Vuelve el ejército subterráneo
El subsuelo del Fernán Gómez aloja una muestra de los célebres guerreros de terracota
En 1974 unos campesinos chinos de la provincia de Xi’an, cerca de Shaanxi, clavaron la pala en el suelo para cavar un pozo. Lo que encontraron no fueron aguas subterráneas sino los primeros de los más de 7.000 guerreros de terracota que el primer emperador de China, Qin Shi Huang, enterró como centinelas de su tumba en torno al año 210 antes de Cristo. En un primer momento los campesinos se aterrorizaron por miedo a perturbar la paz de los dioses. Cuando el descubrimiento trascendió, llegaron los arqueólogos y el Estado les recompensó con unos 30 yuanes, el equivalente a tres euros. Estaban ante uno de los mayores (y más baratos) hallazgos arqueológicos de la historia. Eran los célebres guerreros de Xi’an, que ahora regresan a Madrid en la exposición Terracota armyque se inauguró ayer y se puede ver en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez hasta el 2 de marzo.
“El emplazamiento es perfecto”, explica el escritor Javier Sierra, que comisaria la muestra, refiriéndose a la sala de exposiciones situada en el subsuelo del centro cultural, y a la iluminación tenue, “es como una bajada al inframundo”. Lo más fascinante de los siete miles de guerreros de terracota es que no hay dos iguales. Cada uno tiene un rostro, una expresión, una altura diferente. Para fabricarlos se usaban moldes, pero cada ejemplar pasaba luego por un proceso de posproducción que lo hacía único, porque a la hora de crear este ejército además de la uniformidad se hubiera tenido en cuenta la individualidad, esa cosa tan moderna. La muestra reúne más de 70 reproducciones, de las cuales ocho son reconstrucciones de figuras humanas de gran calidad. El plato fuerte es una réplica de tamaño natural del foso 1 de la excavación de Xi’an con más de 90 guerreros que se agrupan ante el espectador tal y como fueron dispuestos por el emperador en los confines del tiempo.
El año que viene se cumplen 40 años del hallazgo, pero también se cumplen ahora 40 años de la apertura de relaciones diplomáticas entre China y España: “Han sido muy provechosas en el mundo de los negocios”, dice Sierra, “pero también es conveniente que nos vayamos conociendo culturalmente, y esta es una buena oportunidad”.
Según Andreas Janousch, profesor de Historia de China de la Universidad Autónoma de Madrid, los guerreros plantean dos preguntas. Primero, ¿por qué se construyó la tumba? “La exposición da una respuesta: está relacionada con la unificación de China, un periodo de 200 años de guerra civil, en los que el ejército fue fundamental para imponer la autoridad”. Y segundo: ¿cómo se construyeron tantos guerreros? “Lo que vemos es un proceso de producción a gran escala y división del trabajo que no llegó a Europa hasta los siglos XVIII y XIX”.
Tras visitar la exposición, uno se va con cierto miedo irracional a que estos temibles guerreros milenarios despierten de su sueño ancestral, suban las escaleras del Fernán Gómez, y tomen el mundo. Puede parecer una alucinación lisérgica, pero bien podría ser una buena metáfora de la pujanza económica del gigante chino en el planeta y su más que probable futuro liderazgo.
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