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EL LIBRO Y LA FRASE DE SUSANA LLORET / 'LA SUERTE DE DAR'

“Compartir el tiempo o el talento está al alcance de todos”

La vicepresidenta de Bombas Gens elige el libro de Carmen Reviriego y la frase de Guedj: "Con lo pequeño podré llegar a lo grande; con lo accesible podremos llegar a lo inaccesible"

Amparo Tórtola
Susana Lloret en Bombas Gens y con el libro 'La suerte de dar'.
Susana Lloret en Bombas Gens y con el libro 'La suerte de dar'.Mònica Torres

En 2014 Susana Lloret (Alicante-1966) y su esposo, el empresario José Luis Soler, decidieron poner en marcha la Fundació Per Amor a l’Art, -un proyecto familiar enfocado al arte, la investigación y la acción social- que hoy tiene su sede en la rehabilitada fábrica de Bombas Hidráulicas Carlos Gens. Susana es su vicepresidenta y directora general. La lectura del libro que ha elegido, La suerte de dar, de Carmen Reviriego, (2013-Editorial Plataforma), enseñó a Susana que “compartir es una responsabilidad”. “Nosotros -afirma- teníamos la ilusión y el sueño de poner en marcha la Fundació. Las entrevistas con emprendedores sociales que el libro recoge me hicieron poner los pies en el suelo y aprender que una fundación es una empresa cuyos beneficios van a los demás”.

Pregunta. ¿Por qué el libro elegido ha sido tan importante en su vida?

Respuesta. Porqueme llegó en un momento de profundos cambios vitales. Yo tenía un desarrollo profesional como investigadora y profesora en la Universidad de Valencia; mi marido, impulsor de la Fundació, me propuso ponerme al frente de la misma. Para mí supuso un paso muy arriesgado y comprometido. Teníamos la ilusión y el sueño del proyecto, pero había que hacerlo realidad. Ahí entra el libro: me ayudaron mucho las experiencias recogidas en sus páginas, mediante entrevistas, de personas que ya habían transitado por el camino que nosotros iniciábamos. La Fundació era un grandísimo reto y este libro me dio claves para afrontarlo con seguridad.

P. ¿Qué enseñanzas extrajo?

R. ¡Muchas! La primera y principal que compartir es una responsabilidad y que todos tenemos la capacidad para hacerlo. No se trata solo de dinero. Compartir el tiempo o el talento está al alcance de todos. El libro me ayudó, también, a poner los pies en el suelo y desterrar la idea romántica de lo que era una fundación. Me explico: aprendí, con las entrevistas recogidas en el libro, que la Fundació Per Amor a l’Art tenía que estar gestionada profesionalmente. Y, por último, el libro me enseñó que hay muchas más personas de las que creemos que ponen en marcha iniciativas dirigidas a los demás, y que existen ciertos prejuicios y suspicacias hacia los empresarios que no permiten ver esa labor de emprendimiento social que algunos llevan a cabo.

P. Le he escuchado decir en algunas ocasiones que el termino filantropía no le gusta.

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R. Es verdad. Es una palabra que no me gusta nada porque me parece que no tiene connotaciones positivas, sino arcaicas, vetustas. Prefiero, como se dice en el libro, la expresión emprendimiento social; esta es una etiqueta que me gusta porque supone riesgo, acción e implicación personal.

P. ¿Con qué frase se queda del libro?

R. Me vas a permitir que haga trampa y te diga una frase que no está en el libro que he elegido, pero que tiene mucho que ver con el concepto de emprendimiento social. Es una frase que leí en El teorema del loro. Novela para aprender matemáticas, de Denis Guedj, adjudicada al filósofo y matemático Tales de Mileto.

P. Y ¿cuál es la frase?

R. Adaptada al tema que me interesa, el emprendimiento social, la frase es: Con lo pequeño podré llegar a lo grande; con lo accesible podremos llegar a lo inaccesible, y con lo cercano, podremos llegar a lo lejano.

