Federer se cita con la historia
El suizo derrota a Roddick y puede igualar el récord de 14 grandes de Sampras
Roger Federer, el número dos del mundo, ya espera a Rafael Nadal o Fernando Verdasco en la final del Abierto de Australia. No está mal para un tenista supuestamente perdido, fuera de forma y en crisis: defenestrado por el mallorquín del trono del número uno, Federer lleva cuatro finales de torneos grandes seguidas, con el título del Abierto de Estados Unidos cobrado, y el del Abierto de Australia aún en perspectiva. El suizo se presenta a la discusión cargado de argumentos, libre del peso de la púrpura y sin muchos lamentos. Ahí está el testimonio del estadounidense Andy Roddick (6-2, 7-5 y 7-5), de nuevo superado, empequeñecido y hasta en cierto punto ridiculizado por Federer. El chico luchó lo indecible, y simplemente no pudo. Federer, de nuevo un gigante, luchará en la final por igualar el récord de 14 grandes de Pete Sampras.
Los 13 grandes de Roger Federer
- Abierto de Australia: 2004, 2006, 2007.
- Wimbledon: 2003, 2004, 2005, 2006, 2007.
- US Open: 2004, 2005, 2006, 2007, 2008.
Los 14 grandes de Pete Sampras
- Abierto de Australia: 1994, 1997.
- Wimbledon: 1993, 1994, 1995, 1997, 1998, 1999, 2000.
- US Open: 1990, 1993, 1995, 1996, 2002.
Bajo el insoportable calor de Melbourne, que volvió a abrir el techo de su pista central, Federer demolió el patrón táctico del estadounidense como si aquello fuera un juego de niños. Los recursos de Roddick, ex número uno y hoy número nueve, le tienen anclado a un mundo de distancia de los mejores del mundo. Ya no basta con un saque supersónico. Ya no vale con pegar duro. Su plan fue predecible, además de obcecadamente peligroso: sacar y subir a la red contra un tenista del talento de Federer es tan arriesgado como imposible. Sin recursos para permanecer en la línea de fondo, Roddick sólo pudo tentar a la suerte y descargar su rabia protestando contra el juez de silla, el español Molina. "¡Dime algo definitivo! ¡Algo que nos permita ganar algo con esta conversación!", le dijo cuando Molina le explicó que la bola que había reclamado había botado ido muy justa.
Tan relajadamente se tomó Federer el asunto, que una hora antes del partido charlaba animadamente en el restaurante de jugadores con Mari Joe Fernández, ex número cuatro del mundo, y su equipo. Jugó suave, controlado, limpio de golpes y ordenado, igual que el día que destrozó a Juan Martín Del Potro. Llega la primera final grande del año, y Federer está preparado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.