_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cuando la realidad supera a la ficción basada en la realidad

Si has visto la serie UnREAL, tu manera de ver los realities no vuelve a ser la misma

Anabel Bueno Ballesteros

Hace unos días leía sobre el debate que hay en EE UU en torno a la virginidad de un muchacho de 26 años llamado Colton Underwood, el soltero de oro de un reality que va de buscarle una pareja. Su virginidad es el reclamo de esta temporada de The Bachelor, un programa del estilo de Un príncipe para Corina y que en EE UU lleva 22 temporadas emitiéndose. Tiene versión femenina, The Bachelorette (en la que Underwood participó como pretendiente), y un sinfín de spin-offs. Y todo esto me recordó inevitablemente a una serie que va precisamente de la parte de atrás de este tipo de formatos: UnREAL.

Esta serie (cuya primera temporada se emitió en Atreseries) va de cómo los directores y productores del programa crean las tramas y manipulan a los concursantes de Everlasting, que es una versión ficticia de The Bachelor. Y lo cuenta desde la perspectiva de alguien que estuvo allí: precisamente la creadora de la serie, Sarah Gertrude Shapiro, que trabajó durante cuatro temporadas en este reality como productora. Y no tiene buen recuerdo de aquello, según ella misma ha comentado. Una vez ves la serie, no puedes quitarte de la cabeza, e incluso reconocer, cómo está todo hecho por detrás.

El asunto es que este reclamo de la virginidad y el morbo de vérsela perder a alguien por la tele hace que nos planteemos cuánto de cierto tenía UnREAL, serie en la que una de las protagonistas, virgen ella también, era presionada para precisamente lo mismo. Y cuánto lo intentaron tras las cámaras ya en la participación anterior del chaval en The Bachelorette. Y dónde está la línea roja para empujar a gente a tomar determinadas decisiones o jugar con ellos más de lo que estos creen solo por la audiencia y el morbo.

En la serie se cruzan varias líneas rojas, algunas tipificadas como delitos, lo que de verdad espero que jamás ocurra en un programa de este tipo. Aunque una de ellas, en torno a una supuesta violación, ya haya pasado en un spin-off del reality estadounidense.

Sobre la firma

Anabel Bueno Ballesteros
Editora de Redes Sociales de EL PAÍS. Formó parte de Verne, la sección de cultura digital y análisis de internet y redes sociales, desde 2015 hasta su cierre como sección en 2021. Coescribe la newsletter quincenal Verne, su continuación. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Rey Juan Carlos.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_