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Columna
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‘Doctor en Alaska’ para millenials y tuiteros

Si en la ficción contemporánea abundan los personajes cínicos es porque solo aceptamos la ambigüedad moral si viene presentada en esa coraza

Rob Morrow en 'Doctor en Alaska'.
Rob Morrow en 'Doctor en Alaska'.
Sergio del Molino

Me dio un vuelco literal al corazón (que confundí con una angina de pecho) cuando leí que volvía Doctor en Alaska, cimiento de mi educación sentimental. No sería quien soy si no me hubiera pasado tantas madrugadas pegado a la tele en un salón oscuro viendo pasar los días de Cicely. Pero la ilusión me duró muy poco. Como en aquello de Heráclito, nadie se sumerge dos veces en la misma serie: ni ella ni el espectador son los mismos.

No era solo el miedo a enfrentarme con la idiotez romántica de mi adolescencia, sino la convicción de que no hay lugar para Doctor en Alaska hoy. La serie se canceló en 1995 y habla de algo que suena estrambótico en el siglo XXI: la aceptación sincera del otro. Los personajes no son santos ni aspiran a ninguna perfección, pero tampoco son cínicos o antihéroes. Son inadaptados que han encontrado en el culo del mundo un lugar donde nadie les juzga. La gracia de Cicely -algo que le cuesta tanto entender al neurótico Doctor Fleischman- es que cada cual se sabe raro y muy alejado de la menor virtud, pero lo acepta sin complejos.

En 2018, esa idea es casi subversiva. Que la gente viva reconciliada con sus contradicciones y dilemas morales, sin que nadie se los afee o intenten reformarlos, es impensable en tiempos de moralejas y didactismos. Si en la ficción contemporánea abundan los personajes cínicos es porque solo aceptamos la ambigüedad moral si viene presentada en esa coraza. Entonces, sí. Entonces podemos respirar tranquilos porque sabemos que ese personaje está perdido y puede permitirse el lujo de ser malo o no ser del todo bueno. Pero no estoy seguro de que los nuevos inquisidores se traguen que hay gente buena que no es virtuosa o a la que la falta de virtud le importa un comino. No sé si en 2018 entendemos que se puede vivir en paz con tus zonas más oscuras, sin que ningún tuitero te amenace o ningún diputado te escupa.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).

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