por la mala cabeza de Tino Costa, que convirtió su frustración en una patada por detrás a Alfaro en el banderín de córner izquierdo de la zaga mallorquinista. La acción reflejaba toda la desorientación del cuadro de Emery en la segunda parte, un desplome difícil de explicar. Como no fuera por el cansancio de Parejo o la inseguridad de una defensa muy vulnerable.

VALENCIA, 2 – MALLORCA, 2

Valencia: Guaita; Barragán, Rami, Dealbert, Jordi Alba (Piatti, m. 76); Feghouli, Tino Costa, Parejo, Jonas (Topal, m. 87); Aduriz (Mathieu, m. m. 66) y Soldado. No utilizados: Diego Alves; Bruno, Albelda y Bernat.

Mallorca: Aouate; Chico, Nunes, Ramis, Cáceres; Pereira (P. Cendròs, m. 86), Martí, Tejera (Alfaro, m. 64), Nsue; Álvaro y Casadesús (Chori Castro, m. 88). No utilizados: Calatayud; Ogunjimi, Tomer, M. Crespí.

Goles: 1-0. M. 25. Tino Costa. 2-0. M. 44. Aduriz. 2-1. M. 57. Nsué. 2-2. M. 68. Casadesús.

Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó a Tino Costa (m. 85). Amonestó a Cáceres, Aouate, Casadesús, Chori Castro, Rami.

Unos 40.000 espectadores en Mestalla.

Nada que ver con una primera parte prometedora. A uno o dos toques, según convenía, Parejo movió como quiso al Valencia en la primera parte. A un ritmo pausado, pero coordinado, especialmente fluido. La pelota silbaba y todos participaban y se divertían. El balón se había pasado media Liga secuestrado, en pies de los centrales valencianistas. Parejo y Tino Costa, juntos, sin ningún medio defensivo, lo rescataron en ese primer periodo. Supuso una liberación. Dando entrada a los laterales, Barragán por la derecha y Jordi Alba por la izquierda; al media punta, Jonas, y a los dos delanteros, otra de las novedades en la alineación de Emery, tan reticente a juntar a Aduriz con Soldado. Gracias a su poderío aéreo, el delantero vasco daba continuidad a cualquier centro, entendiéndose con el capitán Soldado. La presión de este al portero Aouate propició el error del portero israelí tras un mal pase atrás de Tejera y el gol cantado de Aduriz. Un tanto para cerrar un primer periodo muy alegre del Valencia, adelantado anteriormente por el enésimo zurdazo de Tino Costa, favorecido por un rebote. Más que el disparo, lo mejor fue la jugada, pacientemente elaborada por el compás de Parejo, cuyo primer toque facilitó todo.

El Mallorca pagó su timidez inicial, fiándolo todo a un contragolpe. O a alguna acción a pelota parada como el precioso tiro suavemente enroscado de Tejera, repelido por Guaita junto a las telarañas de la escuadra. A poco que avanzó unos metros tras el descanso, el cuadro de Caparrós advirtió los nervios en una defensa de mantequilla. Tras el pase de Pereira, Nsue le ganó la espalda a Barragán antes de batir en su salida a Guaita. La medida protectora de Emery, al retirar a Aduriz por Mathieu, tuvo el efecto contrario: al francés le ganó la posición Casadesús tras un otro centro de Nsue.

El balón volvía al pie de Rami, intentando salir con él sin ninguna posibilidad de éxito. Alguien debería recordarle que no es Beckenbauer, por mucho que en el banquillo alguien lo llame Franz. Cansado, Parejo participó mucho menos y las medidas de Emery por despabilar al equipo no sirvieron para nada. En un ambiente hostil, Mathieu entró frío y sin tensión, lastrado por el gol de Casadesús. Peor lo pasó Piatti, superado por presión del estadio en unos momentos en los que se reclamaban soluciones urgentes. Al final, Mestalla volcó su ira contra sus jugadores mientras los del Mallorca se abrazaban celebrando el resultado como un gran triunfo. Habían empatado ante un Valencia otra vez gaseoso. Efervescente al principio y desbravado al final.

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