¿Qué es ser normal?
‘Las neurosis sexuales de nuestros padres' aborda el tabú de deseo y enfermedad mental
“Vive en un mundo a un milímetro del nuestro, pero ese milímetro es insalvable”. La joven Dora sufre una incierta enfermedad mental que la ha obligado a vivir toda su infancia bajo el influjo de una medicación que la ha mantenido apática, adormecida, drogada. Al llegar a la edad adulta sus padres convencen a su psiquiatra para que le retire la medicación, lo que provoca en ella la inesperada explosión de un apetito sexual irrefrenable. Ahora Dora quiere practicar sexo por doquier y con cualquiera, imbuida de una inocencia que contrasta con el desconcierto y la preocupación de sus progenitores y del mundo que la rodea. ¿Qué hacer ahora con Dora?
Las neurosis sexuales de nuestros padres, dirigida por Aitana Galán siguiendo el texto de Lukas Bärfuss (Thun, Suiza, 1971), es una obra teatral incómoda y perturbadora que plantea cuestiones respecto a la moral sexual, la represión, el concepto de normalidad y hasta la eugenesia. “Es una obra políticamente incorrecta que llega hasta las últimas consecuencias y sin cortarse un pelo”, explica Galán. En ella se cuenta la peripecia de Dora en el medio de una telaraña tejida por sus padres sobreprotectores, un galán refinado y sátiro que supuestamente se aprovecha de ella, un médico inquietante o el dúo formado por el frutero que la emplea y su madre. La sociedad, digamos. Al final, como muchas veces pasa en este tipo de historias, resulta que el protagonista diferente es el más limpio y puro en ese supuesto mar de normalidad abyecta. Porque ¿qué es ser normal?
La cosa, aunque parezca tan tremenda, no está ausente de puntos cómicos, erigidos mayormente sobre la candidez de la protagonista. “Encontramos que el público más joven se ríe más”, apunta Galán, “los más mayores lo encuentran más incómodo”. Sobre el escenario siete actores que van desplegando una narración ágil escena tras escena: Carolina Lapausa, Lidia Palazuelos, Alfonso Mendiguchia, Antonio Gómez, Flavia Pérez de Castro, Fernando Romo y Vicente Colomar, en una producción de las compañías La Radical y Miseria y hambre.
Es la segunda obra del autor que la directora Aitana Galán lleva a los escenarios españoles
“Estamos acostumbrados a un teatro alemán muy discursivo, denso e intelectual, pero Bärfuss es un dramaturgo de personajes y de acción”, explica la directora. Galán es la gran valedora de este autor en España, no en vano su anterior montaje, el año pasado, también era de Bärfuss. Málaga trataba sobre unos padres que dejan a su hija durante una noche con su vecino adolescente, con resultados trágicos. “Era una feroz crítica a ciertos padres aburguesados, culturetas y progresistas que educan mal, en el egoísmo y la irresponsabilidad, y se lavan las manos”, dice Galán. La directora echa en falta que se le preste más atención a autores como este, que solo tiene 43 años: “No se están estrenando autores jóvenes en lengua alemana y luego nos llegan los textos con demasiados años encima. Me sorprende que Bärfuss sea muy estrenado en grandes teatros europeos y aquí sea un gran desconocido”.
Tal vez la escena más dura de Las neurosis sexuales de nuestros padres (que se puede ver de jueves a sábado en la Sala Cuarta Pared hasta el 1 de noviembre) sea aquella en la que los padres de Dora, ya agotados de intentar meter a la casquivana joven en su redil, se preguntan si, sabiendo de su enfermedad mental, la habrían tenido igualmente.
Un dilema ético escabroso de total actualidad tras los debates, aproximados a este, sobre la conveniencia de practicar abortos a fetos con malformaciones, o un reciente y polémico tuit del prestigioso biólogo Richard Dawkins en el que afirmaba que es inmoral traer un niño con síndrome de Down al mundo si se tiene elección. Así que en este trabajo han tenido que hilar fino y ser conscientes de los límites. “Ha sido un trabajo muy delicado”, concluye la directora, “pero es una obra que no pontifica, sino que abre varios interrogantes”.
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