Así fue la Feria del Libro de Madrid: grandes autores, colas de derechas, fiestones y lluvias amenazantes

El evento mostró un año más la gran diversidad que se da en el sector editorial español y congregó a los mundos de la literatura y de la fama, con la meteorología en contra varios días

La reina Letizia visitó la Feria de Libro pro sorpresa el día 31 de mayo de 2023.Isabel Infantes (EFE)

La Feria del Libro de Madrid es siempre la misma cosa, pero siempre diferente: cambia el puesto de cada librería, organismo o editorial; cambian, claro está, los libros; incluso cambia la morfología del evento según hayan crecido los magnolios, lo que revela un inopinado vínculo de la feria con el medio natural que la rodea, el parque del Retiro.

Hubo polémicas previas: ...

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La Feria del Libro de Madrid es siempre la misma cosa, pero siempre diferente: cambia el puesto de cada librería, organismo o editorial; cambian, claro está, los libros; incluso cambia la morfología del evento según hayan crecido los magnolios, lo que revela un inopinado vínculo de la feria con el medio natural que la rodea, el parque del Retiro.

Hubo polémicas previas: la directora Eva Orúe, además de cambiar la señalética, poner toldos para frenar el sol (la feria es ahora “dermosaludable”) e introducir ciertos rediseños, consiguió que finalmente todas las editoriales tuvieran caseta, excepto alguna que se ausentó de las negociaciones. Incluso se ganó espacio para esas editoriales minúsculas que hacen libros artesanales, libros-objeto, arte y poesía, y que discurren por cauces paralelos. Las llamaron indómitas, porque lo son.

La gran invitada fue la ciencia, por primera vez una disciplina del conocimiento y no un país, una gran idea para colaborar a la destrucción de la limitante y artificiosa frontera que se tiende entre las ciencias y las humanidades. Así que se habló mucho de ciencia en conferencias, debates, charlas y paseos (ha habido hasta 400 actividades). La otra gran invitada, esta no deseada, fue la lluvia (llovió 12 de los 17 días, el máximo en lo que va de milenio), tema de conversación en las casetas y en las numerosas fiestas que rodean la feria. Por ejemplo, la muy institucional fiesta de Penguin Random House. O la populosa fiesta del grupo de editoriales independientes Contexto. O, las más alternativa de todas, la entrañable Osa Moña. O la de la editorial Libros del K.O. donde se deja ver buena parte del periodismo español (y, por tanto, medio Twitter) y que anega en resaca las redacciones al día siguiente. Pero, vaya, que llovió mucho y que la mera amenaza de lluvia pudo servir como medida disuasoria para algunos lectores. Pero más importantes son los campos y los pantanos.

Los datos de afluencia y ventas llegarán a mediados de semana, pero la organización, pese a las nubes, es optimista: asegura que las cifras serán como mínimo “similiares a las de la pasada edición”. “Aunque no tenemos aún los datos definitivos, las sensaciones son excelentes”, afirma la directora en un comunicado.

La llegada de la actriz Ana Obregón a la Feria del Libro de Madrid para firmar ejemplares de 'El chico de las musarañas'. Foto: JUAN BARBOSA

Reinas y actrices

La reina Letizia no acudió a inaugurar porque era campaña electoral y no convenía meterse en esos fregaos, así que el paseíllo lo hicieron los políticos, con mucho menos glamur. Pero la monarca, que tiene fama de excelente lectora, se presentó otro día como civil. Otra celebrity que se pasó por el Paseo de Coches fue la actriz hollywoodiense Amber Head, que después de un via crucis en los juicios con su exmarido Johnny Deep, se ha instalado en Madrid y, como se ve, participa de las costumbres madrileñas. Todos los libreros recomendaron libros que a su juicio eran la hostia, y muchos lectores se acabaron fiando. Los libros son coloridos y variados como cromos, pero lo bonito es que cada uno esconde una historia: generan conversación. Se habló mucho de libros, por las mañanas laborales pasaron los colegios (”perdona, ¿me regalas un marcapáginas?”) y por las tardes cayeron tormentas tropicales.

Ambiente el día de la inauguración de la Feria del Libro en el Parque del Retiro en Madrid.Jaime Villanueva

Como todo está en los libros, se entiende que la feria puede interesar a todo el mundo. En la feria hubo muchas casetas, unas 385, algunas curiosas. No pocas personas se arremolinaban en torno a la del Instituto Geográfico Nacional (IGN), donde, en vez de libros, vendían mapas en papel para los renegados de Google Maps. Llamativos contrastes que produce el azar: la librería Tercios Viejos ofrecía libros sobre el Imperio Español y la Gesta de Alcázar de Toledo (como la llamaba el franquismo); en la caseta contigua, la librería Diwan, especializada en el mundo árabe, despachaba volúmenes de filosofía islámica.

Por cierto, las grandes colas para conseguir firmas de autores de extrema derecha o ultraliberales parecían presagiar, el primer fin de semana, la “ola reaccionaria” que se cernía sobre Madrid y sobre España entera. La librería Diógenes, concernida por el Cambio Climático, se llevó solo libros sobre medio ambiente para concienciar al personal. El Instituto Nacional de Estadística (INE) invitaba a “explorar sus datos”. En la del Ministerio de Defensa atendía un hombre vestido, muy pulcro en las formas, con uniforme militar. La de Testimonio de Autores Católicos vendía vidas de santos, y la Fundación Anselmo Lorenzo las del heroico santoral de los anarquistas. Hasta hubo una caseta del Boletín Oficial del Estado (BOE), que es una obra como El Quijote o La Biblia: se habla mucho de ella, pero no se lee tanto.

El zoo de los escritores y los famosos

Firmaron los escritores, recluidos en las casetas como los animales en el zoo, expuestos a las miradas indiscretas y a los halagos y furias del público, en lo que para algunos es una competición secreta de las vanidades y que otros se toman con más filosofía. No estaba prohibido darles de comer (más bien esa es una de las razones de todo esto). Desde dentro de las casetas el firmante ve pasar a un río de carne y hueso que representa a la humanidad, en toda su variedad y extrañeza. Los libreros, después de dos semanas con sus tres findes allí recluidos, aseguran salir viendo el mundo con la forma del rectángulo de las casetas.

Algunos de los que ya no están presentes, como Javier Marías o Antonio Gala, fueron homenajeados en sendos actos. Y, un año más, firmaron los famosos de la tele y las celebrities de internet y de otros ámbitos considerados extraliterarios. Muchos curiosos se acercan a las casetas a ver en persona a ese alguien que han visto antes en la tele y darle codazos a su acompañante: es él, es él, y sacar una foto de extranjis. Es porque se trata de la Feria del Libro y no la Feria de la Literatura, y eso favorece la diversidad y extrañeza antes citadas. Y no todo fueron famosos de una y otra índole: Montxo Rejano, un tipo sin hogar que acaba de salir de la calle en Pamplona, firmó su libro, El que no ve, en su librería/editorial La Imprenta.

Esa variedad hay que celebrarla: lo mismo firma Fernando Aramburu que el Pollo Pepe (al que observé con admiración atender a sus numerosos fans), lo mismo Elvira Lindo (con esa increíble conexión con su público) que Ana Obregón (con ese imán para las masas populares), que compareció el último día para firmar El chico de las musarañas (HarperCollins), un texto que retomó donde su difunto hijo Aless Lequio había dejado. Seguro que la fecha se queda como un hito en la historia de la feria.

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