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Patagonia: moda circular y compromiso con el medioambiente

La marca de ropa para exteriores fundada por Yvon Chouinard en 1973 mantiene un esquema de negocio, en donde las ganancias que no se reinvierten se pagan como dividendos para acciones y medidas en favor del planeta

El País
Patagonia, moda circular.
©Sonnie Trotter

El fenómeno fast fashion o moda rápida ha experimentado un auge sin precedentes en las últimas décadas, transformando la industria de la moda en Chile y en todo el mundo. Si bien esta tendencia ha revolucionado la forma en que consumimos moda, también ha traído consigo una serie de consecuencias al medioambiente. Sin embargo, marcas como Patagonia están cambiando la forma de hacer moda y de cuidar el medioambiente.

En Chile y el mundo, la industrialización del vestuario ha dejado huella. El acceso a ropa económica y de última tendencia ha aumentado, permitiendo que un público más amplio pueda adquirir las últimas colecciones. Sin embargo, esta “democratización” de la moda también ha llevado a una cultura de consumo desenfrenado, donde la ropa se considera desechable y se descarta rápidamente.

A nivel mundial, el fast fashion ha contribuido significativamente a la crisis ambiental y social. La producción masiva de ropa genera una enorme cantidad de residuos textiles y una demanda insostenible de recursos naturales, como el agua y la energía. Además, la rápida rotación de colecciones fomenta el agotamiento de tendencias y la sobreproducción, lo que agrava el problema. Todo lo anterior, de la mano de un modelo de negocio que promueve la sobreproducción y el sobreconsumo.

“Las consecuencias más documentadas son el uso intensivo de agua y su contaminación en el proceso de teñido y acabados; la gran emisión de gases de efecto invernadero producto del tipo de energía que se utiliza en el proceso productivo y también de las materias primas; la degradación de los suelos debido al uso de pesticidas y químicos; y desde el ámbito social, también hay que sumarle el trabajo precario e incluso esclavo en las cadenas de suministro”, señala la periodista y autora del libro El Nuevo Vestir, Sofía Calvo.

Tal como menciona Calvo, en términos de derechos laborales, esta industria a menudo opera en países en desarrollo con regulaciones laborales laxas. Los trabajadores son sometidos a condiciones precarias y a bajos salarios. Esta explotación laboral ha llevado a llamados a la acción por parte de defensores de los derechos humanos.

“El ‘elefante en la habitación’ de esta discusión es el decrecimiento de la producción, porque lo que menos se necesita en el mundo es ropa. Según datos de McKinsey y la Fundación Ellen MacArthur, al año se fabrican 150.000 millones de prendas. Es decir, 62 millones de toneladas de ropa y complementos app. Considerando que somos 8 mil millones de habitantes en el mundo, podríamos decir que cada persona de este planeta podría tener un clóset de casi 19 prendas solo con lo producido en un año (no se considera lo ya existente), y me atrevo a decir que esta cifra es conservadora”, explica la periodista.

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Para bajar la huella de carbono, según Calvo, hay que partir por cambiar la manera en que se está produciendo ropa y dejar de hacerlo bajo los principios de obsolescencia programada (programación del fin de la vida útil de un producto) y percibida, que es la clave del negocio de la moda rápida. “Cambiar la matriz energética de la producción e introducir los principios de la economía circular y regenerativa al sistema. A eso hay que generar concientización ciudadana para frenar el sobreconsumo, lo que supone un cambio cultural que a muchas personas les incomoda, porque creen que se atenta con su ‘libertad de elección’. La clave es rechazar y reducir”, señala la experta.

Por otro lado, los diseñadores basura-cero creen que el diseño de productos debería estar inspirado por la naturaleza, donde los materiales son reciclados en un flujo circular. Pero es tanto lo que se fabrica hoy en día que está construido para ser usado y luego descartado.

Un ciclo vital para el mundo

En un mundo cada vez más consciente del medioambiente, las marcas de moda están adoptando un papel activo en la reducción del impacto negativo del fast fashion y en la promoción de prácticas más sostenibles en la industria. Transparentar de manera abierta y detallada dónde y cómo se fabrican sus productos, el uso de materiales sostenibles, el diseño duradero y atemporal, las iniciativas de reciclaje y reutilización, la reducción de emisiones de carbono y el impulso de la economía circular son algunos de los cambios que están asumiendo algunas firmas de vestuario.

Un buen ejemplo hoy, es la marca Patagonia que mediante su programa Worn Wear tomó la iniciativa de hacerse cargo de un programa de venta de ropa usada. “Con toda la responsabilidad que conlleva el orden, limpieza y calidad de la ropa, que lógicamente destacan a la marca outdoor. Democratizar el acceso a la misma calidad, con un precio menor, es el objetivo principal de poder llegar a diferentes públicos”, sostiene Pascale Potin, directora de marketing digital de Patagonia Chile.

Para hacerse cargo de este grave problema es que Patagonia también habilitó en Chile su Programa: “En vez de acumular, Intercambia”. ¿En qué consiste? Cualquier persona que tenga una prenda de la marca que ya no utilice por distintos motivos, pero que esté en buenas condiciones, puede llevarla a cualquier tienda Patagonia o enviarla por paquetería, incluso intercambiarla sin la necesidad de comprar otro producto.

“Me parece que es una excelente manera de ‘cambiar el verbo’ y crear una nueva relación con el vestir desde la cultura de lo ya usado. Además, esto va en directa sintonía con lo señalado en el último estudio de Trove y Worldly, que dice que: ‘la reventa es una importante estrategia de descarbonización: en particular para las marcas de ropa premium y actividades al aire libre, la reventa puede resultar en una reducción del 15 al 16% de las emisiones anuales de carbono en 2040. Estas marcas pueden lograr un crecimiento anual de los ingresos y, simultáneamente, reducir la necesidad de nueva producción en un 23- 35% anual”, comparte Sofía Calvo.

“Este ciberday es un frenesí de grandes descuentos, ofertas por tiempo limitado y liquidaciones de último minuto que te presionan a comprar. Nosotros no vamos a hacer eso. Es por ello que estamos comprometidos con reparar lo que ya tenemos, facilitar la compra usada para mantener el equipo fuera de los vertederos o —cuando de verdad necesites algo nuevo— comprar ropa y equipo diseñados para durar por muchos años”, concluye Pascale Potin.

Conoce más sobre el programa Worn Wear.

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