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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Depor lo hace fácil

Los de Caparrós tiran de oficio para superar a un inocente Racing (0-3)

Hablar de goles con un racinguista comienza a ser tema tabú. Por un lado, la delantera no los marca. Por otro, la zaga sí resulta rematadora, aunque sea en propia puerta. Ayer, los dos goles en Santander llegaron en errores defensivos, algo no muy común entre los cántabros. Dos fallos tal vez mínimos pero maximizados por sus consecuencias: un toque involuntario de Neru, primer tanto; un intento de cortar un balón con la cabeza, segundo y definitivo.

Y el Deportivo, como los grandes equipos, que sin necesidad de matarse, sólo con ser aseadito, luchador y pertinaz, crecen hacia la parte noble de la tabla. El conjunto gallego se impulsa con victorias así: sin brillantez pero con oficio. Un par de apariciones de Valerón, unas galopadas de Munitis, la presencia intermitente de Tristán y los errores locales bastaron a los blanquiazules para llevarse la victoria.

Con un poco de ataque, el Racing sería otro. Los de Preciado muestran convicción en defensa, a pesar de los dos fallos de ayer; un portero serio, Aouate; un mediocentro jovencísimo y con talento, Antonio Tomás; un extremo como Dalmat, clase pura, y un media punta como Antoñito, eléctrico y armonioso. Pero su problema ofensivo le condena al sufrimiento eterno.

Durante la primera mitad, el Racing dominó por convicción en un choque de entrega, pundonor y rabia. Fútbol, la mayoría de las veces primario, de pelotazo, pero asumible para ambos conjuntos. Tras el tanteo inicial, con dominio deportivista, una pillería de Munitis, un taconazo para prolongar una jugada por la derecha, sirvió para que Capdevila metiese el balón al área pequeña. Tristán, siempre en su sitio, trató de rematar. Rozó el balón en caída y éste chocó con la pierna de Neru para colarse de manera sorprendente en la portería de Aouate. Suficiente para sobrevivir con el manual básico del visitante.

Caparrós ajustó un poco más su defensa, el equipo se cerró con soltura, dándose metros y tratando de llegar a la contra. Mientras, el Racing se volcaba por las bandas, centraba, los laterales se desdoblaban y creaban juego. Sin embargo, a la hora de rematar llegaba el desastre. Siempre agua. Molina se estiraba un poco y agarraba los tímidos recados de Antoñito, Melo o Antonio Tomás, que certificaron los mejores minutos de los montañeses.

Tras el descanso, el equipo racinguista salió desbordante. Sin embargo, se repitió su sino. Munitis, un jugador de la casa, botó una falta lejana. Moratón, tras imponerse en el salto a Valerón, trató de despejar. El balón resbaló sobre su cabeza y se coló junto al palo de Aouate, que terminó de introducir la pelota.

El Racing se hundió por su incapacidad. Había jugado bien, pero eso no bastaba. Los de Caparrós, ya distendidos, terminaron de rematar la faena. Taborda sustituyó a Tristán y, en su primera intervención, cabeceó cruzado. Y adiós al partido. Los de Preciado, cautivos de su mala fortuna, no perdieron la cara al partido y siguieron su lucha con pundonor. Digno de elogio, sí, pero insuficiente sin el salvavidas de los goles.

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