La otra moda de España
78 mayoristas de ropa y accesorios se agrupan alrededor de la Plaza de Tirso de Molina con 300 puestos de trabajo directos y una facturación de 25 millones de euros al año
Madrid ha tomado el protagonismo de la moda en España al concentrar las asociaciones del calzado, los complementos, la ropa y la distribución, quitando el protagonismo, que hasta hace unos años, tenían Barcelona o Valencia.
En torno a la Plaza de Tirso de Molina se encuentran 78 comerciantes de moda mayoristas -ropa, complementos y accesorios- que proporcionan empleo directo a 300 trabajadores y alcanzan una facturación anual de más de 25 millones de euros, según la Asociación Triángulo de la Moda, que agrupa a 50 de ellos. Esta situación privilegiada que ha logrado Madrid no ha sido solo porque las grandes marcas como Cortefiel, C&A, Carrefour o El Corte Inglés tengan en la capital sus asociaciones, sino porque los mayoristas de ropa y complementos han conseguido establecer un comercio sólido en pleno centro de la ciudad capaz de sortear los embates de la crisis.
Son medio centenar de tiendas las que están agrupadas bajo el epígrafe Triángulo de la Moda para conseguir, con diferentes propuestas, revitalizar el lugar en el que se encuentran y gestionar medidas con el Ayuntamiento que posibilite, entre otras cosas, el acceso a sus clientes hasta los comercios. La ordenanza de movilidad, aprobada el viernes por el Ayuntamiento, la más ambiciosa realizada durante este siglo en Madrid, está destinada a peatonalizar el centro de la ciudad e impedir el acceso de vehículos a la zona centro. "Hemos recibido muchas propuestas para trasladar nuestras tiendas a polígonos de los alrededores de la ciudad, incluso haciéndonos los pabellones, pero siempre nos hemos negado. Nuestra apuesta es bien distinta, queremos ser referencia en Madrid y que nuestros clientes puedan disfrutar de la ciudad, hoteles, restaurantes y espectáculos", afirma Montserrat Gallego, presidenta del Triángulo de la Moda desde hace tres años. Negarse en los duros momentos de la crisis no ha tenido que ser fácil, el alquiler de locales en esta zona de Madrid tiene un precio que ahora oscila entre los 4.000 y 6.000 euros. Antes de 2010, los mismos espacios llegaron a costar 14.000 euros al mes.
Los productos que venden los mayoristas de Tirso de Molina son fabricados en su mayor parte en España y van destinados al comercio interno, aunque en los últimos años han conseguido abrir una cartera de comerciantes minoristas de Portugal, Ecuador, México, Francia, Italia y Canadá, entre otros países.
Antonio Belmonte, que trabaja bajo la firma Albano’s, lleva más de dos décadas afincado en Tirso de Molina y sus palabras refuerzan la apertura de nuevos mercados. "El último trimestre, el mayor grueso de la facturación proviene de comercios de los países árabes. Estoy extrañado porque nunca como ahora habíamos tanto con ese tipo de clientes". Belmonte adquiere sus prendas en una veintena de fábricas de textil establecidas en España, "un plus que los minoristas de comercios valoran a la hora de comprar las colecciones de cada temporada". Mientras habla, una clienta argentina va colgado en un burro una treintena de piezas -faldas, blusas, abrigos, vestidos- para venderlas en su negocio. "Me gusta mucho la ropa española y cuando vengo a Europa lo que hago es coger un poco de cada país. A mis clientes argentinos les gusta mucho las prendas que proceden de acá", indica antes de pagar su factura.
Ello no significa que en esta zona solo haya moda española; algunos de los asociados importan productos asiáticos. "La bisutería está en manos de empresas asiáticas, es imposible competir con ellos en precios. Y también hay mayoristas que importan ropa de otros países y la venden en sus comercios", señala Montserrat Gallego.
12.000 piezas por producto
Sonata Chic es la empresa de bisutería de la española Cristina Liu y su familia, de origen asiático. Hace 25 años, empezaron vendiendo mecheros para pasar después a los juguetes y terminar en los complementos pequeños. Liu, junto a su madre y su tía, se encargan de los diseños de la bisutería, que fabrican en China. "Nuestros clientes, además del pequeño comercio español, vienen de Italia, Londres, Australia, Japón y Estados Unidos. Ahora estamos haciendo una campaña para entrar en los mercados griego y alemán", señala Liu. De cada producto que ella tiene expuesto en su tienda vende una media de entre 50 y 100 docenas, "aunque en otros tiempos hemos llegado a 1.000 docenas", puntualiza. Los colores de otoño -granate, mostaza, verde, negro o dorado...- están en todas las líneas de complementos que exhiben en los miles de colgadores.
Una borrachera de collares, pendientes, broches, pulseras y flores que hace imposible seleccionar o sacar cualquiera de las piezas de contexto si no eres profesional de ello. “Este otoño hemos apostado por una línea en terciopelo y otra en acero con muy buena acogida”, indica Liu, que mientras mira que todo este en su sitio, viene de cerrar tres ferias y prepara su presencia en la próxima.
Fátima Hernández lleva tres décadas trabajando y luchando por su negocio en esta zona de Madrid. Bajo la firma comercial Rosas Rojas su producción procede de un taller propio a las afueras de la ciudad y colaboraciones con otros talleres a los que entregan las telas y los diseños que realizan en la firma. "Estas dos últimas temporadas el tiempo ha sido nuestro peor enemigo y hemos tenido que amoldarnos sobre la marcha. Nuestro sistema de trabajo nos lo permite, aunque estés siempre pendiente de la entrega de los talleres". Uno de los problemas que señala Hernández, para su estilo de trabajo es "la falta de almacenamiento en las fábricas de textil. Eso nos impide, si una colección funciona bien, producir en poco tiempo. Y con la competencia asiática hemos reaccionado mal y tarde. Cuando llegaron los comercios asiáticos se encargaron de hacer una buena campaña. Contaban incluso con una agencia común para los pedidos lo que permitía que sus precios fuesen mucho más bajos porque abarataban los costes de distribución al conseguir unirse para el transporte", añade Hernández.
La presidenta de la asociación, Montserrat Gallego, empezó a moverse entre las máquinas de coser a los 16 años. Tres décadas después ha logrado tener una fábrica que produce ropa en Alcorcón, su propia marca, K-kou, y distribuye a comerciantes en su tienda Andrea Siker. "El Ayuntamiento tiene que limpiar más las calles, facilitar los accesos a los clientes, que son miles e invierten mucho dinero, los que pasan cada temporada, por este lugar. No solo es por nuestra, es también imagen de Madrid".
Buenos escaparates y ajuste de márgenes y precios
Aunque llevan décadas conociendo lo que tienen entre manos se van amoldando con rapidez a las nuevas necesidades de los clientes. Vivieron su época dorada en los ochenta y noventa, años en los que los comercios de mayoristas eran meros almacenes con escasa luminosidad que vendían sin abrir las cajas. Ahora sus escaparates están cuidados y se han enganchado a la revolución tecnológica. Los mayoristas son pequeños empresarios que mueven una parte importante del negocio de la moda y que generan cerca de 3.550 millones de euros, el 19,7% del total de las ventas del sector en España, según los últimos datos de la Asociación Empresarial del Comercio Textil y Complementos (Acotex) correspondientes a 2017. Las cadenas monomarca les arrebató una importante cuota de mercado y tuvieron que ajustar precios y márgenes. Tratan de huir del made in China, aunque saben que en algún punto de la cadena está el gigante asiático.
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