15 razones para enamorarse del cine español
Amenábar, el director de los récords
El guionista, compositor y director madrileño Alejandro Amenábar se ha convertido en un experto en batir récords en la industria cinematográfica. Dos de sus películas, Los otros (2000) y Ágora (2009), están entre las 10 con mayor recaudación de la historia del cine español. Además, demostró su talento desde muy pronto. Dirigió Tesis (1995), su primer largometraje, con 23 años y la Academia de Cine quedó fascinada por el debutante. La cinta obtuvo siete de los ocho Goyas a los que optaba, entre ellos, el de mejor director novel. Pero eso solo fue el principio. Seis años después ganó con Los otros su primer Goya como director. Nadie lo ha conseguido tan joven.
Alejandro Amenábar es, tras el compositor Alberto Iglesias y Pedro Almodóvar, el más laureado de las galas: cuenta con tres estatuillas como mejor director, cuatro como guionista y una por la mejor música original. Sus siete largometrajes han acumulado 96 nominaciones y 41 de ellas se han materializado en Goyas, es decir, algo menos de la mitad.
Sin embargo, el reparto es desigual. En 2016, por ejemplo, no recibió ni una sola estatuilla, pese a lograr uno de los mayores números de nominaciones, nada menos que 18, por Regresión (2015). A pesar de todo, en dos ocasiones ha hecho casi pleno. La primera vez fue con la mencionada Tesis, y la segunda, con Mar adentro (2004). La cinta sobre el marinero gallego tetrapléjico que lucha por una muerte digna fue la opción favorita en 14 de las 15 categorías en las que estaba nominada, convirtiéndose en la que más Goyas ha conseguido en una noche, título que sigue ostentando 16 años después de la hazaña. Amenábar contaba entonces con 33 años cuando, además del reconocimiento nacional, llegó el internacional al ganar por esta cinta el Oscar a la mejor película extranjera.
Otras películas de Amenábar premiadas con Goyas
El talentoso abuelo del cine español
Fernando Fernán Gómez (Lima, 1921-Madrid, 2007) fue el gran protagonista de la primera edición de los Premios Goya, en 1987, aunque no acudiera a la gala en la que se llevó tres estatuillas. Dos por la adaptación que escribió, dirigió y protagonizó a partir de su novela El viaje a ninguna parte (1986) y otra por su papel en Mambrú se fue a la guerra (1986), que también dirigió. Aquella primera fiesta del cine no podía tener otro padrino que Fernán Gómez, uno de los más prolíficos y reconocidos cineastas de la segunda mitad del siglo XX, además de novelista, dramaturgo y miembro de la Real Academia Española.
Por entonces, ya llevaba más de 40 años de carrera y dos centenares de largometrajes a sus espaldas, como secundario o como protagonista, y una veintena como director. Antes de ser un cómico ambulante (El viaje a ninguna parte) o un republicano en la clandestinidad (Mambrú se fue a la guerra), había sido un galán del cine de posguerra (Domingo de Carnaval, 1945), un histrión de la astracanada (La venganza de Don Mendo, 1961) y el mismísimo Don Quijote, con un escudero menos rechoncho, con los pantalones caídos y acento mexicano: Cantinflas (Don Quijote cabalga de nuevo, 1971).
Después de aquella primera noche de ausencia, Fernán Gómez tuvo ocasión de saldar su deuda con las galas de los Goyas con motivo de sus ocho nominaciones y tres nuevos premios: uno por su icónico papel protagonista en El abuelo (1998), de José Luis Garci; otro por su secundario en la oscarizada Belle époque (1992) y el tercero, por el guion de Lázaro de Tormes (2000), adaptación de la novela anónima. El veterano artista siguió actuando hasta poco antes de fallecer, en 2007. En su última intervención, volvió a hacer de abuelo, en el debut de Gustavo Ron, Mía Sarah, el año anterior.
Otras cintas premiadas para disfrutar de Fernán Gómez
El guionista del absurdo español
¡Ay, Carmela! es el segundo título más premiado de la historia de los Goya. Logró 13 estatuillas que reconocieron la labor de profesionales de muchas categorías, tanto técnicas como artísticas. Hubo premios para sus actores, Carmen Maura, Andrés Pajares y Gabino Diego; para su director, Carlos Saura, y para el prolífico Rafael Azcona (Logroño, 1926-Madrid, 2008), el guionista con más Goyas, seis en total, y el único que cuenta con el Goya de Honor, que le otorgó la Academia de Cine en 1998 por sus cuarenta años de carrera.
