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Crónica:FÚTBOL | Fase de clasificación para el Mundial 2006
Crónica
Texto informativo con interpretación

Reyes fue la solución

Dos goles de Torres a pase del sevillano le dan a una gris España un triunfo impagable ante Bélgica

Reyes y Torres mantienen a España en la pista del Mundial. Dos acciones eléctricas acabaron con la pesadilla que comenzaba a vislumbrarse en Heysel, donde España naufragó en la primera parte. Es hora de revisar lo que no funciona, y es mucho. Algunos problemas son de difícil solución —un equipo ligero, con escasas condiciones para sostenerse en partidos fragorosos—, pero otros se pueden salvar. Durante toda la fase de clasificación, Luis ha elegido un sistema con extremos. Dos extremos que han fracasado: Vicente y, muy especialmente, Joaquín. El equipo merece un cambio de registro, diseñar alternativas y buscar allí donde España es más productiva: en la producción de centrocampistas.

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Antes de que Torres pusiera las cosas en orden, casi todas las señales del declive del fútbol español se manifestaron en Heysel. Tardó una eternidad en examinar a Proto, que respondió con una estirada sensacional al primer tiro de España, un derechazo de Albelda que puso fin al largo periodo de superioridad belga. Frente a un rival que atraviesa una crisis alarmante, España volvió a recordar el tipo de equipo que es: ligerito, sin jugadores capaces de establecer diferencias en las grandes competiciones, armado para jugar al ataque, pero con un rendimiento mediocre de los jugadores que determinan el sistema del equipo. Ahora que se habla tanto de los extremos, España juega con extremos. Se supone que para convertirlos en un arma decisiva, gente que desborda y pone el pase mortal. De lo contrario es un drama para los centrocampistas, que no ven la forma de apagar tantos fuegos a su alrededor. Luis ha decidido, como otros anteriormente, que alinear a Joaquín merece la pena. A costa de su mediocridad defensiva se esperan las cabalgadas por el costado derecho, su habilidad para rebasar laterales y desequilibrar los partidos, aunque sea mucho suponer.

Algo debió intuir Luis, después de empecinarse tanto con Joaquín. Le cambió y también a Vicente, que no logró aprovechar una mina en forma de lateral derecho. Se midió con un chico de 17 años, un tal Van der Borre que es un juvenil con todas las de ley. No está para partidos de este voltaje y además no recibe la ayuda que necesita. Reyes, que regresó después de algún tiempo en la nevera, sustituyó a Joaquín y no tardó ni un minuto en aprovechar la situación. Su primer pase produjo el primer gol español. El segundo pase anticipó el segundo tanto. Torres concretó las dos jugadas con el olfato que tantas veces se ha puesto en duda. Hizo lo que se espera de un buen delantero centro y ya está. Pero detrás había quedado un partido que, en muchos aspectos, invitó al pesimismo. Convertida en una potencia de tercera fila, a años luz de aquel equipo aburridísimo pero eficaz que hizo fortuna en los años ochenta, Bélgica aplastó a España en la primera media hora. Lo hizo sin otro equipaje que el vigor de sus jugadores y la clase de Buffel, un tirillas que hizo diabluras hasta que se le acabó el gas. Entre otras cosas, exigió de Casillas una estirada majestuosa que quizá cambió signo del encuentro. La selección estaba superada en todos los aspectos del juego y se encontraba con el típico partido que detesta: áspero, sin tregua, sin la pelota.

Aunque se recuperó y venció con cierta comodidad, la primera parte dejó un mensaje doloroso: en un Mundial no habrá belgas en decadencia. Allí estarán Brasil, Argentina, Italia y un buen número de equipos que tienen todo lo de los belgas, pero multiplicado por diez. El equipo no permite pensar en grandes sueños, al menos con su configuración actual. En la primera parte, causó asombro la falta de respuesta al plan belga. España arrancó empequeñecida, sin ningún recurso para frenar a un adversario más simple que un cubo. El único con clase era Buffel, que parecía Pelé en medio de la colección de ardorosos colegas. Buffel se paseó entre las líneas españolas y estuvo a punto de tirar a España del Mundial. Hasta que llegó el remate de Albelda, la intervención de Proto y la evidencia de que el partido había cambiado.

A la fatiga belga se añadió un elemento crucial: los cambios que decidió Luis. Joaquín se fue al banco y nadie lo lamentó. Inédito durante todo el encuentro, su fracaso fue más visible por la eléctrica declaración de Reyes en su primera jugada: un pase desde el callejón del diez que remató Torres con precisión y mucho estilo. Reyes padece muchas de las carencias que manifiesta Joaquín, pero en Bruselas dio la impresión de jugador más hecho, quizá madurado en el intempestivo fútbol inglés. En la segunda acción, una internada que proclamó nuevamente la debilidad de Van der Borre, le dejó un pase perfecto a Torres. Ya no hubo más. Bélgica no estaba para reacciones heroicas y España mantuvo la ventaja con un equipo que probablemente responde mejor a sus necesidades. Es una pena desaprovechar un fútbol que cuenta con muchos y buenos centrocampistas. Quizá sea el momento de revisar la fórmula de un sistema que privilegia a dos extremos que no han marcado la diferencia en toda la fase de clasificación. No es la respuesta a todos los problemas del equipo, pero por algo se empieza.

Los jugadores de la selección celebran el triunfo ante Bélgica.
Los jugadores de la selección celebran el triunfo ante Bélgica.AP

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