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JOSE LUÍS ABAJO, 'PIRRI' / Bronce en Esgrima

“Yo quería irme de fiesta, pero me marearon hasta las tres”

El primer medallista de la esgrima española ha creado una empresa para promocionar su deporte

Amaya Iríbar
El tirador húngaro Gabor Boczko (i) y el español José Luis Abajo compitieron por la medalla de bronce
El tirador húngaro Gabor Boczko (i) y el español José Luis Abajo compitieron por la medalla de bronceDANIEL DAL ZENNARO (EFE)

El tirador de esgrima más conocido de España se llama José Luis Abajo, pero desde Pekín 2008 todo el mundo le llama Pirri. De hecho, su cuenta de Twitter es precisamente esa, @pirriesgrima. Con 33 años cumplidos y dos hijos, este madrileño sigue en el empeño de volver a vivir la experiencia olímpica.

Pregunta. ¿Qué recuerda del 8 de agosto de 2008, cuando se convirtió en el primer medallista de la esgrima española?

Respuesta. Me acuerdo muy bien de todo, del asalto final, del último tocado…, de todo. Lo he revivido una y otra vez y me gusta contarlo porque lo tengo muy fresco y fue un momento muy bonito.

P. Cuando acabó con el húngaro Boczko, se giró. ¿A quién vio en la grada?

R. Tenía bastante gente en Pekín. Alquilamos un piso de un conocido de mi madre para ella, mi hermano, mi esposa, dos amigos y sus novias y otro amigo. Mi hija Lucía tenía solo unos meses y se quedó en Madrid. Como la competición fue el segundo día de los Juegos, me fui un día antes a ver cómo estaban, a estar con ellos. El día de la competición me aislé. No quería pensar en nada más que en la competición.

P. ¿Cómo lo celebró?

R. Cuando todo terminó, pensé: "Ahora me voy de cena y luego de fiesta". Pero empezó el paseo por las ruedas de prensa con la medalla y la bandera de España: primero, la prensa española; luego, la internacional. Tuve que pasar el control antidopaje... Estuve dando vueltas hasta las tantas de la madrugada, sin ducharme ni nada. Cuando todo acabó, eran las tres y ni siquiera me había podido duchar. Así que me duché y me fui a dormir.

P. Compitió en sus primeros Juegos con 30 años, no era ningún chaval, y después de una larga trayectoria. ¿Qué diferencia a los Juegos de las restantes competiciones?

Lo he revivido una y otra vez y me gusta contarlo porque lo tengo muy fresco

R. Para mí, en parte porque mi deporte es minoritario, la principal diferencia es la repercusión. El seguimiento de la esgrima es muy pequeño en otras competiciones y en Pekín fue bestial. Todo el mundo quería hablar conmigo, entrevistarme... Vi mi foto en todas partes. Pero, al margen de eso, los Juegos son muy especiales. La organización es increíble, todo es supergrande y está medido al milímetro. Las sedes, el transporte, los voluntarios, la Villa Olímpica… En unos Juegos todos los deportistas estamos en igualdad de condiciones.

P. ¿Fue todo como esperaba?

R. Fue tal como esperaba y soñaba: idílico, perfecto. No puedo poner ningún pero. La Villa era perfecta; los paseos que dábamos, también; las sedes…

P. ¿Y el aterrizaje a la realidad de Madrid?

R. Cuando llegamos a Barajas, le dije a mi maestro, Ángel Fernández: “¿Cuándo empezamos la pretemporada?”. Yo soy así. Llevo muchos años en esto y hay muchas competiciones, en España y fuera, para seguir aprendiendo y ampliar mi palmarés. Porque, cuando todo esto acabe, yo lo que quiero es pensar en lo que he conseguido y sentirme orgulloso de mi carrera.

P. Aún no sabe si estará en los Juegos de Londres…

R. La clasificación es lo más difícil. Hay muy pocas plazas y son muy pocos los tiradores que pueden competir. Para llegar hasta allí tienes que competir un año entero, un año que se hace muy largo, y es muy complicado. Me quedan cuatro competiciones y, si lo hago bien en todas ellas, estoy en posición de lograr una de las 14 plazas directas. Si no lo consigo, aún tendré una última oportunidad en el torneo preolímpico del 21 de abril. Allí habrá un tirador por país y se clasificarán los tres primeros.

José Luis Abajo besando la medalla de bronce.
José Luis Abajo besando la medalla de bronce.ALBERTO ESTÉVEZ (EFE)

P. ¿Cómo controla los nervios?

R. Nosotros vivimos siempre en el filo. Yo dependo de mis resultados para todo, no solo para ir a los Juegos. Si no consigo resultados, no mejoro mi beca. Llevo 15 años así, jugándome los cuartos en cada competición. Para mí, es lo natural. Gracias al bronce de Pekín, la beca ADO fue de dos años, pero luego es vuelta a empezar.

P. ¿Qué es lo que más ha cambiado para usted?

R. Para empezar, tengo cuatro años más, otro hijo [Lucía tiene cuatro años y medio y Álvaro dos], más experiencia, más nombre... Noto que ha cambiado la percepción que tienen de mí otros tiradores porque ya no soy un rival más, sino un medallista olímpico, y soy mejor tirador.

P. ¿Al margen de la familia y el deporte?

R. Estoy empeñado en dar a conocer un poco más la esgrima; en aprovechar mi experiencia para que otros se acerquen a este deporte, que es maravilloso. Para eso he creado una empresa con tres vías de actuación: conferencias, cursos de esgrima para directivos y eventos específicos. Queremos que se conozca más.

P. Sigue con su entrenador de siempre…

R. Me gusta contar cómo nos conocimos. Mi maestro ha estado en tres Juegos y, cuando estaba pensando en retirarse y dedicarse a enseñar, vino un día a mi club. Yo tenía 11 años. Ese día estábamos corriendo fuera, en el estadio Vallehermoso. Se acercó y me dijo: “Hola, soy Ángel Fernández. Voy a ser tu maestro”. Después de 23 años, sigo con él. Cuando llego al entrenamiento cada mañana y digo “buenos días”, él ya sabe cómo estoy. Si tiene que meterme caña, aflojar…

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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