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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Luis Prieto rescata al Athletic

Un zapatazo del central concede al equipo de Clemente la segunda victoria de la temporada a costa de un Mallorca sin suerte (0-1)

Dice Javier Clemente que el trabajo del Athletic en los entrenamientos es de diez; dice Orbaiz, que el Athletic necesitará meses para salir de donde está; dice Héctor Cúper, también cuestionado en el Mallorca, que Clemente imbuirá a su equipo de su espíritu ganador, pero necesitará tiempo; dicen en Mallorca que tantos cambios en la plantilla necesitan margen de aclimatación... Dicen..., pero en el campo ni el Mallorca ni el Athletic dicen nada que no sea un discurso monocorde de pelotazos y correrías, de balones perdidos, de topetazos múltiples, de falta de ideas, calidad y talento hasta construir un monumento al antifútbol. Athletic y Mallorca están donde están por méritos propios, por su incapacidad para justificar el precio de una entrada.

El Athletic tiró del viejo catón en tiempos de crisis. Si los centrales no son fiables, Clemente decidió poner tres en vez de dos, como si la multitud garantizará el éxito. A cambio perdía vigor en el centro del campo, donde siempre estaba en minoría, y Etxeberria y Llorente, sus dos delanteros, eran presa fácil para los centrales mallorquinistas. Esa ventaja le dió al equipo bermellón la posesión del balón, incluso la iniciativa en el juego, pero su torpeza sólo era comparable a la del argentino Jonás Gutiérrez, empeñado en abortar cualquier iniciativa de su equipo con acciones impropias de la Primera División. Lo uno y lo otro explican que la primera mitad se consumiera con una buena jugada de Tuni, que acabó en córner, y con el cuaderno de notas del Athletic intacto en acciones ofensivas, salvo un centrito de Yeste que despejó Maciel.

Lo de Yeste empieza a asemejarse más a un debate más personal que táctico. A Yeste no le gusta la banda porque cree que le aleja del juego. Pero ayer su franja era lo suficientemente ancha como para manejarse a su antojo, como le gusta, y, sin embargo, su aspecto lánguido denota una característica que excede a los planteamientos del juego. Con Orbaiz a medio gas, el Athletic necesita a Yeste como el agua en el descanso. Y Yeste no aparece. Ya ni siquiera saca con criterio las faltas o los saques de esquina. Igual le ocurría al Mallorca con Arango, su futbolista bandera, que lo hacía todo bonito, pero demasiado lejos de las zonas conflictivas.

Así no resiste ningún partido. Su tendencia al fútbol plano es inevitable. En el Athletic se ha cambiado de táctica: ahora los centrales ya no sacan el balón, sino que lo golpean, con lo que el medio campo se dedica a recuperar lo que ellos pierden.

El Mallorca tiene las cosas un poco más claras. Le gusta tocar un poquito más el balón y sus delanteros tienen más movilidad. Lo uno y lo otro le dieron el manejo del partido, aunque nunca supo que hacer con él, por más que lo intentara Tuni, con su habilidad, u Okubo, con su vivacidad. Lo del Mallorca eran fuegos artificiales. Lo del Athletic no llegaba ni a humo de cerillas.

Los únicos felices en el estadio eran los porteros, sólo obligados a mostrar sus habilidades con sus pies hasta el minuto 56, cuando Luis Prieto, un rocoso central, convertido en máximo goleador del Athletic, obligó a Prats a mancharse la zamarra en una falta desde fuera del área. Prieto, que tira a romper sin mayores miramientos, le pegó duro, abajo; tan duro que los brazos de Prats, que quizás esperaba una rosca de Yeste, llegaron tarde.

La efectividad rojiblanca era absoluta: un disparo a puerta, un gol. Mejor dicho, un disparo, un gol. Hasta entonces, el Athletic había sido un alma en pena, sólo empeñado en que no le encon traran sus pecados defensivos para, cuando menos, defender un empate que rompiera su mala racha.

Los malos partidos se viven a impulsos. El miedo a ganar es comparable al miedo a perder. Por eso el Mallorca creció y el Athletic volvió a ser un manojo de nervios e inexactitudes. Flaqueó en un córner y Pereyra remató al larguero. Antes, Aranzubia había fallado en la salida y el cabezazo de Víctor se fue fuera; luego, enjugó su error con una parada a tiro a bocajarro de Víctor. El Athletic era un flan. Tan desacostumbrado está a ganar que cuando lo consigue tiembla como un flan. Ya ni le preocupaba tener el balón, sólo despejarlo.

Cúper había retirado al inoperante Jonás y ganado enteros con el impulsivo Campano. Tras el gol, apostó por el panzer griego Choutos en busca de una heróica de última hora. Clemente siguió con su clásico catón y retiró a Llorente para fortalecer más el centro del campo con el navarro Tiko.

Desde abril no ganaba el Athletic fuera y lo hizo en Mallorca, su isla maldita, donde había vivido sus peores pesadillas: goleadas, defectos de imagen y una sola victoria desde que el Mallorca subió por última vez a Primera División. Sin duda, es un equipo contradictorio al que se le nota la ansiedad. Ayer no hizo un partido mejor que los anteriores, pero sacó petróleo de un zapatazo de Luis Prieto, curiosamente su mejor artillero.

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