'Juego de tronos': vuelve la amenaza del invierno
Los tambores vuelven a sonar en Poniente. Los sucesos de la tercera temporada convulsionaron unas tierras ya de por sí bastante agitadas. Ayer, Canal + Series estrenó (solo unas horas después que en Estados Unidos) la cuarta entrega de Juego de tronos, una serie convertida en fenómeno de masas que va más allá de la pequeña pantalla. Los nuevos capítulos reflejarán el contenido de la segunda parte del libro de George R.R. Martin Tormenta de espadas, aunque incluirá también elementos de los dos tomos siguientes de la saga Canción de hielo y fuego. Álvaro P. Ruiz de Elvira, Berta Ferrero, Miguel Ángel Medina, Manuel Morales y Natalia Marcos (todos ellos seguidores de la serie pero solo el primero lector de los libros) cuentan sus impresiones tras haber visto el primer capítulo de la nueva entrega (SPOILERS hasta el episodio 4x01).
Comienza la remontada..., por Álvaro P. Ruiz de Elvira
Despedí latercera temporada con un sabor demasiado agridulce. Tuvimos que esperar hasta el noveno capítulo con la Boda Roja para que me emocionara (siempre es el noveno en el que pasa lo más gordo... lo que me da que pensar si este año dejarán para ese momento una u otra cosa que ocurren en el tercer libro...). Para ser la megaproducción que es y para el buen ritmo que tuvo la primera temporada, la segunda y la tercera fueron decepcionantes. Ojo, entretenidas, bien hechas, con algunos personajes excelentes y diálogos muy por encima de la media, pero sin lograr cautivarme como esperaba. Hace un año recé por que la serie se despegara del todo de las tramas y la narración de los libros de Martin para adquirir personalidad propia. Algún destello hubo, pero no suficiente. Pero sí parece que en la cuarta esto se puede conseguir. Y es muy bueno que pase, sobre todo para los que hemos leído todos los libros.
JDT 4 ha empezado a lo grande (ojalá hubiésemos podido ver el segundo capítulo para escribir aquí con más conocimiento de causa, pero nos tenemos que lanzar con solo una décima parte de lo que veremos). Ya la primera escena, ese homenaje que se da Tywin Lannister a costa de los Stark, es enorme. Esta nueva entrega empieza con dos de los personajes más interesantes de la saga: Tywin, con más presencia y mejor en la serie, y Jamie, que en los libros Martin consigue que se pase del odio al respeto de forma gradual y es uno de los personajes más completos. Y esa conversación hace que me deje llevar. Que me olvide que en la tercera temporada, exceptuando el 3x09, todo me diera un poco igual. Y a esa escena le sigue Tyrion, ninguneado en la corte, y la presentación de uno de los nuevos personajes, Oberyn Martell, la Víbora Roja.
Y de ahí, como en todos los primeros capítulos, la presentación del resto de tramas y caminos para futuros capítulos: Jaime, manco de su mano buena, descubriendo cómo ha cambiado su hermana Cersei, Daenerys (aunque soy consciente de que es una de las principales, sigue siendo la trama que más me aburre, en la serie y en los libros) y sus dragones y antiguos esclavos, Jon Nieve (sigue siendo más flojo en la serie que en el libro) rehaciéndose de su periplo salvaje y ante todo, Arya y el Perro. Ay Arya, qué mayor te haces en este capítulo...
Es solo un capítulo, pero qué buena pinta tiene esta cuarta temporada. Este inicio ha hecho que me quede con ganas de más (qué bonita sensación quedarte con ganas de más, lo echaba de menos señores Benioff y Weiss). Ya veremos si dentro de otros nueve episodios, cuando volvamos a hablar en Quinta Temporada de la serie con las conclusiones, podemos decir que Juego de Tronos ha remontado a lo grande. De momento, vamos a disfrutar semana a semana, que queda mucho por contar.
