Al Madrid no se le pilla el truco
Los volantes blancos exprimen su absoluta libertad de movimientos para aniquilar la defensa del Espanyol
El Madrid es una caja de sorpresas. Nunca se sabe cómo ni por dónde va a atacar. El poco rigor táctico en el ataque, la anarquía, resulta atrayente porque los solistas que la interpretan tienen una calidad desorbitada. Sí que padece problemas para articular un juego conexo y armonioso. Un fútbol de equipo. Queda limitado por el número de atacantes y por reprobar las figuras de los extremos. Pero en la debilidad está su fortaleza: nadie sabe por dónde asomarán los volantes, por dónde envenenarán al contrario. Anoche, por el balcón del área, como puros arietes. Tres fogonazos doblegaron al Espanyol , timorato en casa, como si se olvidara de que estrenaba estadio y que el público estaba sobre el césped, al contrario de lo que ocurría en Montjuïc.
ESPANYOL 0 - REAL MADRID 3
RCD Espanyol: Kameni; Chica, Pareja, Forlín, David García; Moisés Hurtado; Luis García, Iván Alonso (Corominas, m.46), Nakamura (De la Peña, m.46); y Raúl Tamudo (Callejón, m.85).
Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Albiol, Metzelder, Marcelo; Granero, Xabi Alonso, Guti, Kaká (Diarra, m.80); Higüaín (Raúl, m.74) y Benzema (Cristiano Ronaldo, m.66).
Goles: 0-1, m.39: Granero; 0-2, m.77: Guti; 0-3: Kaká (m.90).
Árbitro: Sr. Pérez Burrull (C.Cántabro). Amonestó a Verdú (m.52), Chica (m.56), Granero (m.68) y Xabi Alonso (m.77).
Incidencias: Partido correspondiente a la segunda jornada de Liga ante 39.170 espectadores disputado en el nuevo estadio RCDE de Cornellà de Llobregat y el Prat. Antes del encuentro, se guardó un minuto de silencio en memoria de Dani Jarque.
Pellegrini sorprendió a propios y extraños desde la alineación. Sentó a los tres futbolistas de mejor rendimiento ante el Deportivo, el anterior encuentro liguero. Apartó del once titular a Cristiano Ronaldo, estandarte que entonces marcó de penalti; a Lass, que recordó al mejor Makelele mezclado con Seedorf, y a Raúl, que revolucionó el duelo. La idea del técnico, a largo plazo, es alcanzar el último tramo del curso con posibilidades en todas las competiciones. Para ello entiende que las rotaciones son vitales. Pese a quien le pese. Cuesten los millones que cuesten a la chequera sin fondo de Florentino Pérez. La apuesta, en cualquier caso, le salió redonda. Granero y Guti fueron decisivos.
Se le presumía al Espanyol una presión avanzada, como practica desde que Pochettino llegó al banquillo. Su estrategia, en cambio, fue otra: aniquilar la capacidad de creación de los dos mediocentros. O, lo que es lo mismo, apagar el surtidor de balones para Kaká o Granero, una vez que desde la defensa nadie se cobra metros con el cuero controlado o asiste verticalmente. La propuesta resultó de fábula; el Madrid apenas pisó la zona de tres cuartos con la pelota controlada y cuando lo hizo tuvo tan poco tiempo de ejecución que se encasquilló. Pero ahogar a los dos mediocentros en todo momento y ningunear el juego interior o exterior a la vez reclamaba una concentración demasiado exigente.
Por más que los interiores no tocaran la pelota, El Espanyol no impidió que fueran un martirio para la zaga. Fútbol sin balón. Más que nada, porque se sabe dónde empiezan la jugada, pero no dónde la finalizarán. Tienen libertad de movimientos. Para lo bueno, como lograr arrastres defensivos, incursiones desde cualquier zona de la segunda línea y capacidad de sorpresa; y para lo malo, como restar posibilidades de automatismos, ocupación poco racional del terreno y, en ocasiones, abotargamiento en determinadas parcelas. Pero con media oportunidad les basta y sobra.
Se despistó en dos ocasiones el Espanyol al atar en corto a los ejes. Guti enlazó con Kaká, que se la dejó a Marcelo para que avisara a Kameni; y Alonso, después, conectó con Granero. Acorde con la libertad de movimientos que le otorga Pellegrini, El Pirata recogió en el borde del área, realizó una pared con Kaká y resolvió por raso. Cruzado y ajustado. La pifió el Espanyol en su arriesgado juego de marcajes ?reculó demasiados metros para que los mediocentros no interpretaran su juego interior? y los volantes, que actuaron en la zona del ariete, exprimieron la flexibilidad táctica de que disponen. Un 4-2-4 tan atractivo como descarado en toda regla.
Asimiló con valentía el Espanyol la bofetada de Granero. Pasó de ser un equipo retraído a otro corajudo. Estiró las líneas y buscó profundidad con la llegada de los extremos. Apareció, sobre todo, De la Peña. Pero el campo redujo su primoroso toque porque la pelota ni siquiera raseaba bien. La hierba, blandísima y en un estado deplorable, penalizó el juego de triangulaciones o el pase corto. Poco le importó al Madrid, más cómodo con la táctica de balón al área y Dios dirá. Como esa vez que le llegó a Kaká en el lateral del área. Recortó el brasileño hacia fuera, hacia dentro, y atendió la llegada de Guti, que remató a gol. Cristiano, que entró después, puso la guinda, descartando así la posible ansiedad que se le atañe.
De pegada inimitable, el Madrid jugó poco al fútbol. Pero se batió con un contendiente que ni siquiera lo intentó.
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