El efecto dominó
La continuidad de Ronaldo en Old Trafford paraliza un mercado protagonizado por los defensas y jugadores de equipo
David Beckham continúa siendo una celebridad, como se constató el domingo cuando compareció en el Estadio Nacional de Pekín, el famoso Nido de Pájaro, para representar la entrega del relevo olímpico a la ciudad de Londres en una ceremonia amenizada por Jimmy Page, el guitarrita de Led Zeppelin, y la voz de Leona Lewis cantando Whole lotta love. El hoy centrocampista del Galaxy de Los Ángeles ha sido el último jugador capaz de mover la rueda del fútbol, el icono de la mercantilización del juego, un personaje venerado como la mejor de las estrellas pop. Alrededor de Beckham, Florentino Pérez edificó una Galaxia Blanca hoy fundida.
El presidente del Madrid le contrató por unos 25 millones de euros del Manchester United el año 2003 en una operación de impacto mundial. El nombre del centrocampista inglés le permitió a Joan Laporta incluso ganar unos votos, y quién sabe si las elecciones, cuando le utilizó en la campaña del Barça -con permiso del presidente del Madrid-, que ya le tenía contratado a falta del acuerdo entre clubes. A Florentino le hubiera gustado también que, mientras tanto, Ronaldinho continuara un año en el París St. Germain o hubiera actuado como cedido en Old Trafford, pero el brasileño prefirió el Barça, que pagó 27 millones. A Alex Ferguson no le quedó entonces más remedio que apostar por Cristiano Ronaldo.
El portugués estaba en tratos con el Barça por su amistad con el vicepresidente Sandro Rosell. Ocurrió que no aceptó quedarse en el Sporting hasta que acabara su contrato, como pretendía el club azulgrana para no tener que pagar traspaso, sino que exigía un acuerdo económico con el club de Lisboa. Apareció Ferguson y, cautivo como quedó del jugador desde la inauguración del estadio José Alvalade, se llevó a Ronaldo por 18 millones. Y así hasta hoy, aunque sea a disgusto del extremo, que ya suspira por el Madrid.
Al portugués le ha resultado imposible desvincularse de momento del Manchester, una situación que ha paralizado el mercado futbolístico. Aunque Ferguson sigue preparando al Manchester y Felipe Scolari enreda ahora desde el Chelsea y no desde la selección portuguesa como en 2003, Ramón Calderón no es Florentino y Ronaldo tampoco es un clon de Beckham para que renueve un álbum de cromos que ya estaba pintado. La noria de delanteros parecía imparable en julio: Ronaldo se iba al Madrid, el Manchester fichaba a Eto'o, el Barça pujaba por Drogba y el Chelsea se quedaba con Adebayor mientras el Arsenal apostaba por Berbatov. Arshavin, Villa y Robinho se presentaban igualmente como piezas de cambio en cualquier operación. Había un ir y venir imparable en el mapa de Europa. Multitud de operaciones posibles y de cábalas probables. No hay ariete que se precie en el mundo que no haya anunciado su partida del club y, sin embargo, a día de hoy todos continúan en el mismo sitio. Ahora es Robinho el que trata de mover el árbol después de que no funcionara el plan Ronaldo y de que Ronaldinho se haya largado al Milan sin que pase nada.
Una vez más, los protagonistas de la Liga no son los delanteros sino que el traspaso estrella de la temporada es de nuevo un defensa, Alves, como la temporada pasada lo fue Pepe. Aunque todavía se cierran negocios difíciles de entender, la crisis también afecta al fútbol, los movimientos de las plantillas son menores y el miedo a la Ley Concursal no ha evitado las deudas. Hasta el Athletic, último club virgen, ha acabado por poner publicidad en su zamarra.
El triunfo de la selección en la Eurocopa, por lo demás, ha servido no sólo por reivindicar a los futbolistas españoles y la cantera sino que se utiliza de coartada para evitar fichajes extranjeros, opción de la que se ha abusado reiteradamente. Únicamente se ficha por necesidad, de manera que el Barça es el que más ha invertido después de dos años en blanco. No hay rastro de los holandeses, cosa que no ocurría desde 1996, y de la vena brasileña se ha pasado a la africana. Pese a las altas y bajas, la estrella es Messi y los goles de Eto'o siguen siendo tan importantes que aspira a convertirse en el Zamorano del Madrid de 1995, cuando salió pichichi después de que Valdano replanteara su traspaso. La novedad está sobre todo en el banquillo. Guardiola aspira a convertirse en Samitier y ganar la Liga con un equipo trabajador, solidario y con clase.
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