Azcona ha firmado el guion de un centenar de películas que, desde el humor, la nostalgia y la ternura, han retratado la sociedad española desde 1958, cuando adaptó El pisito, que dirigió Marco Ferreri, hasta su fallecimiento en 2008, cuando se estrenó Los girasoles ciegos, de José Luis Cuerda, con la que logró su sexto y póstumo Goya. Azcona ha escrito para multitud de cineastas. Además de con Carlos Saura, hizo tándem con José Luis García Sánchez. Cuando al dúo se unió Fernando Trueba en Belle époque, Azcona supo también lo que era ganar un Oscar. Su nombre está detrás de las inolvidables sátiras de Luis García Berlanga, para quien escribió Plácido, El verdugo o La escopeta nacional. Una carrera culminada con lo que el escritor Manuel Vicent consideró “la última ironía de Azcona”: “morirse el Domingo de Resurrección”.
Otras películas con el sello de Rafael Azcona
El maestro en hacer saltar todo por los aires
Reyes Abades (Badajoz, 1949-2018) ha sido uno de los más grandes magos de España sin necesidad de subirse a un escenario: con su magia se desató un apocalipsis en Madrid (El día de la bestia), dos payasos pudieron pelear a muerte en lo alto de la Cruz de los Caídos (Balada triste de trompeta) y ha logrado que le peguen un tiro en la frente a Carmela sin que su actriz, Carmen Maura, sufra un rasguño (¡Ay, Carmela!). Son tres de los ocho Goyas que recibió a lo largo de su vida, lo que le convierte en uno de los profesionales más reconocidos. Incluso estuvo nominado dos veces en 2018, al poco de fallecer con 68 años.
Abades ha desplegado sus ilusiones en forma de efectos especiales en los platós de cine de Álex de la Iglesia, de Carlos Saura o, incluso, del estadounidense Ridley Scott, en más de 350 ocasiones desde que empezó a finales de los años sesenta. También lo logró en directo. Abades fue el elegido para crear el efecto que encendió el pebetero de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 con una flecha de fuego lanzada a más de 80 metros.
Pero su reino siempre fue la gran pantalla. La belleza de los cielos eléctricos y el barro revuelto de Tierra de Julio Medem y la tragedia que esconden los coches que hace saltar por los aires un comando del grupo terrorista ETA en la cinta de Imanol Uribe Días contados, la gran triunfadora de la gala de 1995, forman parte de su legado y su labor en ellas también fue reconocida con sendos Goyas.
Otras películas premiadas con la magia de Reyes Abades
El iluminador de los sentimientos
El eibarrés Javier Aguirresarobe, con más de 30 años de cristalina carrera en España rematada por otros 10 en Hollywood, es el director de fotografía que más Goyas ha ganado. Soldados de Salamina, la adaptación que hizo David Trueba del libro de su buen amigo Javier Cercas, fue el quinto. Al año siguiente Aguirresarobe volvería a la gala a recoger el sexto, y último Goya hasta la fecha, por Mar adentro.
Aguirresarobe debutó con Fernando Colomo en su clásico de 1978 ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?, y de inmediato se hizo un hueco en la industria de la mano de Imanol Uribe, Julio Medem y Pilar Miró, con quien ganó dos Goyas. Se especializó en crear ambientes intimistas, tanto en interiores como al aire libre, cargados de sentimientos, que sobresalieron especialmente en Secretos del corazón, de Montxo Armendáriz, o en la manera en que cargó de pesadumbre los grises de la Guerra Civil y los brillos de la lluvia en la misma Soldados de Salamina
Tres años antes había obtenido otro por las tinieblas en las que envolvió a Nicole Kidman en Los otros (2001), con Amenábar, con el que volvió a trabajar en la luminosa Mar Adentro (2004). La proyección internacional del director también impulsó la de Aguirresarobe, que empezó a trabajar con Woody Allen, la primera parada de su aventura americana en la que ha llegado a iluminar vampiros en la saga Crepúsculo. Allí sigue trabajando a los 73 años, y sin visos de retirarse, dando forma y matices sobre la pantalla a los rostros de estrellas como Cate Blanchett, cuya piel clara y aterciopelada, asegura, es un placer iluminar.
