El poder redentor de las canciones radiantes
Hasta cualquier puntal de Rainy Day Music suena a clásico imperecedero en su boca, y no digamos en la de su parroquianos
A finales de los 90, más o menos cuando Wilco habían ya explotado en la brillante eclosión pop de Summerteeth (1999), los Jayhawks hacían lo propio con dos álbumes tan abiertos de miras como Sound Of Lies (1997) y Smile (2000), en los que sus melodías filtraban su belleza de forma más diáfana que nunca. Nada representa mejor la quimera de su imposible estallido comercial que aquel I’m Gonna Make You Love, que ponía música a un anuncio de Ralph Lauren, y con el que comenzaron su set de anoche en Valencia. Ya sea por la falta de suerte, por la carencia de ese pellizco de genialidad que sí era fácil detectar en la banda de Jeff Tweedy o vayan ustedes a saber por qué complejos motivos, Wilco acabaron llenando pabellones deportivos y encabezando carteles de festivales mientras The Jayhawks debían conformarse con salas de medio y pequeño aforo, como si se tratara de una versión de Hombre rico, hombre pobre en clave de country alternativo. Aunque ambos ya hubieran trascendido etiquetas y esquivado la parálisis de la ortodoxia más diligente.
El paralelismo esbozado seguramente le aburriría a Gary Louris, pero lo cierto es que la presente ha gira ha venido a sumarse a esa corriente de reconocimientos tardíos que tantas veces deparan los circuitos nostálgicos que aromatizan los escenarios de medio mundo hoy en día. Sí, hay una bonita reedición en curso. De aquellos dos álbumes y de la notable vuelta a las raíces que supuso Rainy Day Music (2003). Pero este tour no deja de ser un acto de homenaje a su propio pasado y de comunión con el fan. Ahí están los apuntes de psicodelia de The Man Who Loved Life o el ritmo entrecortado de Somewhere in Ohio, que en su momento les acercó al ribeteo electrónico. Pero también la inapelable radiación pop de Blue, Waiting For The Sun, Stumbling Through The Dark, Smile, Tampa To Tulsa (con la que el batería Tim Grotberg reivindicó su autoría en una hermosa interpretación) o Tailspin, que clausuró una velada en la que también hubo espacio para alguna versión, como esa Revolution Blues de Neil Young que también proponía Lee Ranaldo (Sonic Youth) en sus últimos conciertos.
El mecanicismo que comportan esta clase de maniobras, generalmente alérgicas a la sorpresa o a cualquier chispa de imprevisibilidad, quedó compensado no solo con el inveterado oficio de Louris y los suyos, sino especialmente con el poder redentor de unas canciones tan indiscutibles, tan rotundas en su propio clasicismo, que serían capaces de sanar cualquier dolencia o enderezar la más aviesa de las noches. Hasta cualquier puntal de Rainy Day Music (que tan fresco sonaba hace diez años, cuando pisaron Valencia por última vez, en el Palau de la Música) suena a clásico imperecedero en su boca, y no digamos en la de su parroquianos.
The Jayhawks
Gary Louris: voz y guitarra; Karen Grotberg; teclados; Tim O’Reagan: batería; Marc Perlman: bajo; Kraig Johnson: guitarra. Loco Club. Valencia, martes 15 de julio de 2014.
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