Lorca vuelve a Nueva York
Poveda canta en un espectáculo de David Morales sobre el amor secreto del poeta
Nueva York era para Federico García Lorca la ciudad de la geometría y la angustia, de los alambres y la muerte, adonde llegó en 1929 con un terrible mal de amores y sintió que el cielo podía asesinar. Pero el miércoles por la noche, en el escenario del legendario teatro Carnegie Hall, el poeta regresó para contar la historia de su último y secreto amante, ese con el que jamás pudo huir. La compañía de David Morales presentó Lorca, muerto de amor, un espectáculo de flamenco y da...
Nueva York era para Federico García Lorca la ciudad de la geometría y la angustia, de los alambres y la muerte, adonde llegó en 1929 con un terrible mal de amores y sintió que el cielo podía asesinar. Pero el miércoles por la noche, en el escenario del legendario teatro Carnegie Hall, el poeta regresó para contar la historia de su último y secreto amante, ese con el que jamás pudo huir. La compañía de David Morales presentó Lorca, muerto de amor, un espectáculo de flamenco y danza contemporánea que relata este último romance y que contó con la actuación de Miguel Poveda como artista invitado.
Morales baila e interpreta a un Lorca en los últimos años de su vida, que se queda prendado de Juan Ramírez de Lucas, un joven de 17 años con quien vive un amor apasionado y prohibido hasta que lo fusilan en 1936. Se descubrió en 2012, cuando Manuel Francisco Reina obtuvo las cartas y los documentos que Ramírez de Lucas conservaba y lo noveló en Los amores oscuros.
Ahora ha escrito el libreto del espectáculo, traducido al inglés como Lorca madly in love e irradia sensualidad y tragedia. El baile flamenco de Morales comparte escenario con la danza contemporánea de Iván Amaya, que encarna a Ramírez de Lucas, sobre una música creada por el guitarrista Daniel Casares, que salvó la dificultad de componer sobre alguien de quien se ha escrito y cantado tanto. También era un reto para Morales. “No soy actor, pero he trabajado mucho la interpretación: quería que todo el mundo, homosexual o no, sintiera ese pellizco”, explicó.
Uno de los mayores escalofríos se produjo con el Romance del rubio de Albacete, los versos cantados a capela en medio del escenario por Miguel Poveda, al que el Carnegie Hall aplaudió con devoción. El poema (Aquel rubio de Albacete/ vino, madre, y me miró./¡No lo puedo mirar yo!) se creyó dedicado a Rafael Rodríguez Rapún, un antiguo amor de Lorca, pero el descubrimiento del último idilio y las fechas hacen hoy mucho más verosímil que fuera Ramírez de Lucas, nacido en la ciudad manchega.
Reina ve algo parecido a la justicia poética que Lorca muerto de amor haya llegado a Nueva York y niega Lorca detestara la ciudad: “Nueva York le provocaba sentimientos encontrados, porque allí llegó por desamor y en el crash del 29, pero también le permitió conocer el jazz y el blues y un nuevo teatro… Era uno de los destinos soñados con su amor”.
También actúan los cantaores Esperanza León, Kiko Peña, y Manuel Peralta, el violinista David Moreira, el percusionista Guillermo Ruiz y Daniel Casares, a la guitarra. La compañía espera llevar la obra a Madrid y Londres.
Babelia
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