Otras películas con el toque de Aguirresarobe
El gran icono del cine fantástico nacional
Las brujas de Zugarramurdi, el aquelarre de aventuras de Álex de la Iglesia con las hechiceras milenarias del País Vasco, encantó, en su acepción más mística, a la Academia de Cine, especialmente la parte técnica, por la que el filme se llevó ocho Goyas de los 10 a los que optaba, incluido el que recibió Terele Pávez, incondicional del director bilbaíno, como mejor actriz de reparto. Se situó así como la novena película con más galardones, empatada con Celda 211 (2009), Los otros (2001), Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), Días contados (1994) y El rey pasmado (1991).
De la Iglesia llegó presidir la academia del cine para representar a las “30.000 personas que tienen la inmensa suerte de vivir fabricando sueños”, según decía. Es uno de los directores españoles con el sello personal más reconocible. Su universo está lleno de nostalgia, telebasura, violencia, personajes grotescos y criaturas fantásticas. Lo ha demostrado a lo largo de las 14 ficciones que ha escrito y dirigido desde que estrenara el esperpento futurista Acción mutante en 1993. Aquel debut se hizo con tres Goyas en las categorías técnicas, como los efectos especiales, y le valió la nominación a mejor dirección novel con 28 años. Su siguiente película, El día de la bestia (1995) consiguió seis galardones de los 14 a los que estaba nominada, entre ellos,el de mejor dirección. Se trata de la única vez que lo ha ganado, aunque ha estado nominado en cuatro ocasiones más.
Otras películas multipremiadas de Álex de la Iglesia
Ángela Molina, el Goya que premia una vida
El agua tuvo la culpa de que Ángela Molina haya dedicado su vida al cine. La actriz madrileña, de 65 años, estaba rodando una escena de su primera película, No matarás (1974), en la que tenía que beber de una fuente con las dos manos, cuando divisó con claridad su futuro. “Vi lo cristalina y bonita que era y pensé: ‘Me voy a dedicar a esto, a hacer sentir lo que es la vida’. Fue un momento de revelación”, confesó en EL PAÍS. Y su padre, el cantante Antonio Molina, terminó de animarla: “Tú harás de todo tipo de personas, de todo tipo de mujeres, de puta, de monja, de todo”, recordaba la hija.
Y Ángela Molina ha hecho de todo, pero siempre y cuando le cuadrara. Porque lo mismo que ha trabajado con grandes directores, ha dejado plantados a unos cuantos. Con 22 años, tres después de su debut, Luis Buñuel la llamó para la que sería su última película, Ese oscuro objeto de deseo, tras verla en Camada negra (1977), de Manuel Gutiérrez Aragón. Con él aprendió mucho. “Hasta a dar hostias y recibirlas”, ha reconocido a este periódico. Tras Buñuel, luchó por demostrar su versatilidad y huir de la imagen de objeto de deseo. Lo que le llevó a trabajar por toda Europa y ser una actriz internacional sin necesidad de pisar Hollywood.
En España, su trabajo le ha proporcionado cinco nominaciones a los Goya, aunque siempre se ha marchado con las manos vacías. Una de ellas fue por Las cosas del querer (1989), un homenaje a la copla, el género que su padre había cultivado, en forma de musical. Este año, la actriz sabe que será distinto y que saldrá de la gala con una estatuilla. La Academia ha decidido otorgarle el Goya de Honor a toda su carrera, un currículum cristalino en el que, además de Buñuel, figuran nombres imborrables de la historia del cine como Ridley Scott o Giuseppe Tornatore.
Otras películas para descubrir a Ángela Molina
El rosto más popular del cine español
Antonio Resines ha estrenado más de 70 películas desde que debutara con Ópera prima de Fernando Trueba en 1980, y más de una decena de series de televisión. Y han sido sus interpretaciones más desenfadadas las que le han convertido en uno de los actores más populares de las últimas décadas. Por eso, su papel en el drama romántico La buena estrella llamó la atención de la Academia, que le reconoció como mejor actor protagonista. Fue su primera nominación tras 17 años de carrera.
