Hombres contra niños
El Athletic sucumbe ante el Werder Bremen, que no se apiada de la juventud rojiblanca
Obligado por las lesiones y por el estado de necesidad del equipo, con la clasificación en el bolsillo, Joaquín Caparrós dio una nueva vuelta de tuerca a su revolución generacional. Debutó su decimoctavo futbolista, Aurtenetxe, un juvenil de 17 años conformando una defensa en la que ejercía de veterano Amorebieta (23 años), teniendo como guardián, por delante, a Javi Martínez (21 años). Yeste (30 años), Iraizoz (28) o Toquero (25) se debían sentir como los repetidores del curso. Era un juego de niños frente a hombres hechos y derechos, los del Werder Bremen, que fieles a su genética deportiva, iban a hacer cualquier cosa menos especular con el resultado.
Había poco en juego: quedar primero o segundo no alteraba en exceso el resultado del sorteo de mañana en Nyon; si acaso, la disputa del partido de vuelta en tu casa, que es algo muy trivial a estas alturas de la competición. Y el prestigio de ganar, como acopio de autoestima. A los 10 minutos el debate estaba zanjado cuando Pizarro se colgó de Amorebieta para cabecear un centro del sangrante Rosenberg. Cada diez minutos el Werder Bremen, con un juego de hombres, liderado por un excelente Pizarro, iba dejando mundo a San Mamés. No se esperaba demasiado, pero la maza alemana golpeó pronto y fuerte. A la media hora San Mamés entendió que asistía a un partido amistoso, hasta cierto punto, porque si algo no demostró el equipo de Schaaf es piedad con los chavalitos rojiblancos
Lo primero que hicieron los hombres fue quitarle el balón a los niños
Lo primero que hicieron los hombres fue quitarle el balón a los niños. Es lo habitual. Lo histórico. Dame el balón que ya juego yo, dijeron tipos como Mertesacker, Pizarro o Borowski. A los niños les tocaba corretar tras él para palparlo aunque fuera un poco.
Encarrilada su diversión, correspondía tirar al mejor niño (Muniain) al suelo y al muchacho lo asaron a empujones, zancadillas, codazos y un par de patadas con peor intención. A muchos de los rojiblancos no los conocían los aguerridos alemanes, pero a Muniain, sí. Y lo asaron.
Y luego meter goles. Uno, dos, tres, en un partido que apenas duró diez minutos. Casi sin tiempo para sudarla gélida noche bilbaína, el Athletic se dio cuenta de que sera segundo de grupo y de que quizás había que poner una tirita a la herida y evitar males mayores. Los líos aparecían por todos los lados: por una defensa inexperta, por un centro del campo desbordado y por una delantera que por distintos motivos, no está acreditada para el gol
Era uno de esos partidos que examinan más que la calidad el estado de ánimo: reculamos y resistimos o nos encelamos y vamos a por ellos. Ni lo uno ni lo otro aunque el Athletic dio un tímido paso adelante en la segunda mitad donde mereció algo más que mala suerte. Pero Muniain seguía yendo al suelo y Toquero topó con la agilidad del portero Wiese.
Y así murió el partido, como se derrite el hielo, con calma y algunos trompicones finales. Y Ramalho calentando el banquillo (una bendición para él) en un día que dadas sus circunstancias personales. No era el mejor para debutar con el primer equipo.
Athletic 'baby face'
Era el día de Ramalho, podía haber sido el de Muniain y acabó siendo el de Jon Aurtenetxe, otro chavalín de 17 años que salta del juvenil al primer equipo, fiel a la pedagogía futbolistica de Joaquín Caparrós. Ramalho lo tenía difícil para saltar del banquillo, porque ello tendría que haber sido precedido, quizás, de un resultado favorable para el Athletic. Con un 0-3 en media hora es difícil debutar salvo que se quieran engordar estadísticas o despertar al congelado público con un asunto novedoso. Así que, como le ocurrió a su "hermano" Muniain, tendrá que seguir dando pasos hasta vestirse oficialmente la camiseta del Athletic.
Para Muniain era un día difícil, porque el Werder Bremen ya estaba avisado de sus travesuras y consta que a su entrenador Thomas Schaff le encandiló sobremanera en el partido de ida. Así que todo el potencial destructivo del equiupo alemán pasaba por desactivar la granada del jugador navarro que les había metido el miedo en el cuerpo. Mal asunto tratando con profesionales tan serios y disciplinados como los alemanes.
El único recuero le quedará pues a Aurtenetxe, que estuvo en el Mundial de Nigeria con Muniain, y que fue titular ante un equipo europeo de campanilla. Debutó con derrota, como tantos otros, Iríbar sin ir más lejos. La banda izquierda es una autopista por donde transitan muchos jugadores en espera de que alguien desatasque el tráfico. Ya hay otro. Recio, duro, con cara de niño. Como casi todos los de ayer.
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