Retirada una pancarta de una obra del colombiano Óscar Murillo

El autor había añadido una tela de protesta vecinal a su instalación

La pancarta de protesta que Óscar Murillo ha incorporado a su instalación.jordi socias

A Óscar Murillo le habían advertido de que las cosas por Madrid andan tensas. Pero el artista colombiano de 29 años, llamado a ser la revelación de Arco 2015 cuando ya ha conquistado los mercados internacionales, pudo comprobarlo ayer en sus propias carnes. Se estrenaba Murillo en el Centro Cultural Daoiz y Velarde. No sólo él, sino que se inaugu...

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A Óscar Murillo le habían advertido de que las cosas por Madrid andan tensas. Pero el artista colombiano de 29 años, llamado a ser la revelación de Arco 2015 cuando ya ha conquistado los mercados internacionales, pudo comprobarlo ayer en sus propias carnes. Se estrenaba Murillo en el Centro Cultural Daoiz y Velarde. No sólo él, sino que se inauguraba el propio lugar con una instalación suya titulada De marcha, ¿una rumba? No, sólo un desfile con ética y estética.La intención de este prodigio emigrado a Londres desde su Valle del Cauca cuando tenía 10 años era promover, con sus pinturas amarradas a palos y listas para salir en manifestación, una pequeña revuelta entre el público.

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Cuál fue su sorpresa cuando la manifestación la encontró, espontáneamente, a la puerta. El barrio de Pacífico protestaba por la tardanza de las autoridades en inaugurar un centro que llega con años de retraso y un coste, para ellos, excesivo. Una pancarta lo dejaba claro: “13 millones de euros. 7 años de obras. ¿Centro cultural o propaganda electoral?”. Murillo, poco dado a protocolos, incómodo entre el magma de los saludos que proliferan entre diplomáticos y cargos municipales, agarró la pancarta y al final la colgó en medio de la exposición. “Esta es una obra en movimiento. Lo que hago depende de las cosas que ocurren alrededor”, aseguraba a EL PAÍS.

Lo decía cuando comprobó que los encargados de seguridad de la sala habían descolgado la pancarta, la habían doblado y colocado a la entrada para que se la llevaran. Murillo pidió a los guardias que volvieran a colgarla: “Soy el artista y esta pancarta es parte de la obra”. El encargado le quiso rebatir: “No tiene nada que ver con la exposición”. Pero finalmente, un tanto desconcertado, accedió. Murillo volvió a colgar la prueba de la protesta y ahí la dejó. ¿Hasta nueva orden?

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