“Ya se le extraña”: América Latina empieza a despedirse de Serrat

La noticia de que el cantautor catalán se retira de los escenarios empezó a circular por una región que lo cobijó durante el franquismo y el cariño por su obra ha resonado desde Argentina hasta México

El cantautor español Joan Manuel Serrat en una presentación en el Teatro Colón de Buenos Aires (Argentina) en 2004.EFE

El anuncio de que Joan Manuel Serrat se retira de los escenarios con una última gira ha dado paso a una inquietud compartida en América Latina, empezando por el sur del continente: “¿Vendrá a despedirse a Argentina, no? ¿Cuándo viene?”, preguntaban este jueves muchos argentinos en las redes a medida que difundía la noticia. La relación de amor correspondido del cantautor catalán con el país sudamericano se remonta a 1969, año de su primera gira por Latinoamérica. Desde entonces, Serrat mantiene un...

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El anuncio de que Joan Manuel Serrat se retira de los escenarios con una última gira ha dado paso a una inquietud compartida en América Latina, empezando por el sur del continente: “¿Vendrá a despedirse a Argentina, no? ¿Cuándo viene?”, preguntaban este jueves muchos argentinos en las redes a medida que difundía la noticia. La relación de amor correspondido del cantautor catalán con el país sudamericano se remonta a 1969, año de su primera gira por Latinoamérica. Desde entonces, Serrat mantiene un público fiel, al que se le han ido sumando las nuevas generaciones con el paso de las décadas.

“Me apena muchísimo la decisión, pero supongo que vendrá en la gira y será la oportunidad para despedirle”, responde al otro lado del teléfono el cantautor Víctor Heredia, a quien le une una amistad de más de medio siglo con Serrat y con el que ha compartido escenario y colaboraciones musicales. “Lo voy a extrañar. Todos los argentinos lo vamos a extrañar porque ha sido una figura sustancial no solo en la cultura española sino en el continente americano. Su propuesta, su rescate de la poesía y la mirada humana y social fue y seguirá siendo sustancial”, agrega Heredia.

“Yo amo a la Argentina porque, como dice mi madre, allí comí mucho tiempo. La he amado hasta cuando me apoyaban las itakas [fusiles] en el pecho, cuando tuve amenazas de bombas en el escenario, cuando amenazaban de muerte a los periodistas que recogían en sus diarios mis declaraciones”, dijo Serrat en una entrevista en diciembre de 1983, cuando Argentina recuperaba la democracia y con ella el cantante podía volver al país después de haber estado vetado por la dictadura. “La he amado, la amo en cada uno de sus habitantes. Hasta en los que no me quieren. Salí a la calle, conocí mucha gente, compartí lo que estaba ocurriendo. Allí tengo amores, desamores y amigos muertos. Una parte de mí mismo está enterrada en la Argentina. Un trocito de mí que mataban cada vez que me mataban un amigo. Un trozo mío por cada desaparecido”.

La periodista Tamara Smerling, autora de Serrat en la Argentina: Cincuenta años de amor y aventuras, cuenta que está conmovida desde que se enteró de la despedida del catalán esta mañana. “Son pocos los músicos que durante tanto tiempo perduren en el imaginario y la sentimentalidad de todo un pueblo, de varias generaciones. Lo escuchaba mi abuela, mi madre, yo cuando era chica y ahora también lo escuchan mis hijos”, dice Smerling.

En solitario o acompañado —por el español Joaquín Sabina, el cubano Pablo Milanés o el uruguayo Jaime Roos, entre muchos otros— Serrat ha llenado teatros y estadios en sus numerosas visitas a Argentina.

Poniatowska: “Debería aprender de mí. Soy mayor que él y aquí sigo”

En el otro extremo del continente, en la Feria del Libro de Guadalajara, México, no hay muchos libros sobre Joan Manuel Serrat a la vista, pero en el pasillo de anticuarios hay un raro ejemplar de segunda mano, Cancionero Serrat, publicado por Aguilar en mayo del 2001. El librero Antonio Mendoza lo sostiene entre sus manos. “Para todo el mundo hispanohablante, Serrat fue un gran cantautor, muchos crecimos con sus letras a cuestas gracias a nuestros padres”, dice Mendoza, propietario de una librería de ocasión ubicada en su casa de Guadalajara (donde guarda 15.000 libros en la planta baja, que almacena desde los 15 años). “Me gusta el contenido de sus letras y lo que representan, por su historia después del franquismo. Él salió a cantar en libertad”, explica Mendoza, que ahora recuerda cómo la banda sonora de un viaje que hizo a Barcelona y Estambul era la canción más icónica de Serrat: Mediterráneo.

El cantautor catalán anunció este jueves que en 2022 hará una última gira antes de retirarse de los escenarios, arrancando por Nueva York y continuando por América Latina, donde se refugió en sus años de exilio durante el franquismo. Allí fue adorado por miles de oyentes y uno de ellos fue el escritor uruguayo Mario Benedetti.

