Fernando Sánchez Castillo: “Varado como un viejo aventurero”
Para el artista madrileño "el futuro inmóvil del 'Guernica' es impensable"
Siempre me ha inquietado el comentario de Picasso cuando llegaron a su estudio a recoger el cuadro del Guernica para llevarlo al pabellón de España en la Expo de París. “Llévenselo porque si no seguiré pintando sobre él”. Y así fue, porque el cuadro sigue inacabado. Desde la primera pincelada, el cuadro no dejó de moverse en la historia, creando nuevas relaciones entre arte y política. Por motivos de seguridad y preservación, dicen que el cuadro ya no se puede mover y, sin embargo, el futuro inmóvil del Guernica es impensable. Da mucha pena que el cuadro se haya quedado varado como un viejo aventurero, como un fósil.
Es bellamente turbadora esa imagen del escáner que durante meses se movió imperceptible para nuestros sentidos frente a él, como si en el mundo actual de la información digital, la experiencia física y la relación con los objetos pudiera enfriarse, multiplicarse, garantizar su eternidad y elegir el momento en el que la historia se presenta. El Guernica es una obra viva, que podría ir cambiando de apariencia infinitamente, y cuya imagen final sólo está acabada en la mirada del espectador. En imagen icónica constituye también una metáfora de nuestro tiempo. La historia es la que no se mueve. El bombardeo de Gernika sigue sucediendo en otras poblaciones y es el cuadro el que viaja por nuestras mentes acompañando cada una de las imágenes de destrucción contemporánea.
Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) tituló en 2012 ‘Síndrome de Guernica’ una pieza escultórica elaborada a partir del Azor, la embarcación de recreo de Franco. Se expuso en el Matadero de Madrid.