Taika Waititi, director de ‘Thor: Love and Thunder’: “Las religiones solo provocan problemas”
El cineasta y cómico neozelandés, ganador del Oscar por ‘Jojo Rabbit’, advierte sobre el peligro de poner límites al humor
Se enciende la cámara y aparece cantando Taika Waititi el nombre de pila del periodista, y lo mezcla con palabras españolas e italianas. Cuando llega al apellido se rinde, y da paso a la entrevista este martes al mediodía. Este arranque dice mucho de Waititi (Wellington, Nueva Zelanda, 46 años), alguien completamente ajeno a las convenciones de Hollywood, y que a la vez está sacando partido a su idiosincrasia para hacer en la industria lo que quiere. Hasta llegar a liderar la franquicia de Thor, uno de los superhéroes más aburridos, un cacho de carne de la mitología nórdica al que Waititi ha m...
Se enciende la cámara y aparece cantando Taika Waititi el nombre de pila del periodista, y lo mezcla con palabras españolas e italianas. Cuando llega al apellido se rinde, y da paso a la entrevista este martes al mediodía. Este arranque dice mucho de Waititi (Wellington, Nueva Zelanda, 46 años), alguien completamente ajeno a las convenciones de Hollywood, y que a la vez está sacando partido a su idiosincrasia para hacer en la industria lo que quiere. Hasta llegar a liderar la franquicia de Thor, uno de los superhéroes más aburridos, un cacho de carne de la mitología nórdica al que Waititi ha mutado en un tipo muy divertido en su debacle emocional, el cineasta ha dejado numerosas muestras de su talento como actor, guionista y escritor.
Tras crear un dúo cómico con Jemaine Clement, ambos realizaron la serie Los Conchords (2007) y las películas Eagle vs Shark (2007) y, sobre todo, Lo que hacemos en las sombras (2014), un falso documental sobre el día a día de cuatro vampiros de muy distintas épocas que comparten piso y miserias en el Wellington actual. Gracias a ella llegó a Thor: Ragnarok (2017). Entre medias, películas independientes como director (Boy, A la caza de los ñumanos), actor de animaciones, desarrollador de series (Lo que hacemos en las sombras lleva cuatro temporadas) y el Oscar al mejor guion adaptado por Jojo Rabbit (2019), una comedia sobre un crío de las juventudes hitlerianas —cuyo mejor amigo es un Hitler desopilante encarnado por el mismo Waititi— que descubre que su madre está escondiendo a una adolescente judía.
Muestra de su horror vacui vital —o que no sabe decir que no— es que mientras montaba Thor: Love and Thunder, que dirige, coescribe y en la que hasta actúa, los fines de semana se iba a encarnar a Barbanegra en la serie Nuestra bandera significa muerte, y preparaba su nueva película (ya rodada), Next Goal Wins, la historia de la selección de fútbol de Samoa, que perdió en 2001 en un partido de clasificación para los mundiales contra Australia por una diferencia histórica: 31-0. Y en su horizonte laboral hay hasta una película de Star Wars, que aún no ha escrito. Por todo ello, la revista Time le escogió este año una de las 100 personalidades más influyentes.
Pregunta. ¿Nunca coge vacaciones?
Respuesta. No. ¿Para qué? Ya descansé los primeros años de mi vida.
P. Usted se gana la vida como cómico. ¿Existen los límites para el humor?
R. Cuando trabajas dentro de Disney, sabes hasta dónde puedes llegar, y que hay gente que se pondrá nerviosa. Obviamente, no puedes sacar a un vikingo comiéndose niños, cosa que ocurrió en la realidad.
Poner límites al humor es peligroso”
P. Pero, ¿qué opina personalmente?
R. Poner límites al humor es muy peligroso. Oigo a otros haciendo chistes tontos racistas, cosa que detesto; sin embargo, no seré yo quien los censure.
P. ¿Le divierte volver al universo Thor en su segunda entrega de la saga (que se estrena este viernes en España)?
R. Sí, por la relación que he entablado con Chris (Hemsworth, el protagonista), porque el guion nos quedó muy bien. En persona, Chris es muy divertido, y logra transmitirlo. Y le debíamos al personaje una comedia romántica.
P. En su nuevo Thor, su villano es un hombre dolido convertido en el Carnicero de los dioses, que va matando a todos los que puede... y a sus seguidores. Solo Thor intenta pararle, mientras la mayor parte de las mitologías, empezando por Zeus y las deidades griegas, se refugian en la Ciudad Omnipotencia. Le ha quedado una película muy antirreligiosa.
