Inglaterra racanea todo lo que puede
El equipo de Eriksson empata a cero con Nigeria y pasa segunda de grupo
Los ingleses sobrevivieron al grupo de la muerte con más vista que fútbol. En su duelo con Nigeria estuvieron más preocupados de lo que ocurría entre suecos y argentinos que de su faena. Fuera de la competición desde hace días, Nigeria apenas intimidó al equipo de Eriksson, que hizo lo justo al principio y nada, absolutamente nada, después.
Los silbidos del deportivo público japonés en los últimos veinte minutos delataron a la perfección el sesteo de Inglaterra, que se abanicó ante la complacencia del rival, que no quiso saber nada del asunto. Los nigerianos han perdido a lo mejor de su atractiva generación del 94 y el 98, pero su pasiva actitud fue deplorable, sobre todo en el segundo periodo.
A Inglaterra le bastaba un empate para desfilar en octavos y esa fue su porra desde el principio. Descontadas algunas arrancadas de Owen y algún goteo de Scholes, no dejó otra huella. Con sus defensas, especialmente Ferdinand y Cole, sobrados ante la timidez nigeriana, no se sintió apretada. Ni siquiera cuando Seaman, su portero, se dejó ver en un par de tiritos de los nigerianos. La mayor contribución de Nigeria corrió a cargo de su lateral derecho, Sooje, el único que ha exhibido algo en este Mundial: un pañuelo de corsario enroscado a la cabeza.
Poca cosa para medirse con Inglaterra. Ni siquiera para rivalizar con la cresta teñida de Beckham, el extranjero más aclamado por estas tierras, al que más focos se dirigen y más portadas se dedican. Deportivamente, Beckham no está del todo recuperado de la tarascada del deportivista Duscher y el equipo se resiente. Su conexión con Owen es su discurso ofensivo más brillante. Si el empeine de Beckham se tuerce Inglaterra no tiene salida, pierde el guión y su juego se espesa. Inglaterra vale tanto como lo que pesan el "spice" y el liviano delantero del Liverpool.
Si no se encuentran, sólo Scholes ilumina al equipo, aunque la inclinación de todos los ingleses por buscar a Beckham le aísla demasiado del juego. Frente a Nigeria, una de las pocas veces que le encontraron, Scholes resolvió la jugada con un disparo lleno de pólvora que el meta nigeriano desvió con su mano derecha al poste. Lo mejor del partido. Lo único, porque nadie quiso disgustar más de la cuenta al enemigo.
Quizá aburrido también, el sueco Eriksson, a la vista de que sus paisanos despedían a Argentina, retiró a sus dos delanteros, Heskey y Owen, en favor de Sheringham y Vassell, y también protegió a Cole, lastimado. El nórdico ya pensaba en sus vecinos daneses, la siguiente estación para los ingleses. Una victoria les habría emparejado con Senegal, más asequible, en principio, pero Inglaterra sólo quería sobrevivir. Tal y como está el Mundial...
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