P. ¿Qué le seduce de ella?

R. ¿Sabes? Muchas veces queremos hacer cosas, grandes cosas, y cuando vemos que no están a nuestro alcance, desistimos y no hacemos nada. Yo creo que lo mejor es intentar hacer algo accesible, posible, para evitar el bloqueo. La manera más fácil de quedarse sin hacer nada es no encontrar el camino para hacerlo. Conclusión: hay que procurar que lo que uno quiere hacer esté a su alcance.

P. ¿Recuerda cómo llego a sus manos el libro de Carmen Reviriego?

R. ¡Perfectamente! Mi marido vio el libro en un centro comercial. Le llamó la atención el título -ya estábamos con la idea de la Fundació- y compró tres ejemplares, uno de ellos para mí.

P. ¿Y recuerda en qué contexto lo leyó?

R. Sí. Me recuerdo en la cocina de nuestra casa de Ibiza, en las Navidades de 2013. Para mí la cocina es el corazón de la casa. Lo leía por las noches, rodeada de paz y silencio. Me recuerdo leyendo, subrayando y tomando notas; de alguna manera, poniendo las bases de lo que íbamos a hacer. Como te dije antes, es un libro que me cambió muchas ideas preconcebidas y me ayudó a tener una visión realista sobre nuestro proyecto.

P. ¿Suele releerlo?

R. Sí, sobre todo cuando he tenido que preparar intervenciones públicas para agradecer algún reconocimiento de los que se ha otorgado a la Fundació. Me sirve de inspiración, especialmente la entrevista a Manuel Arango.

P. ¿En qué momento del día el placer de leer le resulta más satisfactorio?

R. La verdad es que soy un poco anárquica, pero me gusta leer por la noche y no necesariamente en la cama. En invierno, cuando encendemos la chimenea, me encanta quedarme leyendo junto al fuego.

P. ¿Alguien de su entorno hizo de guía para despertar su interés por la lectura?

R. Mi madre era una gran lectora. Era socia del Círculo de Lectores y me encantaba asistir a las visitas de la comercial de esta firma cuando, periódicamente, acudía a nuestra casa a informar a mi madre sobre las novedades literarias. Lo que mi madre se leía, lo leía yo, aunque algunos títulos, quizás, no fueran muy adecuados para mí por la edad. Recuerdo que leí Papillon y Una historia maravillosa. La verdad del nacer. ¡Este último lo leí en dos ratos!

P. ¿Qué género literario le gusta más?

R. La poesía y el teatro, en general, no me atraen mucho. La novela, como distracción, sí, en especial la novela histórica; eso es herencia de mi madre. Lo que más me gusta es la lectura de libros sobre grandes personajes, pero tienen que ser obras que vayan más allá de los perfiles profesionales. Me interesan los perfiles humanos de hombres y mujeres que han sido reconocidos.

P. ¿Y algo que deteste de manera especial?

R. Pues, quizás, la literatura romántica, tipo Corín Tellado. No me interesa nada.

P. Las plataformas audiovisuales, con sus series y películas, ¿le quitan tiempo para leer?

R. No, la verdad es que las series me enganchan muy poco. Lo que sí me aparta de la lectura es el iPad: me gusta mucho ver las charlas TED. Duran apenas media hora y su objetivo es generar ideas inspiradoras.

P. ¿Hay algún libro que suela regalar con frecuencia?

R. Sí. Se titula Allegro ma non troppo, de Carlo M Cipolla. Tiene un tratado en sus páginas que lleva por título Las leyes fundamentales de la estupidez humana. Es un libro muy divertido y, al mismo tiempo, te hace reflexionar. Siempre que lo regalo, me dan las gracias a vuelta de lectura por el buen rato pasado.

P. ¿Aguanta la lectura si unas páginas no le enganchan pronto?

R. No, nunca. Mi motor es siempre la curiosidad, pero si la curiosidad no deriva en interés, no me sirve.

P. Pregunta obligada en esta serie de entrevistas: ¿En qué libro le gustaría quedarse a vivir?

R. En la parte de Papillon que transcurre en la Polinesia, rodeada de flores, de sol, en la playa. Una vida tranquila. Algún día, se lo he dicho a mi marido muchas veces, quiero ver la Polinesia con mis propios ojos. Quiero vivirla.

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