Los Celtics, con todas las de la ley

Los Celtics vuelven a ser los reyes de la NBA. Han tenido que pasar 22 años, batir el récord de partidos disputados en unos playoffs, 26, superar contratiempos físicos puntuales como los de Pierce y Perkins, y actuaciones basura, como el propio Garnett calificó la suya tras el quinto partido. Pero han vuelto a la cima. Todo ello en un duelo legendario y largamente esperado, frente a un rival de lujo, los Lakers de Kobe Bryant y Pau Gasol, que llegó a la cita a todo trapo y al que trituró en una de las mayores palizas en la historia de las finales: 131-92. Los 39 puntos de margen reflejan su enorme superioridad en el sexto y ya definitivo partido. Sólo los Bulls de Michael Jordan habían logrado una proeza semejante al ganar por 42 puntos de margen a Utah en 1998.

La respuesta ante la adversidad define casi tan bien como la pegada y efectividad al equipo que mejor ha defendido en la Liga contando con figuras como el big three, Garnett, Pierce y Ray Allen, que han sabido sobreponerse a momentos críticos: algunos gatillazos individuales gravísimos y varios colectivos, como su primera derrota en casa ante los Pistons o su incapacidad para vencer en las canchas de los Hawks y de los Cavaliers. Curiosamente, el mejor equipo defensivo acabó regalando a su afición el título en una exhibición de juego ofensivo.

El sexto partido fue un infierno para los Lakers. No dieron una a derechas. Kobe Bryant empezó a toda pastilla pero se apagó a medida que se iba confirmando la tremenda superioridad de los Celtics en todos los rincones de la cancha; es decir, a las primeras de cambio. Ni Gasol resistió el previsible subidón de Garnett tras su flojísimo partido en Los Ángeles, ni Odom afinó en el tiro, ni Fisher encontró el ritmo de juego adecuado, ni Radmanovic dio una a derechas, ni los reservas enmendaron la plana.

Siendo eso grave, lo peor para los Lakers fue su palmaria inferioridad en los indicadores colectivos: ni se sincronizan, ni corren, ni rebotean como los Celtics. O lo que es lo mismo, son peor equipo mire por donde se mire. Al menos lo han sido en la serie. De ahí ese abismo: 14 rebotes y 14 robos de balón más y 12 pérdidas menos que su rival. Con Garnett a la cabeza, firmando su revancha con 26 puntos y 14 rebotes, Pierce como siempre con 17 puntos y 10 asistencias, Ray Allen en sus números, 26 puntos, y hasta Rondo también anotador, 21 puntos, completaron los Celtics una tunda fenomenal. Pierce completó su fantástica serie siendo designado MVP de la final.

No tuvo historia el partido que, tras un primer cuarto, igualado (24-20), con 11 puntos de Kobe Bryant y un mal arranque de Pierce que hizo un parcial de 1 canasta en 6 lanzamientos, empezó a romperse en el segundo (58-35) y acabó de quedar a salvo de cualquier duda en el tercero (89-60). No había remontada posible a pesar de las que habían producido a lo largo de la serie. Pero hasta en eso ganaron los Celtics que protagonizaron la mayor de ellas en el cuarto partido de la serie disputado en Los Ángeles al superar 24 puntos de desventaja. Fue la hendidura por la que empezó a decantarse el playoff. Kobe Bryant se quedó una vez más sin anillo y firmó 22 puntos. Sólo Farmar, con 11, y Odom, con 14, aguantaron ligeramente el tipo mientras que Pau Gasol, el primer español que disputa una final, se quedó en 11 puntos y 8 rebotes en 32 minutos de juego.

La paliza en el sexto partido no hizo sino confirmar que los Celtics, 22 años después de lograr su último anillo, vuelven a honrar de la mejor forma posible a sus leyendas, a Rusell, a Cousy, a Auerbach, a Havlicek, a Bird, con el 17º título en su historia, de largo, el equipo que más acumula en la NBA.

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