En un lugar de La Mancha donde nada es lo que parece
Una estepa que esconde más de 300 volcanes, un pueblo de apenas mil habitantes que fue una gran ciudad romana, o un plato que ya llenaba la panza en tiempos de Don Quijote y que hoy se encuentran en la carta de cualquier restaurante manchego. Recorrer la DO Valdepeñas, en Ciudad Real, es una aventura impredecible
Pocos dirían que Castilla-La Mancha es tierra de volcanes, pero lo cierto es que, en la comarca del Campo de Calatrava, al sur de la provincia de Ciudad Real, se concentran más de 300 formaciones volcánicas inactivas desde hace miles de años que permiten comprender el funcionamiento de nuestro planeta. La tranquilidad y quietud de estos paisajes tampoco hacen sospechar que, no muy lejos de esta comarca manchega, se levantó hace dos mil años una de las ciudades más importantes y pobladas del Imperio Romano, Laminium, hoy municipio de Alhambra.
Y en la localidad de Valdepeñas, el epicentro de la denominación de origen (DO) vinícola homónima, se esconden bajo el suelo otros tesoros patrimoniales que incluso algunos de sus propios habitantes desconocen: cuevas centenarias donde se almacenaban vinos y alimentos y que sirvieron de refugio en periodos de guerra. En esta región manchega, donde la tierra y el cielo se unen en el horizonte, el viajero comprobará que nada es lo que parece a simple vista.
En las entrañas de Valdepeñas
Bajo muchas viviendas y edificios institucionales de la localidad de Valdepeñas (Ciudad Real) se oculta un valioso tesoro patrimonial: antiguas cuevas, excavadas desde hace siglos para almacenar vino principalmente, aunque también servían de fresqueras para otros alimentos e incluso de refugio durante la Guerra Civil. El equipo de investigación Cuevas de Valdepeñas, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), trabaja desde 2018 para localizar y recuperar estas cuevas. En este vídeo, la investigadora Tonka Ivanova Angelova nos descubre este y otros tesoros del municipio ciudadrealeño que no pueden verse a simple vista.
Tras la pista del hidalgo más famoso de La Mancha
“Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquéllos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:
-Non fuyades, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete”.
'El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha´. Primera parte, capítulo VIII. Miguel de Cervantes Saavedra.
Este pasaje sirvió al artista valdepeñero José Lillo Galiani como inspiración para realizar la escultura que domina la avenida Primero de Julio de Valdepeñas Alegoría a la batalla de los molinos de viento. Sin embargo, esta no es la única pieza escultórica que el municipio dedica al caballero de figura triste. La misma avenida reúne hasta cinco esculturas, y otra más en la plazoleta del Teatro Auditorio Francisco Nieva.
El plato más quijotesco que perdura a través de los siglos
Poco se sabe del origen de los duelos y quebrantos que ya degustaba “los sábados” el cervantino don Alonso Quijano. Un plato que perdura a través de los siglos y que es hoy seña identitaria de esta zona.
En el restaurante Tinajas, de Valdepeñas, el cocinero Ángel Gómez prepara este plato con algo más que con huevos y tocino –los que se creía que eran los ingredientes en el siglo XVII–. También le suma chorizo y morcilla. Y es que en Castilla-La Mancha, este plato se puede hacer de distintas formas. “El truco está en un utilizar una sartén con solera y dejar los huevos poco cuajaditos, para poder mojar bien”, explica Gómez, regente también de este restaurante valdepeñero.
La Mancha, tierra de volcanes
A lo largo y ancho de los 5.000 kilómetros cuadrados que comprende la comarca del Campo de Calatrava se concentran hasta 330 formaciones geológicas de millones de años, pero inactivos desde hace miles que permiten comprender el funcionamiento del planeta. Gracias a la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava, el de Cerro Gordo es, desde 2019, el primer volcán musealizado de la península Ibérica, e incorpora un centro de interpretación y visitas guiadas.