R. Puede. Soy ateo, no me gustan las religiones, ya que creo que las religiones solo provocan problemas y joden a todo el mundo. Pero sí me gusta el concepto de creer en algo más.
P. En la película es obvia la influencia de Jack Kirby [autor del cómic en el que se basa el guion], pero ¿conoce la obra del ensayista Christopher Hitchens y sus libros sobre las religiones como sistemas autoritarios, destructores de la libertad individual y de la libre expresión?
R. Kirby es fantástico, me encanta. A Hitchens no le conozco [para la entrevista, pide al periodista que le describa el pensamiento del británico-estadounidense y a un asistente que le busque sus libros en Internet].
P. Sus protagonistas son personajes desvalidos, incluso despoja a Thor de grandiosidad y le hace un tipo lastimoso. ¿Por qué?
R. Porque así el público se alegra cuando ganan. El cine de Hollywood está lleno de ganadores que ganan otra vez [pone un gesto de cuchufleta]. ¡Pues claro! A mí me satisface más darle una oportunidad a los perdedores.
P. Hace unos días Victoria Alonso, una de sus jefas de Marvel, defendía en Madrid que el estudio seguirá apostando por mostrar todo tipo de familias y personajes inclusivos. En Thor: Love and Thunder hay toda una panoplia.
R. Efectivamente, incluso mi personaje [un monstruo de roca] hace hijos juntándose de la mano durante un mes en un volcán con otro mocetón pétreo. O que el martillo de Thor escoja a una mujer [la científica que encarna Natalia Portman] para portarle. Lo bueno del cine de Marvel es que se ve en todo el mundo, llega más lejos que mis filmes indies. Y lo importante es que aparezcan como lo que es, un hecho normal, no forzar la trama para sacarles o para que alguien diga: “¡Cómo mola ser gay!”. Quiero que los niños lo vean así, de manera fluida. Como si nada.
P. Pero su opinión no es la mayoritaria en muchas partes del mundo.
R. No, es cierto. Y en un puñado de países no exhiben películas porque dos mujeres se besan. Me entristece que su público se pierda buenas historias. En realidad, lo triste es que debatamos sobre besos cuando hay cosas muchísimo más importantes sobre las que preocuparse. ¡A quién le importa que dos hombres vayan de la mano! ¿Sabes uno de los grandes problemas de las religiones? Que están fundadas por hombres. ¿Quiénes escriben los libros sagrados? Hombres. Parecen redactados por tipos con el corazón roto por cómo hablan o reflejan a las mujeres. La única que se salva es el budismo. En fin, la religión que nos debería de importar es el amor.
Lo triste es que debatamos sobre besos [entre mujeres] cuando hay cosas muchísimo más importantes sobre las que preocuparse”
P. Bueno, de eso va este Thor, ¿no? Las religiones sobran, solo importa el amor.
R. El amor debería ser nuestro dios. Si reflexionamos, muchas creencias se basan en el amor. Jesucristo lo proclamó, Mahoma lo dijo. Sed buenos unos con otros. Luego llegan otros con las dichosas reglas...
P. Como productor, está apoyando películas y series tanto de maoríes y nativos neozelandeses como de nativos norteamericanos.
R. Necesito apoyar voces distintas, procedan de donde procedan. Es como la comida. ¿Te imaginas Nueva York sin comida de otros países? Aburridísima. O Londres, donde estoy ahora, sin platos asiáticos. Solo comida inglesa. Nadie vendría.
P. Entre sus proyectos futuros destaca su adaptación de El Incal, el cómic de Alejandro Jodorowsky y Moebius. ¿No da más miedo que escribir un guion de Star Wars?
R. Es un honor trabajar en una obra de dos creadores a los que todo el mundo ha robado en los últimos cuarenta años. Es impresionante lo que han influido. Ya sé que necesitaré más de una película, así que me gustaría hacer algo con mi estilo humorístico, y en dos o tres películas. Y desde luego, tengo que elevar mi nivel para llegar a la altura de esa obra.
P. En Nuestra bandera significa muerte le ha dirigido Nacho Vigalondo. Su primera experiencia en común dejó un vídeo fantástico en los Oscar de 2005.
R. Ya [carcajadas]. Coincidimos como candidatos a mejor corto de ficción. Yo me hice el dormido cuando me nombraron [y Vigalondo previamente había chasqueado los dedos en su anuncio]. Ahora es un gran director, le gusta jugar en el rodaje, como a mí. Por cierto, ¡los dos perdimos!
P. Ganó Andrea Arnold.
R. ¡Vaya quinta!