Resines demostró con esta película que era lo suficientemente versátil para mimetizarse con el carnicero castrado a consecuencia de un accidente de juventud que se enamora de una joven embarazada cuyo novio está en la cárcel. Una historia de Ricardo Franco llena de silencios y diálogos con la mirada que obtuvo otros cuatro Goyas y supuso el último proyecto del director, que falleció al año siguiente.
Tras La buena estrella, el actor comenzó a recibir propuestas para participar en proyectos alejados de la comedia que hasta entonces había cultiva. En 2001 estrenó el thriller policíaco La caja 507 de Enrique Urbizu y en 2002 la adaptación de la novela de Juan Marsé El embrujo de Shanghai (2002) de Fernando Trueba. Además, su idilio con la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que dirigió entre 2015 y 2016, continuó al año siguiente con su nominación por La niña de tus ojos (1997), pero volvió a pararse hasta que una década más tarde obtuvo su última nominación hasta el momento por su papel de jefe de servicio en una prisión en Celda 211 (2009).
Otros clásicos del cine español con Antonio Resines
La forja de un talento internacional
Javier Bardem es el actor que ha cosechado más Goyas, cinco de los ocho a los que ha estado nominado. Cuatro como actor protagonista y uno, el primero que ganó, por actor de reparto en Días contados (1994). El intérprete canario encabeza el listado muy por delante de los monstruos de la actuación Alfredo Landa, Fernando Fernán Gómez, Antonio de la Torre, Luis Tosar y Javier Gutiérrez, todos con dos.
Su primera nominación como protagonista llegó con Jamón, jamón, la erótica y pasional cinta de Bigas Luna a la que Bardem le debe mucho, según su propia confesión: “Una profesión, unos trabajos, incluso una mujer”, dijo a EL PAÍS. Aquel rodaje supuso el primer encuentro cinematográfico con Penélope Cruz, actriz con la que trabajaría en varias ocasiones y con la que acabaría casándose. “Si el rodaje y el trato de Bigas no hubiesen sido tan placenteros, a lo mejor ni yo, ni Jordi [Mollá] ni Penélope hubiésemos seguido”.
Pero su primer Goya como protagonista llegará en 1996 por su papel en Boca a boca (1995), de Manuel Gómez Pereira, uno de los directores de comedia de moda en los años noventa, al que siguieron los reconocimientos por Los lunes al sol (2002), Mar adentro (2004) y Biutiful (2010). Además, Bardem ha sido el primer actor español en ganar un Oscar, lo que logró con su papel en la película de los hermanos Coen No es país para viejos (2007). Desde entonces, Bardem trabaja a ambos lados del Atlántico, ha compartido pantalla con Scarlett Johansson y Julia Roberts y ha encarnado al villano enemigo de James Bond en Skyfall (2012).
Otras películas para ver al mejor Javier Bardem
El último pellizco de Berlanga
Luis García Berlanga (Valencia, 1921-Madrid, 2010) ganó los Goyas a la mejor película y la mejor dirección con Todos a la cárcel, el corrosivo filme que rodó con 72 años en la última etapa de su carrera. Berlanga había alumbrado ya algunos de los títulos más importantes del cine español: Plácido (1961), la segunda película española nominada al Oscar —tras La venganza de Juan Antonio Bardem, con quien dirigió su primera película Esa pareja feliz (1953)— o El verdugo (1963), esa comedia negra sobre la escalofriante dualidad de una España sumergida en el oscuro alquitrán de la dictadura, con la pena de muerte como uno de sus peores símbolos, que intenta sacar un brazo hacia la modernidad y una pieza clave del cine patrio. Este año se cumple un siglo de su nacimiento, por lo que recibirá un homenaje en la gala de los Premios Goya.
En todos sus títulos, más de 15, Berlanga ofreció un estilo y una voz tan personales que han acabado encontrando cabida en el Diccionario bajo el adjetivo berlanguiano. Fue cronista de las miserias y las alegrías de un país embarrado por los traumas de la guerra; sorteó la censura con mordaces comedias costumbristas que arrancan una sonrisa triste, casi siempre en tándem con el prolífico guionista Rafael Azcona. La democracia quitó el freno a la sátira en títulos como La vaquilla (1985) o Todos a la cárcel, su penúltimo delirio de enredos en la que satirizaba la corrupción política, coescrita junto a su hijo, el periodista y escritor Jorge Berlanga, quien redactó la última berlanguianada al describir las últimas horas de su padre: “Cenó una tortilla de patata, vio un partido del Valencia y amaneció muerto”.
