‘Naatu Naatu’, los ritmos rápidos y caóticos del nuevo nacionalismo indio de Tollywood
La canción ganadora del Oscar, que suena en el filme indio ‘RRR’, es la primera en obtener el galardón para este país
Naatu Naatu, la canción ganadora de esta edición de los Oscar de Hollywood, que suena en el filme indio RRR, es la primera en obtener este galardón para un país de músicos excepcionales como ...
Naatu Naatu, la canción ganadora de esta edición de los Oscar de Hollywood, que suena en el filme indio RRR, es la primera en obtener este galardón para un país de músicos excepcionales como Ravi Shankar, Ustad Bismillah Khan o Lata Mangeshkar, y también la primera de origen asiático en figurar en el palmarés dorado. Pero no es el único premio de relumbrón internacional que ha logrado, ya que en enero se hizo con el Globo de Oro y el Critics Choice, y hace menos de un mes con el premio de la Asociación de Críticos de Hollywood.
Estrictamente, aunque lo parezca por su coreografía y ritmo machacón, Naatu Naatu no es un tema de Bollywood, la que fuera la mayor industria del cine indio y probablemente también del planeta, radicada en Bombay, sino de Tollywood. Con sede en la sureña Hyderabad, hoy ha tomado el relevo en el primer puesto del gigantesco cine indio (no confundir con el Tollywood de Calcuta, la capital de Bengala, otro gran centro de producción cinematográfica), con más de 230 millones de entradas de sus producciones vendidas en 2022, pese a que en términos de películas producidas anualmente, Bombay sigue ostentando el liderato.
Y tampoco, desde luego, se encuentra entre las mejores que se han podido escuchar en películas bollywoodianas. Nada que ver, por ejemplo, con temas tan divertidos y apabullantes como Shava Shava, interpretado en playback por el genial Amitabh Bachchan. O los que interpreta la otra gran estrella de Bollywood, el actor Shahrukh Khan. “La coreografía de la secuencia del filme RRR es fantástica y los dos bailarines son excepcionales, pero la canción en sí es comercial y nada del otro mundo”, opina Salomé Masala, que dirige una escuela de Bollywood en el barrio madrileño de Malasaña.
Tollywood es el nombre con el que se identifica a las películas y canciones producidas en las otras dos grandes mecas del cine en la India que siguieron la estela del Bollywood de Bombay: la bengalí Calcuta y la sureña Hyderabad. En la primera el término se acuñó como derivación del barrio de Tollygunge de la capital de Bengala, donde se encontraban los estudios ya en los años treinta del pasado siglo, mientras que el Tollywood de Hyderabad es una contracción de Hollywood y télugu.
Las diferencias entre las canciones del cine de Bollywood y el de Tollywood, más al sur, son bastante sutiles y poco perceptibles para el público profano. Las que aparecen en el cine producido en Bombay se cantan sobre todo en hindi, algunas en punjabi y también puede escucharse algo de hinglish, esa mezcla bastante chapucera de inglés e hindi cada vez más popular en el país. Mientras que las del cine de Hyderabad utilizan casi exclusivamente la lengua télugu, un idioma de origen dravidio hablado en los Estados de Andhra Pradesh y Telangana.
Pero en un ámbito más local, algunos críticos indios opinan que los ritmos de las canciones de Tollywood son más rápidos y los sonidos más caóticos, mientras que las de Bollywood en general son más melódicas. De lo que no hay duda es que las canciones de Bollywood tienen todavía un mayor impacto económico, ya que suponen el 80% de la producción musical de todo el país, al menos hasta comprobar el bombazo que pueda suponer para el futuro de las canciones en télugu el Oscar por Naatu Naatu.
En cuanto a las secuencias de los musicales de Bollywood y Tollywood que recrean las canciones, ambos estilos comparten unas características generales: coreografías exageradas o extravagantes, argumentos dulzones de amor y drama, playbacks, idealización de la India rural y urbana en medio de paisajes que en gran parte parecerían haberse rodado en los Alpes suizos o en calles donde no hay rastro de la tremenda contaminación, la acumulación de basura, los detritus en ríos y canales y otras lacras que atenazan las ciudades del país más poblado del planeta. Un concepto que nació con las llamadas películas masala que irrumpieron en Bollywood en los años setenta. El director Manmohan Desai, considerado el padre de los masala films, quería, según sus propias palabras, “hacer olvidar a la gente sus penas, transportarla a un mundo de fantasía donde no existen la pobreza ni los huérfanos, donde el destino es generoso y dios tiene tiempo para ocuparse de su rebaño”.
La danza omnipresente en la inmensa mayoría del cine indio es de origen religioso y milenario, como casi todo el arte del país, pero desde los primeros años ochenta ha imperado la fusión con estilos occidentales. Del mismo modo, los sonidos de Bollywood, Tollywood y demás escuelas de cine hunden sus raíces en la música clásica india, en los románticos gazhales y en la poesía musulmana en urdu, esa variedad del hindi con influencia persa. Desde el auge de los filmes masala prima el pop indio más popular, aunque puedan todavía sonar acordes de sitar, harmonio, tabla o la bansuri, la flauta travesera tradicional. A diferencia de las bandas sonoras de las películas occidentales, en Bollywood y en sus primas hermanas las canciones siempre están integradas en la trama, en los diálogos de los personajes.
La música de las películas indias también desempeñó un papel importante ya desde los años de la lucha por la independencia de los británicos, cuando la mayoría de los filmes producidos en aquella década de los cuarenta contenían mensajes patrióticos, y los temas interpretados por artistas como Ashok Kumar y Renuka Chowdhury en Naya Sansar, o las letras del poeta Kavi Pradeep se entendieron como unas llamadas a sumarse al movimiento pacífico Quit India. Paródico para unos o recuerdo y homenaje de ese nacionalismo independentista para otros, la secuencia del tema Naatu Naatu en RRR muestra a las mujeres de los británicos embelesadas por el ritmazo de los actores y bailarines Rama Rao y Ram Charam, que finalmente dejan extenuado y mordiendo el polvo al oficial británico.
Sin embargo, en la India de hoy el nacionalismo se ha convertido en ultrahinduismo exacerbado que se ha contagiado desde el Gobierno a gran parte de sus ciudadanos. También ha impregnado la música, con momentos efervescentes como el vivido en 2019 a raíz de la revocación del estatus especial del Estado de Cachemira por orden del primer ministro, Narendra Modi, y el llamado patriotismo pop inundó YouTube y las redes sociales con centenares de canciones que incitaban a los más ultras del hinduismo a tomar las tierras de los musulmanes cachemires y desposar a sus mujeres.
Naatu Naatu significa para su autor, el compositor Marakathamani Keeravani, etnicidad. “Es un concepto que utilizo para expresar algo de mi propia cultura”, como declaró en la misma noche de la gala a The New York Times, aunque para su letrista, Subash Chandrabose, en realidad quiere decir “rústico” o “crudo” (quizá fue una premonición de cómo se llevarían ambos el premio), sin que parezca importar que el prestigioso The Times of India ya hubiera traducido el tema del télugu al hindi e inglés como ¡Baila, baila!