Joan Manuel Serrat, en una presentación en Buenos Aires, 2012.Natacha Pisarenko (AP)

Serrat conoció al poeta en Madrid y allí se pusieron de acuerdo para hacer un disco que se convertiría en El sur también existe (el único título por los dos). “Mario corrigió y adaptó [poemas] a rimas y ritmos más tradicionales para ser cantados”, cuenta Serrat en el prólogo de la antología que publicó en 2020 con Alfaguara, Antología Poética, el otro título con su nombre que se encuentra en la FIL Guadalajara en el puesto de Random House. “Probablemente Benedetti sea el poeta más leído en nuestro idioma y, con toda seguridad, el más cantado”, dice Serrat en el libro.

La noticia de su retiro viaja lentamente por México, el país que lo acogió en 1975. El jueves por la mañana, mientras habla sobre el duelo en una sala de la FIL llena de espectadores, la tanatóloga Gaby Pérez Islas se entera de la noticia y reacciona. “Claro, es un final”, dice Pérez sobre esta despedida profesional de Serrat, y cuenta que aprendió a escuchar sus canciones con su padre, migrante español en México. “Sé reconocer un cadáver cuando lo veo. Su carrera jamás será un cadáver, jamás dejará de sonar en nuestros corazones”, agrega. Y parafraseando la canción Cantares de Serrat, añade: “Él hizo camino andar, y su andar está hecho”.

No lejos de allí, en un pasillo de la feria, la noticia llega a Lorenzo Córdova, presidente del Instituto Nacional Electoral en México “Nos ha llenado de ilusión”, dice Córdova sobre el cantautor. “Su vida ha sido una batalla. Se lo merece pero ya se le extraña. Se le agradece habernos dado desde la infancia tantos poemas, canciones e ilusiones”.

En la capital mexicana, Elena Poniatowska se entera de la noticia por una llamada de EL PAÍS. “Qué tristeza. Me gusta muchísimo. Me gustaría ir a verlo, animarle y hacerle reír”, cuenta la premio Cervantes, de 89 años, que tiene otro mensaje para Serrat: “Debería aprender de mí. Soy mayor que él y aquí sigo. No me retiro”.

Serrat, detrás de los éxitos brasileños y la banda sonora de la resistencia chilena

Al Brasil que ama cantantes como Fito Páez, Andrés Calamaro y Jorge Drexler le falta conocer mejor las canciones de Serrat, aunque lo ha celebrado sin saberlo: pocos brasileños saben que el catalán está detrás de los éxitos de algunos de los músicos más amados del país, como Fagner, Caetano Veloso o Roberto Carlos. Fue con este último que Serrat inició en 1968 una amistad que le abrió las puertas a la música popular brasileña y a la melódica mezcla sonora entre el portugués y el castellano. Con quien más colaboró, sin embargo, fue con Fagner, con quien compuso Cantares y otras canciones del álbum Traduzir-se, uno de los hits de la MPB (música popular brasileña). Cinco años después, fue la oportunidad del brasileño de participar en el disco Sinceramente Teu, grabado en Brasil, con el que Serrat declaró su amor por la samba, el bossa nova y otros géneros al cantar con amigos como Caetano, Toquinho, Gal Costa y Maria Bethânia.

La obra de Serrat forma parte de la historia colectiva en Chile, donde llegó por primera vez en 1969. Sus letras marcaron a los que eran jóvenes en la Unidad Popular de Salvador Allende, como la propia Michelle Bachelet, que siendo luego presidenta lo recibió varias veces en La Moneda. Su voz fue parte de la banda sonora de la resistencia a la dictadura de Augusto Pinochet que, en 1988, pocos días antes del plebiscito que selló el fin del régimen, le negó la entrada al cantautor.

Serrat no pudo bajar del avión para participar el cierre de campaña de oposición, pero logró grabar un mensaje, que luego fue transmitido: “Me tengo que quedar aquí en Pudahuel [en el aeropuerto internacional] y regresar a mi país. Quiero que sepan que los estoy viendo, que los escucho, que los siento y que quiero que ustedes también me vean y me sientan como uno más entre ustedes, con la seguridad de que muy pronto vamos a estar juntos, cuando de nuevo Chile sea lo que siempre fue: un país ejemplo de libertad, ejemplo de respeto mutuo y de paz”. En el concierto donde no lo dejaron llegar se reencontraría con el público chileno, porque no pisaba Chile desde 1970, cuando estuvo en el Festival de Viña del Mar. En este espectáculo por el rechazo a Pinochet se presentaron Los Prisioneros, Inti Illimani, Illapu, Cecilia Echenique y Víctor Manuel, entre otros.

La relación ha sido cercana con buena parte de los líderes chilenos progresistas de su generación. Cuando enfermó de cáncer a comienzos de los 2000, Ricardo Lagos, siendo presidente, le envió un mensaje de apoyo: “El temple que te conoció el pueblo de Chile cuando te necesitamos saldrá a relucir”, decía el escrito en referencia a la solidaridad de Serrat a las organizaciones chilenas que lucharon para derrocar la dictadura. Serrat canta frecuentemente en Chile, donde siempre llena los teatros. Tras el anuncio de su retiro, existe alta expectación por su último concierto de despedida de Santiago, un lugar que quiere y donde lo quieren.

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