Hallados marcadores biológicos vinculados a la adicción a la cocaína
Los investigadores relacionan dos moléculas alteradas con la droga y enfermedades mentales
Dos estudios dirigidos por investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima) han demostrado la existencia de biomarcadores relacionados con el consumo de cocaína, el nivel de adicción y los problemas mentales. Los consumidores habituales de este tipo de droga presentan una alteración de dos conjuntos de moléculas (aciletanolamidas y quimioquinas) que permanece en el organismo durante años. La cocaína se puede localizar en la sangre con un análisis hasta 48 después de su consumo (algo más de tiempo si se examina un cabello), pero se desconocía la existencia de chivatos biológicos vinculados a estos estupefacientes.
Dos de cada tres consumidores crónicos de cocaína tienen problemas psiquiátricos. Los expertos ignoran, sin embargo, si es la enfermedad mental la que induce a una persona a drogarse o es la adicción la que deriva en esta patología. Es decir, si ese consumo es causa o consecuencia, algo que tratan de determinar ahora los investigadores. Fernando Rodríguez de Fonseca, uno de los directores del grupo del Ibima, resume así el nuevo hallazgo: “Se han descubierto las huellas del tifón y la severidad del tifón, y ahora hay que tratar de averiguar si se produce en la costa o en alta mar”.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Addiction Biology, se presentaron este miércoles en Málaga en un acto al que asistió la consejera andaluza de Salud, María José Sánchez Rubio, que incidió en que en el futuro ayudarán a mejorar el diagnóstico y el tratamiento de pacientes adictos a la cocaína y con problemas mentales.
La investigación se ha realizado en colaboración con varios hospitales españoles y en asociación con el Centro Provincial de Drogodependencias de la Diputación. La muestra ha estado formada por 250 individuos, de los que 150 eran pacientes adictos. Las otras 100 personas estaban sanas. Del grupo de consumidores, la mayoría eran varones con una edad media de 37 años y enganchados a la cocaína durante un mínimo de siete años. En algunos casos habían empezado a consumir a los 22 años y en un porcentaje muy elevado, estos pacientes tenían algún tipo de enfermedad como depresión, ansiedad y trastornos de personalidad.
El diagnóstico de la adicción se realiza actualmente por criterios que se ciñen, prácticamente, al historial que relata el paciente, por eso surge la necesidad de identificar pruebas biológicas objetivas. La detección de esta alteración de conjuntos de moléculas se ha realizado a través de un análisis de sangre. Las aciletanolamidas son lípidos circulantes que regulan el metabolismo, la inflamación, el dolor o el apetito, y las quimioquinas están vinculadas al sistema inmunológico. Estas últimas han sido identificadas como marcadores de severidad, es decir, permiten saber si un paciente está en los primeros momentos de su adicción o en un estado más avanzado.
Este grupo de investigación trabaja ahora en un estudio similar con el alcohol y está a la espera de recibir el visto bueno para elaborar otro sobre el cannabis.
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