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El Málaga disfruta a costa del Zaragoza

Los de Pellegrini duermen en Europa tras el susto inicial frente al colista

Fernando J. Pérez

La inercia de la lógica futbolística se acabó imponiendo en La Rosaleda, donde el Málaga se fue al vestuario clasificado provisionalmente para la Champions y el Zaragoza, que venía con la permanencia a 11 puntos de distancia, se hundió aún más en el fondo de la tabla. El 5-1 fue, sin duda, un resultado engañoso. Los de Pellegrini vivieron durante una hora ansiosos y con la misma escasa claridad de ideas que les ha martirizado durante toda la temporada. Sin embargo, tras ver inclinarse el partido a su favor gracias a un golpe de suerte en forma de un gol en propia puerta de Da Silva en el minuto 67, los locales se dedicaron a un desarrollar un futbol hedonista y disfrutón.

MÁLAGA, 5 – ZARAGOZA, 1

Málaga: Caballero; Sergio Sánchez (Demichelis, m. 55), Weligton, Mathijsen, Monreal; Toulalan, Cazorla, Recio (Joaquín, m.56), Isco; Rondón y Seba Fernández (Maresca, m.76). No utilizados; Kameni; Eliseu, Buenonotte y Van Nistelrooy.

Zaragoza: Roberto; P. Álvarez, Lanzaro, Da Silva, Obradovic; Pintér, E. Oriol, Abraham (J. Carlos, m. 57), Micael; Lafita (Postiga, m. 74) y Aranda (L. García, m. 74). No utilizados: L. Franco; Paredes, Zupulini y Dujovic.

Goles. 0-1. M. 23. Aranda. 1-1. M. 45. Seba Fernández. 2-1. M. 67. Da Silva, en propia puerta. 3-1. M. 77. Demichelis. 4-1. M. 79. Isco. 5-1. M. 8. Rondón.

Árbitro: Turienzo Alvarez. Amonestó a Toulalan, Lanzaro, Pintér y Pablo Álvarez.

27.000 espectadores en La Rosaleda.

Enfrente, el Zaragoza, un club en situación económica desesperada, sufría un castigo desproporcionado. Los de Manolo Jiménez plantearon un partido muy serio en lo defensivo y valiente en el ataque, pero tras el autogol de Da Silva al desviar a la red un pase de Isco a Seba, se vinieron abajo en lo moral y en lo físico. Empezaba entonces el festival malaguista: en el 76, Demichelis se vengó de su primera suplencia este año con un gol de cabeza nada más entrar al campo. El 4-1, tres minutos más tarde, cuando el Málaga ya se había sacudido del todo la presión, lo marcó Isco a bocajarro tras un pase de Rondón con dos bicicletas incluidas. El propio venezolano dio la puntilla al Zaragoza a dos minutos del final.

Pese a la contundencia del marcador, el primer tiempo tuvo algo de mal sueño para el Málaga. Los locales, empeñados en el juego directo y olvidados de la combinatoria, no conseguían filtrar pases en la defensa del Zaragoza, a la que Lanzaro y Obradovic invistieron de disciplina. El encuentro arrancó con un tanteo grisáceo, en el que los de Pellegrini trataban de apretar sin excesiva vehemencia, mientras los aragoneses se defendían con bastante comodidad y se sacudían la presión con movimientos verticales. El tedio del inicio se rompió mínimamente en el minuto 13, cuando Roberto –verdadero baluarte zaragocista- atajó un tiro de Seba desde el centro del área.

El partido transcurría con escaso brillo cuando en el minuto 23, Aranda –malagueño pero no malaguista- llevó el primer disgusto a una Rosaleda acostumbrada a iniciar los encuentros en desventaja. El delantero más nómada del fútbol español se resarció de lo que considera un mal trato habitual de la afición de su ciudad conectando, al borde del fuera de juego, un pase de Lafita desde la banda derecha.

La seriedad defensiva del Zaragoza, impropia de un equipo situado colista a 11 puntos de la permanencia, se completaba con los buenos oficios de Roberto. El gigante fuenlabreño, con enormes reflejos, sacó un paradón de un remate franco pegado al palo derecho de Mathijsen. El Málaga no cejaba en la presión frente al compacto Zaragoza, pero siempre sin claridad. La ansiedad comenzaba a apoderarse de los de Pellegrini cuando, en el último segundo del primer acto, Seba trajo el alivio. El batallador uruguayo se desmarcó de los centrales y desde sus 167 centímetros remató de cabeza un pase de Isco desde la banda izquierda, territorio prácticamente virgen hasta ese momento.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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