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Columna
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Romanticismo

‘Penny Dreadful’ es un alarde de producción, un cóctel impensable de la literatura gótica y el wéstern y una excelente realización

Ángel S. Harguindey

Hace poco más de 100 años se reunieron en Villa Diodati, en Cologny (Suiza), Percy y Mary Shelley, John Polidori, médico personal del anfitrión, y el convocante Lord Byron. Fueron unas jornadas gloriosas para la literatura de terror, de las que dejó cumplida y excelente constancia Gonzalo Suárez en su Remando al viento.

Un siglo después, llegaba a las televisiones una de las series estrella de Showtime, Penny Dreadful, que tanto debe a aquellas jornadas veraniegas. Un alarde de producción, un cóctel impensable de la literatura gótica y el wéstern y una excelente realización en la que dos españoles, Juan Antonio Bayona y Paco Cabezas, fueron responsables del inicio de la primera temporada y del final de la última, bajo la tutela de John Logan.

Toda la serie rezuma romanticismo. Personajes extraordinarios, fuerzas sobrenaturales, vampiros, lujo y miseria en un Londres de grandes aventureros, de obreros paupérrimos y señoritos esnobs. Por allí deambulan hombres lobo, Frankenstein, Drácula, Jekyll, Hyde, Dorian Gray y las primeras sufragistas. Son los comienzos de la Revolución industrial y el auge de lo esotérico. Ciencia y alucinaciones con una historia colateral en Nuevo México, en la que la cruel colonización se entrecruza con los apaches y sus enigmáticos rituales.

Eva Green, Josh Hartnett y Timothy Dalton encabezan el reparto de esta producción que resulta apabullante por su poderío, con un excelente y moderado uso de los efectos especiales y con esa atmósfera inigualable de un tiempo apasionado en el que las leyendas y los temores ancestrales se resistían a sucumbir ante los avances técnicos.

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