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JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO

Lindsey Vonn anima Vancouver

La estadounidense deja a más de medio segundo a sus rivales en el descenso y la española Ruiz, 15ª, logra su mejor puesto olímpico

Lindsey Vonn podrá volver a celebrar las Navidades en casa de su amiga María Riesch, una de sus grandes rivales. A lo grande. Voló en la pista Franz de Whistler y logró su primera medalla olímpica. Objetivo cumplido. Su superioridad fue aplastante, más de lo previsto, y lo inesperado fue la segunda plaza de su veterana compatriota Julia Mancuso, la Bode Miller femenina, oro en el gigante de Turín 2006, que retornó a la cumbre en el momento preciso. Terminó a poco más de medio segundo, ya un mundo, pero mucho menos que el apabullante segundo y medio detrás de Vonn con que la austriaca Elizabeth Goergl ganó el bronce.

Goergl, que bajó en quinto lugar, puso ya el listón alto con su 1m45,65s. Superó por más de dos segundos a la española Carolina Ruiz, tercera en salir, pero que hizo un tiempo ya muy aceptable (1m 47,62s). Eso podía permitirle conseguir su mejor clasificación olímpica (15ª). Así fue. Estuvo al buen nivel de sus últimos descensos en Copa del Mundo de Cortina d'Ampezzo (18ª) y, sobre todo, de Saint Moritz (14ª). También igualó su puesto en el supergigante de Salt Lake City 2002.

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Vonn bajó con el dorsal 16 y sólo parecía tener a Goergl en el punto de mira para mejorar su tiempo, pero Mancuso, que salió con el 10 se lo puso extrañamente más difícil. Alcanzó una punta de velocidad de 107,94 kilómetros por hora que sólo superaría la italiana Lucia Recchia, novena al final, con unos tremendos 109,31. Pero dio igual.

En el primer tiempo intermedio Vonncouver ya había rebajado el paso de su compatriota en 17 centésimas, lo aumentó en los dos siguientes a 43 y 83, y aunque en la parte final, difícil para todas las esquiadoras, bajó a 66 mantuvo unas sobradas 56 al final. En comparación con los hombres, que se jugaron el podio en nueve centésimas, abismal.

Fue un poco menos veloz, 106,92 kilómetros por hora, pero su potencia de piernas para los apoyos y su calidad técnica le pemitieron un mejor deslizamiento, las mejores trazadas en el recorrido y completar con saltos impecables. En el último, pensó mientras volaba: "Espero conseguirlo, espero conseguirlo". Y lo logró. Voló más rápido que nadie. Es la mejor.

Pero aún no tenía la carrera ganada, porque faltaban sus principales rivales por bajar. No tenía referencias, pero sí les había metido toda la presión. La clave podía estar en lo que hiciera la veterana Anja Paerson, pero la sueca no sólo fue siempre por detrás en los pasos, hasta casi 40 centésimas en el último tramo, sino que se cayó de forma espectacular en el último. Se elevó demasiado y aterrizó de espaldas tras un vuelo de 50 metros. Milagrosamente no sufrió daños. No fue la única, hasta siete participantes no pudieron completar la prueba y la peor parada fue la rumana Edith Miklos, que quedó incosciente y tuvo que ser evacuada en helicóptero.

Después, Riesch, la única que había derrotado a Vonn esta temporada, sufrió todo el recorrido y sólo pudo ser octava. Vonn ha ganado seis de los sietes descensos de la Copa del Mundo, y el más importante, el olímpico. Riesch sólo el de Saint Moritz.

Otra austriaca, Andrea Fischbacher, que bajó incluso antes que Vonn, fue cuarta. La "armada austriaca" ya no tiene grandes especialistas en descensos como en otros tiempos, pero empezó a sumar medallas. Estados Unidos, sin embargo, tras el bronce de Miller en el descenso masculino, ya tiene un podio completo.

Pareció no resentirse de la lesión de tibia que arrastraba y de la que pudo mejorar gracias a los continuos aplazamientos. Pero volvió a quejarse, y especialmente se resintió en el último salto: "He sufrido mucho porque jamás he esquiado en una pista con tantos baches, lo peor para un problema de tibia. Me dolía durante toda la bajada, pero con la adrenalina no he pensado en ello. Tampoco necesité que Thomas [su marido y entrenador] estuviera conmigo en la salida por si estaba demasiado nerviosa. Eso sí, por la radio me dijo lo bien que lo había hecho Julia y me repitió que para ganar debía esquiar de una forma excepcional. Venía a buscar una medalla de oro y ya la tengo. Me doy por satisfecha, aunque intentaré ganar más".

Vonn no ha hecho más que empezar en Vancouver, cuyos organizadores se agarran a su primera estrella para hacer olvidar los problemas meteorológicos. Aún puede aspirar a las cuatro medallas más que reparte el esquí alpino. La primera, la de la supercombinada, otro descenso y un eslalon. Si la tibia se lo permite puede ser imaparable.

Los Vonn, Lindsey y Thomas, suelen pasar con los Riesch (María, sus padres y su hermana Susanne, también esquiadora) muchos días de larga temporada europea de la Copa del Mundo. No sólo en Navidades. Ahora ya tienen bastante más para celebrar.

La esquiadora estadounidense logra su primera medalla olímpica en el descenso
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