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Crónica:COPA DEL REY
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fútbol de trincheras

Un Madrid inofensivo, con cinco defensas, no pasa del empate frente al 'segunda' Valladolid (0-0)

El Madrid ha estrenado, en el blando campo de Zorrilla, una línea de cinco defensas. El técnico, Luxemburgo, lo venía insinuando. No se trata de ningún descubrimiento y cabe la duda de que sea una regresión. Pero como tampoco quedaban muchas opciones, se impuso el fútbol de trinchera. En este Madrid apasionado, sin término medio, cualquier cosa parece natural. Hasta visitar al Valladolid, que vacila en Segunda, y librarse de la pelota como si fuera un artilugio peligroso. Terminó el partido y dio la sensación de que Lledó, el portero local, se pudo quedar en su casa. Ayer, no hizo falta.

El fondo del banquillo del Madrid, base de las alineaciones de Copa, es poco profundo. Sobre todo, está corto de centrocampistas. Ante la falta de volantes, Luxemburgo ha optado por eso que presentó ayer ante el Valladolid. Cinco defensas, Celades en el medio centro, Javi García acompañando y Solari multiplicándose en el carril del 10.

Si no fuera por los jugadores, los planteamientos tácticos harían un montón de abstracciones huecas. El problema del Madrid ayer fue justamente que el jugador que dispuso Luxemburgo para cubrir la banda izquierda, Raúl Bravo, restó sentido a todo. Bravo no parece el hombre más indicado para hacerse cargo de una superficie tan extensa de césped, y mucho menos junto a Solari, que ayer ejerció de enganche. En ataque, la desconexión entre los dos jugadores fue palmaria y Bravo, si no se asocia, no es nada. Cuando defendió, llegó tarde tantas veces que el Valladolid volcó casi todo su juego por su zona. La noche, que resultó monótona o agitada para la mayoría, se convirtió en fuente de placeres para Zarandona, Sousa,Víctor y Aduriz. Un verdadero coto. Turnándose por la banda derecha, los atacantes del Valladolid tuvieron la pelota todo lo que quisieron. En el segundo tiempo, alarmado ante la situación, Luxemburgo hizo entrar a Roberto Carlos para que se hiciera cargo.

Fue un partido desmañado, de contrastes muy marcados. Si la banda derecha del Valladolid era una romería, la izquierda parecía un ministerio. Salgado y Javi García pudieron dedicarse a escribir un dietario. En la primera parte les bastó con guardar la posición, esperar y marcar. En la segunda Solari se cambió de banda y procuró desbordar. El argentino fue el único madridista que intentó desequilibrar, el único que disparó con cierta puntería. No fue suficiente porque lo circundó un equipo ajamonado.

Hasta la segunda parte, el Madrid apenas salió del búnker. El Valladolid dispuso del balón y arrinconó al rival contra su inédita línea de cinco defensas. En el medio campo, abierto a los locales, el internacional paraguayo Figueredo desplegó todo su repertorio de llegador nato, pegador y solvente. Lo acompañó Zarandona, hermano del ex internacional español Benjamín, que se gustó cambiando de frente cada vez que pudo. Dicen los que le siguen de cerca que nunca había estado tan acertado en el pase largo como ayer.

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