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Spielberg se convierte en el rey de las candidaturas a los Oscar

Con ‘West Side Story’, que aspira a siete estatuillas, el cineasta desbanca a William Wyler como el director cuya filmografía suma más nominaciones a los premios de la Academia, 138

Steven Spielberg, con Rita Moreno en el rodaje de 'West Side Story'.Vídeo: EPV

Steven Spielberg se ha convertido en el director que suma más candidaturas a los Oscar, por delante de William Wyler. Con las siete cosechadas por su West Side Story, (película, director, actriz secundaria, fotografía, diseño de producción, diseño de vestuario y sonido), la filmografía del padre de E. T. acumula 138, seis más que la del director de La señora Miniver, Los mejores años de nuestra vida y Ben-Hur, el único que ha dirigido tres largometrajes, los citados, ganadores del Oscar a la mejor película.

Si la referencia es la filmografía oficial de Wyler, Spielberg ya le había adelantado, porque las películas que firmó el primero suman 128 candidaturas, cifra que el segundo alcanzó en 2016 con las seis obtenidas por El puente de los espías (después sumaría dos más en 2018 con Los archivos del Pentágono y una en 2019 con Ready Player One). Pero si se contabilizan también la nominación que cosechó en 1936 La ciudad sin ley y las tres en 1939 de El vaquero y la dama, dos títulos en los que Wyler participó, pero que no completó él (Howard Hawks acabó el primero y H.C. Potter y Stuart Heisler tomaron las riendas sucesivamente del segundo), la cantidad asciende a 132, una más de las que sumaban los filmes del director de Tiburón antes de su nueva versión del musical de Leonard Bernstein y Stephen Sondheim.

Eso sí, para que la filmografía de Spielberg, de 75 años, alcanzara en esta edición a la de Wyler en número de Oscar, West Side Story debería ganar los siete a los que aspira, porque las películas dirigidas por el primero suman 34 estatuillas, y las que firmó el segundo, que junto con John Ford fue considerado durante décadas una especie de patrón oro del cine de calidad facturado por los estudios de Hollywood, llegaron a reunir 41. Nadie más se les acerca, ni en número de candidaturas ni en galardones. Las películas de Ford, el único que ganó cuatro veces el premio a la mejor dirección (seguido en esa clasificación por el propio Wyler, con tres), acumularon 75 candidaturas que se tradujeron en 23 premios. Vincente Minnelli alcanzó con sus filmes un Oscar más (24) aunque con menos candidaturas: 53. Billy Wilder, amigo de Wyler y que bromeaba con este sobre los aficionados que les confundían por el apellido similar y les felicitaban por haber dirigido las películas del otro, cosechó 73 nominaciones y 17 galardones. Y Martin Scorsese va por 91 y 20.

Industria rendida a su favor

El dato refleja la magnitud alcanzada por Spielberg en una industria que siempre le tuvo muy en cuenta aunque durante años le negara el honor mayor: el de premiarle en su fiesta anual como mejor director, algo que no logró hasta 1994 con La lista de Schindler. Su segundo largometraje, Tiburón, ya fue candidato a mejor película en 1976; con el tercero, Encuentros en la tercera fase, aspiró dos años después por primera vez a la estatuilla como mejor director, y tanto En busca del arca perdida como E.T., el extraterrestre, que en 1982 y 1983 sumaron ocho y nueve candidaturas respectivamente, compitieron también por los dos reconocimientos principales, aunque tuvieron que conformarse, como los títulos anteriores, con premios técnicos. El salto del cineasta de Cincinatti del blockbuster a un cine con vocación de prestigioso —y por tanto, firme candidato al Oscar—, el melodrama antirracista El color púrpura, basado en la novela de Alice Walker ganadora del Pulitzer, obtuvo 11 nominaciones en 1986, aunque no hubo ninguna para Spielberg y la noche de los Oscar el casillero de la película se quedó a cero, lo que acabó de consolidar el relato de que el entonces conocido como el Rey Midas de Hollywood era un olvidado de la Academia. Spielberg ganó finalmente su Oscar al mejor director con 47 años, a la cuarta candidatura, y repitió cinco años después, en 1999, con Salvar al soldado Ryan.

Wyler también tardó en triunfar en los Oscar, a pesar de que después llegó a ser considerado su favorito. Lo hizo en 1943, con La señora Miniver, que se llevó seis galardones, incluido el de mejor director para él, que entonces, tras casi dos décadas de carrera y una treintena de largometrajes, contaba 40 años y cinco candidaturas. De hecho, los dos años anteriores la noche de los premios había sido aciaga: en 1941 tuvo dos películas en la recta final, el wéstern El forastero, que logró uno de los tres premios a los que aspiraba, y La carta, drama criminal con Bette Davis que competía por siete y no se llevó ninguno, y en 1942 La loba, un melodrama con la misma protagonista, sumó nueve candidaturas; sin embargo, la noche de la verdad también se fue de vacío.

La directa relación entre Wyler y Spielberg

William Wyler no acudió a recoger su premio por La señora Miniver, una pieza de propaganda en forma de oda al coraje de las amas de casa británicas que se quedaban en casa mientras sus maridos combatían en la Segunda Guerra Mundial, porque estaba en Londres trabajando en varios documentales rodados con el ejército que Spielberg glosaría en La guerra en Hollywood (2017), la docuserie producida por él dedicada a analizar las filmaciones que cinco grandes cineastas (Wyler, Ford, Frank Capra, John Huston y George Stevens) hicieron en el frente entre 1941 y 1945. Su primer filme tras la guerra, Los mejores años de nuestra vida, un drama sobre la vida de los soldados tras el regreso a casa, volvió a arrollar en la gala de 1947, en la que se llevó ocho estatuillas. Wyler no obtuvo el reconocimiento como autor que los críticos de Cahiers du Cinéma, que le consideraban demasiado convencional, sí reservaron a Ford o Howard Hawks, pero siempre fue profeta en su tierra. Los 11 premios Oscar que Ben-Hur obtuvo en 1960 supusieron un récord que solo igualarían posteriormente Titanic en 1998 y El retorno del rey, el cierre de la trilogía de El señor de los anillos en 2004. Sus 12 candidaturas como mejor director, en cambio, nunca han sido igualadas.

Spielberg, que compite por octava vez en la categoría de mejor dirección, también logró sus dos Oscar como realizador por sendas películas relacionadas con la Segunda Guerra Mundial, y, con su continuo ir y venir entre el gran espectáculo y un cine más vocacionalmente serio (Múnich, Lincoln, Los archivos del Pentágono) y su pátina de clasicismo, ha conseguido ganar en prestigio y, como Wyler en su época, erigirse en una especie de no va más del cine industrial de calidad que, sin embargo, sigue sin convencer a segmentos importantes de la crítica.

Con West Side Story sí ha obtenido el aplauso mayoritario de la crítica, aunque la película, que costó 100 millones de dólares, apenas ha recaudado 63. Pero más allá del fracaso en taquilla de su musical, Spielberg es desde hace décadas una de las figuras más influyentes, reputadas y poderosas del cine estadounidense. Su productora acaba de firmar un contrato con Netflix y ya tiene en marcha una adaptación musical de El color púrpura; un biopic de Leonard Bernstein con Bradley Cooper delante y detrás de las cámaras; una nueva serie sobre la Segunda Guerra Mundial, Masters of the Air, que sigue la estela de Hermanos de sangre y The Pacific, y la quinta entrega de las aventuras de Indiana Jones, la primera que no dirigirá el propio Spielberg, cuya próxima película, The Fabelmans, ya en fase de posproducción, tendrá tintes autobiográficos.


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