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El triunfo de la voluntad

El Zaragoza consigue vencer en el descuento a un Villarreal sin ambición (2-1)

La voluntad y el orgullo del Zaragoza le dio una victoria en el último suspiro ante un Villarreal intermitente, con más calidad que ambición. A poco más de cinco minutos para terminar el encuentro, el conjunto castellonense se las prometía felices abrigando un gol conseguido en el primer cuarto de hora tras una combinación perfecta culminada por Martinuccio. Y se olvidó de matar a un rival herido con más dudas que certezas. Casi al final, Luis García equilibraba el marcador en el 84. Entonces al Villarreal le entraron las prisas. Sin embargo, en la última jugada del encuentro, en el 94, Abraham concedía una victoria conseguida a base de esfuerzo y que le mantiene a 12 puntos de la salvación que precisamente marca el Villarreal. Una victoria que no esconde las carencias de un Zaragoza con escaso fútbol. 

Al cuarto de hora de juego, a la primera combinación con el sello de identidad del Villarreal, el Zaragoza ya iba por detrás del marcador. Una sucesión de paredes que inició Jaume Costa, el lateral izquierdo con alma de extremo del filial amarillo que hacía su debut en Primera, y que concluyó con sencillez Martinuccio.

ZARAGOZA, 2 - VILLARREAL, 1

Zaragoza: Roberto; Pablo Álvarez, Lanzaro (Da Silva, m. 40), Paredes, Obradovic (Ortí, m. 58); Apoño, Rubén Micael; Luis García, Lafita (Edu Oriol, m. 46), Abraham; y Aranda. No utilizados: Leo Franco; Dujmovic, Zuculini y Juan Carlos.

Villarreal: Diego López; Gonzalo, Zapata, Jaume Costa; Camuñas (Marchena, m. 83), Senna, Bruno Borja Valero; Martinuccio (Cani, m. 59) y Nilmar (Joselu, m. 75). No utilizados: César; Marchena, Mario, Castellani y De Guzmán.

Goles: 0-1. M. 16. Martinuccio. 1-1. M. 84. Luis García. 2-1. M. 94. Abraham. Árbitro: González González. Amonestó a Nilmar, Martinuccio, Paredes, Marchena y Apoño.

Unos 20.000 espectadores en La Romareda.

La situación del conjunto maño no resulta casual. Ni Javier Aguirre ni Manolo Jiménez han sabido dotar de una identidad a un equipo con demasiadas nacionalidades y pocas ideas en común. El Zaragoza se ha convertido en un equipo sin sustancia y falto de oficio. Cada aproximación del Villarreal al área de Roberto era una invitación al gol. La visión de juego de Borja Valero, la movilidad de Nilmar y Martinuccio, que se estrenaba como goleador en la Liga, las constantes incorporaciones de Jaume Costa por el costado izquierdo, desmontaban la rígida defensa aragonesa. La falta de acierto en la definición de los delanteros castellonenses mantenía vivo el encuentro para el Zaragoza que, a base de arrebatos, ponía también en apuros la portería de Diego López.

Sin saber por qué, el Villareal fue perdiendo tacto y posesión en un segundo acto en el que se fue apagando lentamente ante el mayor empuje de un Zaragoza sin recursos. El conjunto amarillo estaba convencido de que con lo escasamente hecho era suficiente y se dejó llevar. Hasta que Luis García cazó un rechazo que igualaba el encuentro. La cosa no quedó ahí y en el descuento Abraham daba una victoria basada en la voluntad.

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