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BALONMANO | MUNDIAL DE ALEMANIA

"¡También yo vi irregularidades!"

Ramón Gallego, miembro de la Comisión Arbitral de la IHF, cree en la honestidad de los colegiados pero reconoce errores garrafales

“He sido árbitro y los errores en los partidos contra España y contra Francia no me pasaron desapercibidos”. La afirmación adquiere mucho relieve, porque proviene de una de las voces más autorizadas del mundo del arbitraje, el ex internacional español Ramón Gallego, de 50 años, que ahora es uno de los tres miembros de la Comisión Arbitral de la Federación Internacional de balonmano (IHF). Tanto él como el estadounidense Christer Ahl, presidente de la comisión, han estado trabajando en los últimos años para renovar toda la plantilla arbitral ? sólo tres parejas de los JJOO de Atenas siguen en este Mundial- y unificar criterios. Pero tras los escándalos ocurridos en los partidos de Alemania ante España y Francia, se han visto situados en el ojo del huracán. Son el blanco de todas las críticas.

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“No acepto que me hablen de falta de honestidad de los árbitros; no recibieron instrucciones para que ganara Alemania”, afirma contundente Gallego. “Pero es evidente que la presión del pabellón de Colonia, con 20.000 personas afectó a los árbitros noruegos y ayer a los suecos. Los miembros de la comisión advertimos a los colegiados de que no dejaran intimidarse. Y hasta que disputaron el España-Alemania, Abrahamsen y Kristiansen no habían planteado ningún problema. Lo mismo ocurrió con Hakansson y Nilsson. Sin embargo, es evidente que en la parte final de sus partidos hubo situaciones que les sobrepasaron y cometieron equivocaciones que fueron decisivas. No entendemos cómo árbitros de calidad contrastada en competiciones internacionales como ellos pudieron sucumbir, porque la presión nunca se desbordó, no hubo altercados ni cayeron cosas a la pista”.

El martes por la noche, Juan Carlos Pastor no se calló en la conferencia de prensa a pesar de estar sentado junto al seleccionador alemán, Heiner Brand, una leyenda en su país. “Nos quitaron todas las opciones de ganar el partido”, señaló, aduciendo situaciones de pasivos rigurosos, penalties no pitados a favor, exclusiones inmerecidas y penaltis no existentes en contra. El jueves, Claude Onesta, seleccionador francés, se mantuvo en la pista más de un cuarto de hora tras la conclusión de su semifinal contra Alemania, quejándose y pidiendo explicaciones a los miembros de la mesa, a los árbitros y a los responsables de la comisión arbitral. Se negó a acudir a la conferencia de prensa.

“No es normal que unos árbitros que han pitado ya dos veces a Alemania, vuelvan a arbitrarles en un partido tan trascendente como unas semifinales”, adujo Onesta. Y Gallego se calló. Porque él mismo vio claramente que el último gol de Guigou que hubiera supuesto el empate de la última prórroga, le fue anulado a Francia de forma incomprensible. Y, además, certificó que Jerome Fernández fue objeto de penalti cuando recogió el rebote del último disparo francés justo antes de que sonara la señal del final del partido. Por tanto, se les robó como mínimo el empate. “Estaba en la mesa y no vi ninguna irregularidad en aquel gol, me indignó que no lo dieran y que tampoco pitaran el penalti”, confiesa Gallego. El ex internacional español reconoce también que hubo un criterio muy distinto en la aplicación de los pasivos y que no se fue riguroso en el control de la dureza defensiva de algún jugador alemán, al igual que había ocurrido ya en el partido contra España.

El Mundial ha quedado falseado por decisiones que presuntamente causaron las eliminaciones de España y Francia. Pero ¿cómo puede resolverse todo esto? La cuestión es que la Comisión Arbitral no es lo suficientemente independiente. Sus designaciones deben tener el visto bueno del comité ejecutivo de la IHF, que recibe constantes presiones por parte de los organizadores de los campeonatos. Y los árbitros saben todo eso y sienten este aliento en su cogote. Nadie piensa que el arbitraje afecte el partido entre España e Islandia que hoy decidirá la última plaza para el preolímpico. Pero hay dos preguntas que flotan en el ambiente: ¿qué ocurrirá dentro de dos años en el Mundial de Croacia, cuando caigan incluso cuchillos a la pista?; y ¿se atreverán también a falsear la final entre Alemania y Polonia? La responsabilidad recaerá esta vez sobre los árbitros franceses, Bord y Buy. Pero ellos no podrán ya salvar la competición. El gran perdedor volverá a ser el balonmano.

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