La disposición de pasarelas a través de la formación rocosa permite adentrarse en los pasadizos que han dejado los enormes cortes practicados en la roca desde hace siglos para extraer la puzolana, la ceniza volcánica con la que ya desde los romanos se hacía cemento. Se trata de una práctica famosa en otras importantes regiones volcánicas como en la actual Pozzuoli (Italia), en las faldas del Vesubio.
El pozo más antiguo de la península Ibérica
En la vega del río Azuer se encuentra otro tesoro prehistórico, la Motilla del Azuer, el yacimiento más representativo de la Edad del Bronce de La Mancha (del año 2200 al 1300 a.C.) y en el que más esfuerzos arqueológicos se han invertido. Gracias a las diferentes excavaciones acometidas desde los años setenta del siglo pasado, se ha conseguido averiguar el tipo de vida y las actividades que encierra esta motilla, un tipo de asentamiento único de la Prehistoria.
El yacimiento visitable se encuentra emplazado en este lugar porque permitía el acceso a recursos productivos básicos: estas tierras eran potencialmente óptimas para la explotación agropecuaria, contaban con un importante abastecimiento de agua almacenada en el subsuelo. El pozo de la Motilla de Azuer es el más antiguo documentado en la península ibérica. Su ubicación también permitía el control de rutas naturales, vitales para los intercambios de materias primas y recursos que realizaban las poblaciones prehistóricas.
La estructura servía de centro económico de las comunidades que lo habitaron. Se conservan los grandes silos de almacenaje donde se conservaban productos como cereales y hornos para la cocción de la cerámica, el tostado de cereales o la producción metalúrgica. Se ha documentado la presencia de una cabaña ganadera y un conjunto de viviendas a las afueras de la motilla, de las que las investigaciones han concluido que podrían haber estado ocupadas por un grupo de más de 100 personas.
Descubriendo el auténtico queso manchego
Desde la Denominación de Origen Queso Manchego quieren dejar algo claro: si no se utiliza leche de oveja de raza manchega no estamos ante el auténtico queso de la región. La leche de este animal autóctono tiene unas características propias, como explica el presidente de la DO, Antonio Martínez Blasco: “Son muy diferentes a las demás leches de oveja de otras razas, aunque estén implantadas y criadas en la misma zona”, añade.
Martínez aclara: “Tanto en boca como en nariz son fácilmente reconocibles los aromas y sabores de la leche, más intensos en quesos semicurados –de unos tres meses de curación–. Su intensidad se va perdiendo en favor de otros recuerdos más intensos que pueden recordar a frutos secos, o incluso a turrón por su sabor y mantecosidad en quesos más curados”.
El queso manchego se puede consumir en cualquier momento del día. En desayunos, se aconsejan los semicurados; para aperitivo o postre, más presencia de los tipos curados o añejos. La forma de corte es muy importante: “Una cuña gruesa permite apreciar mejor los matices del queso manchego”, recomienda.
El pueblo que recrea la vida de los iberorromanos
Los vecinos del municipio de Alhambra (Ciudad Real) tienen una afición peculiar: todos los veranos recrean la vida de los pueblos iberorromanos que hace más de 2.000 años habitaron estas mismas tierras. Durante varias jornadas, los alhambreños visten túnicas o armaduras romanas, disparan con arco, asisten a luchas entre gladiadores u organizan banquetes gastronómicos al atardecer. “Una tradición muy conocida en la comarca y que atrae a centenares de visitantes cada año, especialmente familias”, como explica Francisco Antonio Mora, guía turístico de la empresa local Terra Laminitana.
