_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Así ya se puede, abusicas

Si Rita Barberá se atropella al hablar en castellano, mucho peor se mueve cuando trata de farfullar en valenciano

Capillas.- Por chuleta que uno sea hay cosas que no pueden hacerse así como así. Por ejemplo, que un eurodiputado al que le pagamos el sueldo entre todos (entre todos los que declaramos a Hacienda, claro) haga novillos en una importante sesión en Bruselas para embroncar en Madrid a cuenta de la sesión parlamentaria sobre el Estado de la Nación, y sugiriendo además en su entusiasmada intervención, tras los autoaplausos de rigor, que en el Congreso no se encuentra representada la verdadera oposición, honor que pertenecería en exclusiva a los que peroran en las calles. No está claro si esa actitud desdeñosa hacia los debates del parlamento europeo se debe a que en esa sesión figuraba un espinoso asunto con Venezuela de por medio, pero sí parece que estamos ante un autolíder que desdeña las formas cuando no convienen a sus intereses (políticos, por supuesto). Cabe sugerir que la Unión Europa bien podría contemplar algún tipo de sanción ante estas situaciones, lo mismo que una empresa cualquiera sanciona a un currante cuando falta sin justificación plausible a su trabajo, y con mayor razón cuando la ausencia está motivada por un curioso cruce de intereses. Y todavía habrá que agradecer que el autor de este agravio y sus mariachis no hayan aprovechado la ocasión no ya para asaltar de una vez los cielos, pero sí al menos el Congreso de Diputados para dejar bien sentado que son los únicos que merecen jugar al Candy en sus escaños.

Basílicas.- No es del todo justo atribuir a la ingesta de sustancias espirituosas el espectáculo que nos ofreció Rita Barberá en un acto de tanto relieve ciudadano como la Crida fallera. A fin de cuentas, se trataba de una invitación a la fiesta mayor de los valencianos, así que no hay nada que reprocharle a nuestra alcaldesa, aún en el caso de que semejante infundio fuese cierto. Ya que se invita a la fiesta, nada mejor que estar muy festiva a la hora de presentarla. Tanto más cuanto que los asistentes al acto no se pararían en barras al finalizar el artificio y dispersarse con viento fresco. Cosa distinta es que la animosa Rita aprovechara el estímulo para demostrar que si se atropella al hablar en castellano, mucho peor se mueve cuando trata de farfullar en valenciano. Y hasta es posible que demostrara más cosas escasamente espirituales. Que el dominio de las lenguas, dicho sea con todo respeto, no es precisamente lo suyo; que cada vez se parece más a Isabel II de Inglaterra, aunque con menos gracia pero más tremendismo para el salero cañí; que en su caso el furibundo pasado está ahí para quedarse… Pero, ¡por San José!, que no nos contamine más. Y, encima, se deja caer por aquí Felipe VI diciendo que los valencianos son la envidia del mundo. Será que ignora que Zaplana es de Cartagena.

Santuarios.- Se puede cambiar de opinión sobre las Fallas, siempre que los falleros también estén dispuestos a hacerlo. Un amigo, que empezó su vida laboral a los once años haciendo fallas con admirables maestros, escribió hace como un año en estas páginas un artículo de nada sobre la fiestas falleras. Jamás lo hubiera hecho. ¡La que le cayó encima! Una colección de insultos nada imaginativos y poco festivos, entre los que el de “gilipollas” sonaba a elogio y el de “fill de puta” era un amable saludo a su madre, si se comparan con otras muestras de excelente educación. También abundaban los que aludían a su dudosa salud mental, a no se sabe qué oscuras tinieblas acerca de su infancia, a espasmódicos desórdenes sexuales, a envidias diversas, y a la exigencia en fin, de que se largara de aquí cuanto antes, además de otras impertinencias notables y dignas de novatos en cualquier discusión civilizada. También eso son las Fallas, queridos falleros de a pie.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_