Otras cintas imprescindibles de Berlanga
La consagración de una veterana
Tras una década escribiendo para otros, Agustín Díaz Yanes decidió con 45 años que él sería el director de sus propias historias. La decisión acarreó una tormenta de premios. Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto logró ocho estatuillas de las diez a las que optaba, y el director madrileño vio reconocida su doble labor: como guionista y como debutante. Victoria Abril, la protagonista del filme, ganó un Goya por primera vez, tras siete intentonas. También fue el primero para la ya veterana Pilar Bardem, con la que Abril formaba el tándem nuera-suegra en la aclamada cinta, considerada por la crítica “una de las películas más duras, negras y emocionantes del cine español”.
La carrera de Victoria Abril se encontraba en la cumbre. Tras 20 años en la profesión —en cuyos inicios compaginó el cine con la televisión, donde fue azafata del Un, dos, tres…—, se había convertido en imprescindible en las películas de Vicente Aranda y había vivido un idilio profesional con Pedro Almodóvar. Además, alternaba su trabajo en España con papeles en Francia. Tras el reconocimiento en los Goya, volvería a estar nominada por Sin noticias de Dios, otra película junto a Díaz Yanes, y por El séptimo día, de Carlos Saura. Su último gran reconocimiento ha llegado este año con el premio de honor en la última edición de los Premios Feroz, otorgados por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España, que celebran sus más de 80 películas en sus 40 años de carrera.
Otros títulos nominados con la mejor Victoria Abril
El ascenso del eterno nominado
El actor malagueño Antonio de la Torre se puso en el radar del público y la crítica en 2006. Ese año realizó un papel secundario en Volver de Pedro Almodóvar y en Azul oscuro casi negro, el debut del madrileño Daniel Sánchez Arévalo, un drama con toques de comedia, cuyo papel de convicto fue premiado con el Goya a mejor actor de reparto. Era la primera vez que optaba al galardón, aunque llevaba una década apareciendo en pequeños papeles en una veintena de películas. Sánchez Arévalo, que consiguió por su parte el Goya al mejor director novel, ya no dejaría a De la Torre. Le gustaba su actitud de “alguien normal, un tío de aspecto corriente que podría ser tu vecino, el español medio”. Y por eso está en los cuatro largometrajes de su filmografía.
A aquel primer reconocimiento le han seguido 13 nominaciones más, lo que convierte a Antonio de la Torre en el actor que más veces ha optado a los galardones. Su talento y su poderosa personalidad en la gran pantalla han hecho que su presencia sea habitual en todas las ediciones de los premios. Pudo ganar por sus interpretaciones en Gordos (2009), la segunda cinta de Sánchez Arévalo para la que engordó 33 kilos; Balada triste de trompeta (2010), de Álex de la Iglesia, o Grupo 7 (2012), junto a Mario Casas, entre otras. Pero no logró su segundo Goya hasta 2019, con el papel de político corrupto en el thriller de Rodrigo Sorogoyen, El reino, que se alzó con siete Goyas.
Otras películas para disfrutar de Antonio de la Torre
El nombre que ha estado en la mitad de las 34 galas
Nadie como el compositor donostiarra Alberto Iglesias ha subido tantas veces al escenario a recoger un premio Goya. Sus 11 estatuillas solo están a tiro de las 10 de Pedro Almodóvar, el director, por otra parte, con el que ha mantenido una estrecha y fructífera relación profesional hasta el punto de que seis de los 11 galardones son recompensa a partituras creadas para el director manchego. En total, la sinfonía de laureles de Iglesias abarca 17 nominaciones, lo que significa que su nombre ha estado presente entre los mejores en la mitad de las galas que celebra el cine español desde 1987.
El rumbo de la vida de Iglesias cambió cuando conoció a unos amigos de su hermano que coqueteaban con el mundo del cine. Se llamaban Montxo Armendáriz e Imanol Uribe. Su primera composición, con 23 años, fue para el cortometraje Paisaje (1978) de Armendáriz. Uribe terminó de ponerle en el camino con La muerte de Mikel (1984) y otro cineasta de San Sebastián, Julio Medem, le llevó a la alfombra roja con Vacas (1992) y con La ardilla roja (1993), que le reportaron su primera nominación y su primer Goya, respectivamente.
