Ana Obregón: “Llevo 35 años viviendo un ‘docurreality”
La actriz y presentadora protagoniza ‘Algo pasa con Ana', que mostrará su vida cotidiana
Ana Victoria García Obregón (Madrid, 1955) llega a la presentación ante los medios de su nuevo programa 15 minutos tarde y con una mano apoyada en un costado de la cadera ocultando algo. “Al salir del hotel, una fan maravillosa me ha tirado del vestido y me lo ha destrozado”, justifica para explicar el retraso que le ha obligado a volver al hotel y poner unos imperdibles para remendar el roto. La anécdota sirve como muestra del tipo de situaciones que alguien como Ana Obregón vive en su día a día cuando sale a la calle. El público está acostumbrado a verla en la pantalla o sobre las tablas de un teatro, contestando entrevistas…, pero no en su día a día. “La imagen que puedes dar como personaje público es muy diferente a que tú cuentes tu día a día de verdad, donde soy ante todo una madre, hija, amiga, hermana… Y luego, todo eso que ya sabéis: presentadora, actriz, bióloga…”, repasa Obregón. Lo hace en la puesta de largo en el FesTVal, el Festival de Televisión de Vitoria, del programa Algo pasa con Ana, que el canal DKISS estrenará en octubre.
“Cuando Globomedia [productora del espacio] me llamó y me ofreció hacer un reality, primero dije un no rotundo. Luego en una comida me convencieron”, explica la que fuera presentadora del mítico ¿Qué apostamos? junto a Ramón García. Le convenció tener la oportunidad de mostrar no solo su día a día, sino cómo es ella detrás de las cámaras y trasladar su energía y optimismo al programa. “En realidad, yo llevo 35 años viviendo un docurreality, muchas veces muy a mi pesar”, argumenta la actriz, frecuentemente objeto del deseo de la crónica social. Durante cuatro meses, cuatro cámaras siguieron a la actriz para captar su vida cotidiana. Aunque en los ocho capítulos que tendrá el programa también habrá hueco para mostrar la versión más alocada de Ana Obregón al visitar un sex shop o buscar un nuevo amor en citas a ciegas por Internet. Eso sí, había ciertos límites. “Me he negado a que saliera en el cuarto de baño, claro. Tampoco voy a ponerme ahí a llorar, eso no, eso lo hago sola, sin reality ni nadie”. Tampoco permitió que apareciera su familia, salvo su hijo Álex.
Acostumbrada a que sus programas y series sean éxitos de audiencia rotundos (aunque algún fracaso también hay, como su última creación, Ellas y el sexo débil), Ana Obregón es consciente de que esta apuesta en una cadena con apenas cuatro meses de existencia como DKISS es arriesgada. “Cuando Hostal Royal Manzanares, teníamos un 40% de cuota de pantalla y 8 millones de espectadores. Un día hicimos 39% y Lina [Morgan] vino preocupadísima porque habíamos bajado. Con Ana y los siete igual, estábamos en un 35% de media. Aquí un 1% sería un éxito”. Pero eso no le asusta. Asegura que, a pesar de llevar un tiempo apartada de la televisión, las puertas de las principales cadenas no se le han cerrado. “Ya me empezaba a picar el gusanillo, pero acabé muy harta de tele, necesitaba muchísimo desconectar de todo”, confiesa.
Ahora, Obregón se reencuentra con una televisión muy cambiada. Más cadenas, otros presentadores, otras series, otros formatos… Un medio con mucha variedad en su oferta pero donde también echa de menos cosas. “Faltan programas de entretenimiento”, contesta a EL PAÍS. “Están muy bien La voz, Tu cara me suena…, muy bien hechos. Pero faltan grandes programas de entretenimiento del tipo ¿Qué apostamos?, El Grand Prix… Y faltan series de comedia romántica. Y eso que series es lo que menos falta, hay muchísimas y buenísimas”, analiza mientras aprovecha para recordar que donde siempre ha querido desarrollar su carrera es en la actuación. “Yo nunca he querido presentar, me da rabia que me llamen para presentar y sin embargo he acabado presentando todo. Yo quiero ficción”. Y por ahí se encamina un proyecto “que ya se está moviendo” sobre el que no quiere decir nada más que estará dentro del género cómico. Porque si alguien defiende lo importante que es transmitir energía positiva y saber reírse de uno mismo, es Ana Obregón.
Un formato de moda
Las Kardashian son las que más partido han sacado al docureality, programas centrados en una celebridad (en su caso, en una familia) y que sigue su vida cotidiana tamizada por una labor de edición y montaje que busca el entretenimiento del espectador. En España, Alaska y Mario siguió su estela mostrando al público la peculiar vida que les rodea. Tamara Falcó, hija de Isabel Preysler y el Marqués de Griñón, probó suerte con I love Tamara, pero no logró la repercusión que han tenido este verano María Teresa y Terelu Campos con Las Campos. Solo dos entregas y el programa en el que se podía ver desayunar a las presentadoras o yendo a un mercadillo fue uno de los eventos televisivos del verano.
"Mi programa no se parece a ningún otro", defiende Ana Obregón. "Pero si tuviera que elegir, elegiría Alaska y Mario porque me parece divertidísimo. Pero no tiene nada que ver", explica la actriz, que menciona a una pareja como objetivo ideal de un docureality: Angelina Jolie y Brad Pitt.
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