Por su situación estratégica –situada en lo alto de un cerro amesetado–, esta tierra ha estado habitada ininterrumpidamente por el ser humano desde hace 4.000 años (pobladores de la Edad del Bronce, iberos, romanos, visigodos, árabes y cristianos). Y se convirtió en una de las ciudades romanas más importantes de la meseta sur de la Península, conocida como Laminium. El visitante puede adentrarse en la historia de esta localidad y todo el paraje que lo circunda a través de un museo arqueológico y etnográfico, monumentos como la iglesia de San Bartolomé, inscripciones y esculturas romanas, una necrópolis visigoda, un aljibe o una bodega iberorromana.
Renacimiento italiano en plena Mancha
Si algo permite la provincia de Ciudad Real es viajar en el tiempo con tan solo desplazarse entre municipios. A tan solo seis kilómetros de Alhambra se encuentra el municipio Viso del Marqués, donde espera al visitante una joya renacentista: el palacio de los Marqueses de Santa Cruz. Declarado Monumento Nacional en 1931, fue construido entre los años 1564 y 1588 por orden de Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz y almirante de Marina. Debido a sus largas estancias en Italia e influido por los gustos de la época, el marqués contrató a artistas italianos, que dejaron su impronta en este impresionante palacio, edificado junto al Camino Real, trayecto obligado desde la Corte (en el centro peninsular) hacia el sur.
1. Su ubicación en plena Mancha responde al deseo del almirante de fijar su residencia en un punto estratégico equidistante de la corte madrileña y de las bases de sus escuadras en Cádiz, Cartagena y Lisboa. Foto: Saturnino Perez Garrido / Alamy Stock Photo
2. De estilo renacentista y planta cuadrada, es obra de Giovanni Battista Castello, conocido por el Bergamasco, y Enrique Egas. Foto: Felipe caparros cruz / Alamy Stock Photo
3. En este conjunto arquitectónico destacan los de 8.000 metros cuadrados de frescos manieristas, obra de los pintores traídos desde Italia, Giovanni Battista Peroli, Esteban Peroli y César de Bellis. Foto: Saturnino Perez Garrido / Alamy Stock Photo
1. Su ubicación en plena Mancha responde al deseo del almirante de fijar su residencia en un punto estratégico equidistante de la corte madrileña y de las bases de sus escuadras en Cádiz, Cartagena y Lisboa. Foto: Saturnino Perez Garrido / Alamy Stock Photo
2. De estilo renacentista y planta cuadrada, es obra de Giovanni Battista Castello, conocido por el Bergamasco, y Enrique Egas. Foto: Felipe caparros cruz / Alamy Stock Photo
3. En este conjunto arquitectónico destacan los de 8.000 metros cuadrados de frescos manieristas, obra de los pintores traídos desde Italia, Giovanni Battista Peroli, Esteban Peroli y César de Bellis. Foto: SATURNINO PEREZ GARRIDO / ALAMY STOCK PHOTO
Hectáreas 14.000
Variedades de uva
Blanca
- Airén
- Macabeo
- Chardonnay
- Verdejo
- Sauvignon Blanc
- Moscatel de Grano Menudo
Tintas
- Garnacha tinta
- Cabernet Sauvignon
- Merlot
- Syrah
- Petit Verdot
Una llanura de vinos aromáticos e intensos
La DO Valdepeñas tiene su centro en la localidad homónima. Su zona de producción se extiende a través de los campos de Montiel y Calatrava, Sierra Morena, y es atravesada por el río Jabalón. El territorio abarca nueve municipios ciudadrealeños más: Alcubillas, Moral de Calatrava, San Carlos del Valle, Santa Cruz de Mudela, Torrenueva, Torre de Juan Abad, Granátula de Calatrava, Alhambra y Montiel.
Es una región dominada por el clima continental del interior sur de la península, con un gran contraste entre las estaciones. Las características geográficas –un paisaje típico de llanura salpicado de pequeños altozanos– permiten obtener vinos equilibrados en alcohol y acidez. Sus tintos se caracterizan por ser vinos aromáticos, de color intenso, pero sueves en boca. De las uvas blancas se obtienen vinos frescos, no muy intensos y con aromas afrutados.
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