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Una victoria de fondo

Nadal explota el mal día de saque de Ferrer en la final de Montecarlo, su séptimo titulo consecutivo en el Principado

La magnitud de la obra se resume en cifras: son siete títulos seguidos en Montecarlo, el récord; tantos trofeos sobre arcilla (30) como el sueco Bjorn Borg y Manuel Orantes; y la constatación de que nadie se adapta más rápido al juego de tierra que el número uno. Rafael Nadal ha ganado la final del primer gran torneo sobre arcilla de 2011 a David Ferrer (6-4 y 7-5). La importancia del éxito, sin embargo, supera al cheque y al trofeo: el mallorquín venció su primer título tras dos finales seguidas perdidas (Indian Wells y Miami) y sentó las bases para afrontar al que previsiblemente será su gran rival del curso. El serbio Novak Djokovic no jugó en el Principado.

Para empezar, David Ferrer jugó sin servicio. El alicantino, atrapado con el saque durante todo el torneo, llegó a firmar un 21% de primeros en la manga inicial, que acabó con un 30%. Que el número seis del mundo fuera capaz de resistir en el marcador solo se explica a través de su magnífico juego de fondo. Cuando el alicantino agredió a Nadal, el mallorquín no pudo casi ni defenderse, sobrepasado por esos reveses cruzados que tan bien le habían funcionado en semifinales a Andy Murray, y por esas derechas como martillos. Cuando Ferrer optó por defenderse, aprovechando sus pulmones y sus piernas infinitas, recurso normalmente válido sobre la arcilla, abrió la puerta para que Nadal estableciera un guión que le era más cómodo para el partido. El número uno había estado en pista casi tres horas durante las semifinales. Le convenían más la tranquilidad que el vértigo. Se discutió desde el fondo. Se peleó desde la consistencia y el ritmo. Fue un debate de músculo y fuerza, con muy puntuales brillos.

"¡Qué mal! ¡No me va la bola!", empezó a quejarse Ferrer, que encontró un valladar en las dejadas al inicio del encuentro y acabó abusando de ese tiro. El número seis apretó de lo lindo. Casi todos los saques de Nadal se marcharon hasta los diez minutos. La primera manga, en la que el aspirante desaprovechó cinco de seis bolas de break, duró más de 1h15m. Tuvo sus opciones. Llegó a igualar el segundo parcial (4-4) cuando ya había cedido su servicio, que acabó en un pobre 51%. Se manejó, sin embargo, mucho más a gusto por debajo en el marcador que cuando tuvo la opción de decidir hacia dónde caminaría el partido.

Nadal, que no superó el 61% de primeros, acabó coronado en Montecarlo, donde impuso su receta de siempre, el centrifugado constante de su derecha de una línea a la contraria. Frente a ocasiones precedentes, sin embargo, al número uno no pareció sobrarle nada. El título exigió que diera lo mejor de sí mismo. No parece vivir en la exhuberancia física. Faltan aún varios automatismos. Tras su exitosa gira de cemento, parecen sobrarle horas de vuelo. Debería disputar el torneo Godó, de inferior categoría al de Montecarlo, la semana que viene. Mucho trabajo. Quizás, demasiado.

Nadal conecta un drive en la final de Montecarlo ante Ferrer
Nadal conecta un drive en la final de Montecarlo ante FerrerJulian Finney (GETTY)

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