Con su inseparable Medem estrenó en 2001 Lucía y el sexo, que fue recibida con entusiasmo: permaneció 35 semanas en la cartelera, llevó a las salas a casi millón y medio de espectadores y logró 11 nominaciones a los Goya, de los que obtuvo los de mejor actriz para Paz Vega, y mejor música para Alberto Iglesias. De ella, Ángel Fernández-Santos comentó en este periódico que se trataba de un “filme misterioso, alquímico, enrevesado, ambicioso y con brotes de una rara originalidad plástica”. Así también es su música, ambiental y enigmática, aunque su tema más popular, Me voy a morir de tanto amor, que fue utilizado años más tarde en un capítulo de la tercera temporada de la serie estadounidense de culto Mad Men, sea luminoso y nostálgico.
Otras películas premiadas por la música de Alberto Iglesias
La primera directora premiada
El perro del hortelano trataba un tema insólito en el siglo XVII. Su directora, Pilar Miró, lo resumía así: “Una mujer dueña y señora de voluntades lucha por el hombre que le gusta y utiliza su ingenio y su posición para conseguir lo que quiere y como quiere”. Y con este argumento empoderado, la realizadora madrileña conseguiría también algo insólito en el siglo XX: ser la primera mujer en ganar un Goya a la mejor dirección. Un camino aún muy poco transitado en el que solo figuran, además de Miró, Icíar Bollaín e Isabel Coixet (en dos ocasiones).
Pilar Miró también fue recompensada en aquella gala por su adaptación de la comedia homónima de Lope de Vega. La película en total se llevó siete Goyas, incluyendo a sus dos protagonistas: Carmelo Gómez y Emma Suárez, y supondría el colofón de la pletórica carrera profesional de Pilar Miró, que se truncaría con su fallecimiento al año siguiente.
Antes de su última etapa cinematográfica, la directora había pasado de los platós de cine y televisión a los despachos. Pilar Miró fue directora general de Cinematografía y de RTVE, sillones desde donde intentó apoyar a las producciones españolas y dinamizar la promoción del cine español en festivales internacionales. Escribió y dirigió nueve películas, entre las que se cuentan títulos tan dispares como la impactante El crimen de Cuenca (1979), inspirada en un error judicial de principios del siglo XX que hizo que el Ejército la secuestrase por la imagen que ofrecía de la Guardia Civil, o la personal e intimista Gary Cooper que estás en los cielos (1980), un homenaje al jinete con el que se escapaba en sueños para huir del miedo que le producían su “padre, las monjas y las amígdalas”.
Otros clásicos de Pilar Miró
El florecimiento de una nueva sensibilidad
Icíar Bollaín ha retratado los problemas de las mujeres con una sensibilidad que, hasta su debut en 1995 con Hola, ¿estás sola?, ningún otro director había tenido hasta entonces. Sus historias han puesto sobre la mesa temas como la soledad, la amistad femenina, la inmigración o la violencia machista. Esta última cuestión fue el centro del argumento de Te doy mis ojos (2003), su título más aclamado hasta el momento, que obtuvo siete Goyas, entre los que se incluían mejor dirección y mejor guion original.
Con este drama protagonizado por Laia Marull y Luis Tosar, Bollaín pretendía acercar esta lacra social al espectador sin estridencias ni victimismos, de un modo diferente al que acostumbra a ver en los informativos de televisión. “Me gustaría que se entendiese el problema. Que no es todo blanco o negro. Hay gente con la idea reduccionista de que ellas son tontas por aguantar”, declaró en rueda de prensa durante el rodaje. En la última década, Bollaín ha sumado a su relato cinematográfico la preocupación por el medio ambiente a través de títulos como También la lluvia o El olivo, ambas escritas por Paul Laverty, guionista habitual del director del realismo social británico Ken Loach.
Otras películas por las que Icíar Bollaín ha sido nominada
Todas estas películas se pueden ver en FlixOlé, la plataforma que ofrece más de 3.500 títulos por 2,99€/mes y 14 días de prueba gratuita.
Descúbrelo todo en flixole.com