La Real se impone al Sevilla por la mínima (1-0)
De un partido soso y pasado por agua hay que destacar poco. La segunda parte si acaso. Por la lucha, la entrega y la fortuna: que ha vuelto a llamar de "tú" a un gladiador del área como Darko Kovacevic. La Real rompe con su racha maldita de no ganar en casa desde la jornada 14. Y el Sevilla da un pasito a tras en su lucha por Europa.
Tanteándose. Con miedos y sin correr muchos riesgos. Partido "de sábado" al que parecían no querer acudir sus protagonistas: costaba entrar en juego. El frío de la capital donostiarra tampoco ayudaba. Y si no entraban en calor en Anoeta, menos en casa a pesar de que el partido era en abierto, pero olía a carne de zaping
Nihat asustó a Esteban allá por el minuto 16. Su velocidad y sus latigazos impredecibles podían animar el partido. Podían. Pero ni con esas. Alguna galopada, algún amago de arrancada y poco más. El Sevilla en su línea de no demostrar los que es y el lugar en la tabla que ocupa. Baptista no tocó ni un balón. Y las bandas, en otros partidos letales para el equipo de Nervión, estaban hoy muy paradas. Sabi Prieto lanzó otro globo sonda en el minuto 30, pero sin intención. Y a falta de dos minutos, lesión de Nihat. Lo que faltaba para la Real y para el partido. Esperemos que se recupere en el vestuario.
Segunda parte. Lluvia. A mares. Y eso agravaba la confirmación de la lesión del crack turco de la Real. A pesar de todo el equipo txuri-urdin salió con más bríos (lo de haber salido con menos habría sido demasiado preocupante ) Kovacevic entraba en juego: llegaban balones. En estas, Antoñito se jugó un mano a mano con Riesgo que pudo adelantar a los visitantes.
El encuentro pasó entonces por los mejores minutos. El agua había traído ritmo a un partido que tenía sequía de todo. Pero gol, lo que es gol, seguía habiendo poco. La Real necesita un ayudante para Kova cuanto antes. Y La "Bestia" hoy no fue tan fiera y pasó, más bien, por animal de compañía.
A falta de cinco minutos llegó, como agua de febrero, el único tanto del partido. Kovacevic lo merecía y hay veces que la justicia baja al mundo del fútbol. Un gol de delantero nato: a la media vuelta, sin mirar y de disparo potente. Y por si fuera poco por debajo de las piernas de Aitor Ocio. Chapeau por el serbio que lo ha buscado incesantemente y por fin ha vuelto a tener suerte.
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