Calma tensa en la recolocación de las piezas, por Berta Ferrero
Tywin Lannister forja una espada de acero valyrio iluminado por el fuego de las brasas. Huele a gato muerto, dice poco después Cercei. Ha llegado el momento de que cada ficha vuelva a colocarse en el tablero de Juego de tronos. La partida comienza de nuevo, todavía con el recuerdo de las últimas bajas. El primer capítulo de la cuarta temporada llega irremediablemente con la resaca de la Boda Roja y las consecuencias que la sangrienta matanza dejó en las vidas de los personajes que siguen vivos. Todavía. La tensión se masca y la tragedia, como siempre, se palpa en cada esquina de los Siete Reinos. La nueva temporada empieza con una calma tensa y con el listón en las nubes tras uno de los finales de temporada más impactantes de la historia de la televisión.
Los Lannister dan la bienvenida en Desembarco del Rey a un nuevo personaje que parece que dará mucho de qué hablar: Oberyn Martell. Imponente su entrada y esperanzadora su advertencia con sed de venganza: “Los Lannister no son los únicos que pagan sus deudas”. La Víbora Roja anuncia su llegada para asistir a la boda Púrpura, la del rey Joffrey Baratheon y Margaery Tyrell. Los preparativos festivos de unos Lannister en convulsión prometen: Jaime ha vuelto a casa sin su mano derecha y con el amor de su Cercei frío como el témpano. El mismo hielo se encuentra un desubicado Tyrion con su esposa, Sansa, destrozada tras saber los pormenores de la muerte de su hermano y su madre.
Lejos del frío, los que ya prometen dar una guerra bien caldeada son los dragones adolescentes de Daenerys de la Tormenta. La Madre de dragones continúa su camino hacia el Trono de Hierro con unos hijos cada más grandes, más peligrosos y más indómitos. “Nadie puede domarlos, ni siquiera su madre”, escucha Khaleesi mientras observa cómo sus vástagos empiezan a volar sin ella. Y lo mejor, por supuesto, llega al final del capítulo con la pequeña de los Stark y su compañero de fatigas. Arya y El Perro se han convertido, al margen de todas las tramas, en una pareja de baile sin igual, con una compenetración que traspasa la pantalla, a veces con algo de sentido del humor, y otras con improvisadas batallas de por medio, sangre y acción. La pequeña Stark se ha ido transformando con cada golpe recibido en una auténtica guerrera. Y casualidades de la vida, se reencuentra con Aguja, su espada, y no duda en usarla movida por la venganza... Para Arya quedan lejos los días en que su lucha era no parecerse a una dama.
El fuego que nos purifica de lo cotidiano, por Miguel Ángel Medina
Una espada de fuego varlyrio forjada con el fuego purificador es la imagen con la que arranca la cuarta temporada de Juego de tronos; una metáfora del inmenso poder que atesoran los Lannister -tras resistir en la madre de todas las batallas- pero también de la propia serie, que vuelve para inundar nuestra imperfecta vida cotidiana con la perfección de magia, dragones, intrigas y batallas.
La espera se hizo demasiado larga y el capítulo demasiado corto. Este primer episodio se hace algo lento, tal vez porque ya nos hemos acostumbrado a los duelos espectaculares y el arranque, claro, tiene mucho de recapitulación. Los protagonistas siguen en el mismo punto donde los dejamos hace unos meses: Sansa, derrotada; Joffrey, insoportable; Daenerys, firme. Otros apuntan a que podrían llegar a ser importantes más adelante en una historia en la que ningún personaje es imprescindible. Ni está a salvo.
Pero esta paz es tramposa, como de compás de espera, porque ya nos contaron que en los límites de los Siete Reinos acechan hordas de peligros. Así que solo nos queda aguardar a que el fuego de los dragones y las espadas lancen de nuevo ese hechizo que les permite salvarnos por un rato del hastío de nuestra vida.
Empanada de pichón, por Manuel Morales
Ya están aquí todos (o casi todos, ¿dónde están Hodor y Bran?) los personajes que han llegado con vida, que no es fácil, a la cuarta temporada. Como en anteriores entregas, el primer capítulo es una presentación de la galería de protagonistas. Esta parte comienza con la forja de una espada y finaliza con el primer baño de sangre, del que salen victoriosos El Perro y la joven Arya Stark, que por cierto recupera su acero perdido. Hablando de espadachines, entre las incorporaciones al reparto apunta maneras el príncipe Oberyn Martell, invitado a la boda del rey Joffrey, pero que guarda un pasado de rencor y de deseo de venganza hacia los Lannister, sus anfitriones. Para empezar, ya la ha liado en la casa de lenocinio de Meñique.
