Tele mala versus libro bueno
¿Y si el mundo de 'Fahrenheit 451' solo es la rabieta intelectual y elitista de gente que no entiende ni aprecia la cultura de masas?
En uno de los barrios más castizos de mi ciudad celebran cada año una semana de las letras, y en esta edición me invitaron a animar un cine-fórum. Proyectaban Fahrenheit 451 —la de Truffaut, no la versión no apta para epilépticos del año pasado—, una mera excusa para hablar de libros, del valor de la lectura, de su vigencia en una sociedad digital y todas esas cosas que nos ponen tan gruñones. Ya saben que la peli va de bomberos pirómanos que queman libros en un mundo futuro donde su posesión y lectura son ilegales. Mientras, la gente se entretiene viendo un programa horrible en la tele que les va sorbiendo los sesos.
El debate transcurrió por la vía esperada: la peli retrata el mundo de hoy, con todas esas pantallitas alienantes y la reclusión de los lectores en guetos cada vez más marginales. Por eso me esforcé por plantearles lo contrario: ¿y si el mundo de Fahrenheit 451 solo es la rabieta intelectual y elitista de gente que no entiende ni aprecia la cultura de masas? ¿De verdad creen que vivimos en una sociedad de alienados iletrados?
La respuesta fue unánime y contundente: sí. De poco sirvió que hablase de los universos creativos que la propia televisión ha abierto y de la explosión de cultura que supone llevar en el móvil mil bibliotecas de Alejandría. Tampoco les convenció que esa misma reunión de un grupo de vecinos amantes de la literatura, en un barrio donde hace cuarenta años no había ni biblioteca, es una prueba de que la lectura no es tan marginal ni clandestina. Perdí un poco de voz intentando romper el binomio de tele mala y libro bueno, y creo que desperté alguna que otra duda, pero, en general, dejé las convicciones como estaban.
Es lógico: nos sentimos mejor en el fin del mundo que atisbando el comienzo de otro.
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