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Crónica
Texto informativo con interpretación

Los malos augurios del hombre de negro

Aznar alerta en Barcelona de un futuro caótico si fracasa la democracia liberal

Cristian Segura
José María Aznar y Josep Piqué en la Casa del Libro en Barcelona.
José María Aznar y Josep Piqué en la Casa del Libro en Barcelona.David Zorrakino - Europa Press (Europa Press)

José María Aznar apareció este miércoles en el corazón de Barcelona como pájaro de mal agüero. Traje negro, corbata negra, zapatos y calcetines negros, melena color ébano y la sombra de lo que fue el bigote más oscuro que una noche sin luna. Solo la camisa, blanca, y los gemelos, plateados, parecían romper como pequeños destellos de esperanza un futuro que el expresidente pintó muy mal.

Aznar presentó en La Casa del Libro El futuro es hoy (Península), libro sobre los desafíos de la democracia liberal ante los malos habituales: China, Rusia, Irán, Corea del Norte, los nacionalismos —no el suyo— y el PSOE. Tres cuartos de entrada en el auditorio de la librería, poco comparado con otras actuaciones recientes en su tour de presentación de El futuro es hoy. Aznar comentó el libro en un inteligente diálogo con su exministro Josep Piqué. Si Aznar está físicamente como un roble, Piqué parece un venerable abuelito que un día dejan solo y se pone la ropa del domingo mal conjuntada. En primera fila estaban Carlos Creuheras, presidente de Planeta —grupo editor de la obra—, el expresidente de Repsol Alfonso Cortina, el exministro Jorge Fernández Díaz, Enric Millo, el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández y la mujer del autor, y exalcaldesa de Madrid, Ana Botella. La ausencia más destacada fue la de las protestas en la calle, una situación que muchos daban por hecha pero que no se produjo.

Aznar vaticinó un futuro caótico sin el orden liberal que los Estados Unidos, por primera vez, han decidido no solo no defender, sino enterrar. El expresidente español estableció paralelismos con los años treinta del siglo pasado a partir del auge de “los populismos, el nacionalismo y la desintegración”. La angustia iba creciendo a medida que Aznar iba sumando malos augurios, llegando al clímax cuando avisó de que otra vez dependemos de Alemania: “Atentos a Alemania porque si colapsa, se lo lleva todo con ella”.

Vox, de centro derecha

Nada dijo Aznar sobre la extrema derecha. De hecho, a Vox, como ya hizo la semana pasada en una conferencia en Zaragoza, la incluyó en “el centro derecha constitucionalista, fragmentado en tres partidos”. “Vox no es una fuerza antisistema”, apuntó en el acto de Zaragoza.

Frente al centro derecha constitucionalista de Vox, Aznar alertó sobre la ausencia de un centro izquierda constitucionalista, y repitió otra de las ideas que han causado furor en presentaciones anteriores: “Cuando en el mundo me preguntan qué pasa en España, es difícil explicar que un gobierno en minoría está apoyado por extremistas admiradores de Venezuela e Irán, y por los separatistas que dieron un golpe de Estado y que, pese a ello, todavía no ha sido desarticulado”.

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Cataluña, Podemos y otros sospechosos habituales ocuparon, por suerte, poco tiempo en la charla entre Aznar y Piqué. Aznar dejó reflexiones meritorias, como cuando citó un dicho ruso según el cual “el futuro puede ser brillante, y el pasado puede ser impredecible”. Defendió el nivel de bienestar conseguido en el mundo desde la desintegración del bloque soviético, y sacó pecho por el nivel de desarrollo conseguido en este país: “España en 40 años ha conseguido lo que el Reino Unido consiguió en 180 años y Estados Unidos, en 80 años: multiplicar por 15 su renta per cápita”. Aznar también obvió la crisis económica que ha sacudido España de forma especial, en parte por la liberalización del suelo que aprobó su gobierno.

“Actuar puede causar problemas, pero no actuar es peor”, afirmó el hombre de negro cuando planteaba la necesidad de plantar cara a Rusia si vuelve a meter mano en Ucrania. Mariano Rajoy era de los que no actuaban, pero al menos no había riesgo que su metedura de pata provocara un conflicto internacional.

Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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