Recital de Aimar en Montjuïc
La pletórica labor ofensiva del argentino, Villa y Vicente le dan un cómodo triunfo al Valencia
El Valencia desmadejó al Espanyol, deslumbrado e impotente frente al recital ofensivo que desplegaron en Montjuïc Aimar, Villa y Vicente. El triunfo fue inobjetable porque la actuación del triángulo mágico valencianista resultó abrumadora. El Espanyol se quedó fuera de foco tan pronto como Angulo marcó. Sucedió al cuarto de hora y a partir de ese momento el Valencia se adueñó del juego. Lo ralentizó a conveniencia, a veces excesiva, y desbordó a la defensa del Espanyol cuando quiso y como quiso.
El Espanyol cometió varios pecados capitales. No fijó las marcas. Perdió la posición defensiva, tiró mal la línea del fuera de juego y concedió demasiados espacios, especialmente por los flancos donde Zabaleta y David García sufrieron un calvario. El Valencia abasteció de forma insistente a un brillantísimo Aimar y combinó con una facilidad pasmosa, especialmente por su banda izquierda, por la que se gestaron sus tres goles. El primero lo marcó Angulo, tras un centro de Aimar y un providencial toque de Vicente; el segundo, Villa, tras una jugada de Vicente y un mal rechace de Kameni; y el tercero Aimar, después de una penetración y un pase de la muerte de Villa, siempre por la banda izquierda.
El Espanyol, con un doble pivote formado por Ito y Fredson, mantuvo el tipo durante el primer cuarto de hora. Abusó de los balones en largo. Forzó un par de ocasiones, un cabezazo de Fredson y un pase de De la Peña a Tamudo que éste no logró controlar sólo ante Cañizares. El Valencia se mantuvo a la expectativa, intentó a toda costa no cometer errores defensivos y pese a jugar atrás con bastante parsimonia montó varios contrataques vertiginosos, especialmente cuando conseguía girar al dictado de Aimar. Pero a la que tiró el primer desborde, se percató de que la defensa del Espanyol era un coladero.
Nadie le echaba el lazo a Aimar, que maniobraba con una facilidad pasmosa. Sobre el argentino caían dos, tres y cuatro defensas del Espanyol, pero una vez que ya había recibido, casi siempre de Baraja. En esa situación no había quien pudiera neutralizarlo, a no ser a base de tarascadas. La autoridad de Aimar causaba estragos en el Espanyol. Ito, que no tuvo su día, que se enredó cuando tenía el balón y que no atinó a marcar la primera línea de contención cuando se trataba de recuperarlo, escenificó su rendición al no tener otro remedio que agarrar de la mano a Aimar y forzar la primera amonestación del partido.
Una vez que anotó Angulo, el Valencia coleccionó ocasiones. De tantas gozó que se le pudo reprochar su falta de pegada. Aimar un par de veces y Villa que, además de no llegar a uno de los múltiples rechaces con los que Kameni contestó al constante pim pam pum, vio como le anulaban un tanto por un dudoso fuera de juego, se convirtieron en una pesadilla para el Espanyol. Ya con el 0-2, Lotina retrasó a De la Peña de la media punta al doble pivote, donde lo emparejó con Moisés Hurtado. Además de éste, dio entrada a Corominas. El Espanyol, tras encajar el tercer tanto, dio fugazmente los únicos coletazos. Corominas marcó un espléndido gol de tacón, después de una jugada iniciada por De la Peña y un centro de Juanfran.
El Valencia contemporizó. El público de Montjuïc apretó. Quique Sánchez Flores amontonó defensas y puso en el campo a Fabio Aurelio y Marchena por Aimar y Vicente. Albelda perdió los nervios y dejó a su equipo con diez jugadores. Pero el Valencia tiró de oficio y no le dio la más mínima ocasión al Espanyol.
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