Los militares franquistas vuelven a 17 calles de Oviedo
La capital asturiana recupera a los homenajeados por la dictadura que borró la anterior corporación. García Lorca vuelve a ser Calvo Sotelo y el comandante Caballero sustituye a Concepción Arenal
Calvo Sotelo sustituye a Lorca. La plaza de la Libertad se reconvierte en la plaza de la Liberación. La calle de Gloria Fuertes es de nuevo la calle del comandante Vallespín. La de Concepción Arenal vuelve a ser la del comandante Caballero. Y la del padre de la Teoría de la Evolución, Charles Darwin, pasa a llamarse Alférez Provisional. La reposición de estas placas que aluden al levantamiento franquista hunde sus raíces en una controvertida sentencia de octubre de 2020. El juez requirió en febrero al Ayuntamiento de Oviedo ―una coalición del PP y Ciudadanos― para que restituyera la denominaci...
Calvo Sotelo sustituye a Lorca. La plaza de la Libertad se reconvierte en la plaza de la Liberación. La calle de Gloria Fuertes es de nuevo la calle del comandante Vallespín. La de Concepción Arenal vuelve a ser la del comandante Caballero. Y la del padre de la Teoría de la Evolución, Charles Darwin, pasa a llamarse Alférez Provisional. La reposición de estas placas que aluden al levantamiento franquista hunde sus raíces en una controvertida sentencia de octubre de 2020. El juez requirió en febrero al Ayuntamiento de Oviedo ―una coalición del PP y Ciudadanos― para que restituyera la denominación de 17 calles con nombres vinculados a la dictadura, modificados por el tripartito precedente ―PSOE, IU y Somos― en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica de 2007. La semana pasada terminó de colgarse el último de esos letreros de bronce originales, que afectan a 5.200 residentes.
Algunos de estos carteles quedaron dañados tras su retirada y se han restaurado, una operación que costó 8.000 euros al Ayuntamiento. El titular del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número tres de Oviedo dio la razón en octubre a la Hermandad de Defensores, entidad de inspiración falangista que en 2017 interpuso un recurso contra el anterior equipo municipal, al que también se sumaron los populares. El juez anuló entonces la modificación del nomenclátor al considerar que el grupo de trabajo, constituido a fin de asesorar al Consistorio en esta tarea, se creó “para evitar el pluralismo”. La sentencia señala que “resulta sorprendente la falta de objetividad y pluralismo que se aprecia en gran parte de sus miembros”.
La resolución cuestiona que Wenceslao López, el regidor socialista de aquellos días, formara parte del órgano consultivo, “produciéndose así una situación ciertamente peculiar, pues informa quien también resuelve”. A renglón seguido, el fallo discute la objetividad de algunos de los consejeros. Entre ellos figura Adolfo Fernández Pérez, catedrático de Geografía e Historia en un instituto y autor del Diccionario biográfico del socialismo asturiano (Fundación José Barreiro, 2013), además de otros estudios sobre la Institución Libre de Enseñanza. Sin embargo, el texto dice que “se desconocen los criterios que han llevado a elegir a los miembros del grupo de trabajo, su calificación técnica y su conocimiento sobre la materia”.
El auto de marras se declaró en firme después de que el actual gobierno municipal descartara recurrirlo. En enero, el Consistorio solicitó dos veces un aplazamiento de la ejecución que el juez denegó. Pero la reincorporación al callejero ovetense de militares franquistas como el coronel Aranda, cabecilla del alzamiento en la ciudad, o el comandante Bruzo, que alcanzó su graduación durante la campaña de Oviedo, podría ser provisional. Una ley asturiana de memoria histórica impide desde 2019 “los símbolos y actos de exaltación del franquismo o de carácter antidemocrático”. La norma permite que las entidades locales adopten “las medidas necesarias para proceder a la retirada o eliminación de los elementos contrarios a la memoria”.
Begoña Serrano, directora general de Emigración y Memoria Democrática del Principado, explica que ha encargado al Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo un informe técnico sobre las placas repuestas: “Queremos que los especialistas analicen quiénes eran aquellos personajes y cuál fue su papel en la contienda”. Una vez que los académicos informen sobre su parecer, la Administración autonómica dará tres meses para que el Ayuntamiento de Oviedo elimine aquellos nombres que incumplan la norma. Transcurrido ese plazo, el Principado podría realizar la retirada de forma unilateral, de acuerdo con la ley.
Por su parte, el primer teniente de alcalde del Consistorio, Ignacio Cuesta (Ciudadanos), asegura: “Siempre cumpliremos escrupulosamente la ley, incluso si hay que retirar de nuevo estas placas”. Cuesta reconoce que seguir albergando “calles dedicadas a una dictadura que tanto dolor causó obviamente es terrible, pero los tribunales han hablado y hay que acatar la sentencia”. El edil considera que “el anterior equipo quiso fundamentar el cambio del callejero en un grupo de trabajo chapucero y sobre el que nadie sabía nada”. Y agrega: “No tenemos voluntad de que estos nombres permanezcan sobre otros. Se trata de un procedimiento administrativo que debe hacerse con rigor”.
Algunos de los militares que retornan al mapa de Oviedo tuvieron un papel destacado en la represión de posguerra. Es el caso de Gerardo Caballero Olabézar, quien se trasladó a la capital asturiana para unirse a la sublevación bajo las órdenes del coronel Antonio Aranda. Perdió un ojo durante el asedio republicano a la ciudad, pero su ataque al cuartel de la Guardia de Asalto fue clave para neutralizar al enemigo. A modo de reconocimiento, tras el triunfo fue nombrado delegado de Orden Público. Como explica el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo Francisco Erice, “se planeó y organizó la represión de la mano de los escuadrones falangistas”.
En octubre de 1940, Caballero formó parte de la comitiva que recibió al líder nazi Heinrich Himmler durante su visita a Franco. Erice considera que la ley es muy clara en casos como este: “Por salud democrática, no podemos permitimos mantener vivo en la vía pública el recuerdo de personajes vinculados a la represión”. Erice, autor de En defensa de la razón (Siglo XXI, 2020), lamenta que se cuestione la labor de un historiador a causa de sus ideas y se pregunta cómo medir la objetividad y la imparcialidad. La resolución judicial, agrega, puede estar bien fundamentada en las irregularidades formales “que cometiera el anterior alcalde, pero olvida dirimir el fondo de la cuestión: ¿a quién queremos homenajear?”.