Lo que parece confirmar el inicio de esta temporada es esa evolución de los malos a menos malos, como Jaime Lannister, el hijo manco de La Mano del Rey (lo que no deja de ser un sarcasmo), que debe proteger a la compungida Sansa, como prometió a ese tallo llamado Brienne de Tarth. Jaime estrena mano fabricada y quién sabe si registro en la trama.
Mientras Jaime prepara la seguridad para que no haya sorpresas en la boda del monarca Joffrey en Desembarco del Rey, Jon Nieve sigue en el Muro intentando evitar que sus jefes lo ajusticien (“¡Habla como uno de los salvajes!”). Pues claro, si el muchacho perdió la virginidad con una salvaje, como para no hablar como ellos. Y más salvajes parecen los dragones de Khaleesi. Ojo que están más creciditos y ya se atreven a volverse contra su propia madre.
Del reencuentro con los personajes de Juego de tronos, quizá la decepción sea comprobar que, por ahora, la afligida Sansa no levanta cabeza. Aunque la actriz que le da vida, Sophie Turner, haya dicho en alguna entrevista de promoción que “Sansa no es lo que parece”. Bueno, pues de momento, la mayor de las supervivientes de los Stark sigue sin coger una espada, ni urdir una pequeña trama. La muchacha está inapetente y no es capaz ni de comer la exquisita empanada de pichón que le ofrecen sus sirvientas. A ver si Sansa deja de ser también un pichón y empieza a atravesar carne como su hermana. Queremos sangre.
Nuevas amenazas y viejos rencores, por Natalia Marcos
"Los Lannister no son los únicos que pagan sus deudas". Oberyn Martell entra en acción en el ya pobladísimo tablero de Juego de tronos dejando claras sus turbias intenciones. Otro jugador que se suma a una partida en la que no es difícil perderse pero que siempre consigue engancharnos. De hecho, este arranque de temporada ha tenido muchos más elementos de enganche que otros primeros capítulos de la serie. Juego de tronos nos tiene acostumbrados a un ritmo pausado. El año pasado necesitó varios capítulos hasta que arrancó, pero terminó en lo más alto, con un noveno capítulo que nos dejó pegados al asiento y sin saber cómo reaccionar.
La cuarta temporada promete emociones fuertes partiendo de las secuelas de la Boda Roja. Los responsables de la serie aseguran que esta vez no habrá un momento cumbre, sino varios. Y los que han leído los libros (entre los que no me encuentro) no se cansan de repetir que todavía queda mucho por ver. "You know nothing, Jon Snow". Para abrir boca, el primer capítulo de la nueva entrega ha dado un poco de todo. Hemos vuelto a situar a algunos de los personajes (otros tendrán que esperar su turno); nos han presentado a un nuevo y prometedor adversario que ha tenido una entrada a lo grande, Oberyn; hemos vuelto a ver las batallas dialécticas de los Lannister que tanto nos gustan; tenemos nuestra dosis de violencia y los desnudos que, procedan o no, ya son marca de la casa. Y hemos vuelto a escuchar la canción de Las lluvias de Castamere, con ese escalofrío que recorre el cuerpo al recordar...
Siempre es un gusto reencontrarse con una producción tan cuidada como es Juego de tronos. Y volver a escuchar a Tyrion, ver a Khaleesi con sus dragones, ya bien creciditos, a Jon Snow buscando su sitio, a Jaime de vuelta al hogar... Y, sobre todo, la complicidad de Arya Stark y el Perro, una pareja imposible pero que, misteriosamente, encaja a la perfección. Ójala la pequeña Stark siga dándonos buenos momentos, aunque en esta serie uno nunca sabe, y más llevando ese apellido. En defintiiva, nos hemos encontrado con un arranque prometedor, que nos ha hecho vibrar y que nos tiende la mano para reengancharnos a esa historia de estrategias, venganzas y pasiones que es Juego de tronos. Ójala el invierno no llegue nunca.
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